Los temidos fleteros –que en menos de una semana asesinaron a dos personas en Bogotá por robarles 18 millones de pesos que habían retirado en efectivo de sucursales bancarias– son la expresión más siniestra del crimen que se mueve en motocicleta por las calles del país.
Pero no son la única. En el robo de celulares y otros tipos de atracos en las vías, el hurto de autopartes (especialmente de espejos eléctricos) y el sicariato, según las denuncias de los ciudadanos y las estadísticas oficiales, el uso de motos es casi una constante. Tanto así que en varias ciudades del país se está imponiendo una medida que en los 80 y 90 hizo parte de la estrategia para tratar de ponerles freno a los asesinatos ordenados por la mafia: la restricción o la prohibición total del parrillero (pasajero), especialmente en motos de alto cilindraje.
La medida es polémica porque, a diario, miles y miles de colombianos utilizan las motos para transportarse y llevar a familiares y amigos hacia sus sitios de trabajo. (Lea también: Debate entre los analistas por efectividad de medida sobre parrilleros)
Pero también es cierto que a la par de la caótica explosión del uso de la motocicleta –relacionada con el aumento de la accidentalidad en las vías del país–, se está dando un crecimiento de la delincuencia, la cual aprovecha las claras ventajas de esos vehículos en movilidad.
Cada día, según autoridades locales consultadas por este diario, decenas de personas son víctimas de diferentes delitos cometidos por el hombre que iba de ‘pato’ en una motocicleta.
En Bogotá, además de los asesinatos de Yeisson Méndez y Demetrio Rincón, hombres en moto atracaron en las últimas horas a una enfermera que iba hacia su sitio de trabajo, una clínica del occidente de Bogotá, y la despojaron de su celular.
Los delincuentes, que se subieron al andén por el que ella caminaba, llevaban cubierta la placa de la moto y cascos cerrados y sin número de identificación. Y en Medellín, la semana pasada, dos hombres en moto encañonaron a la medallista olímpica Catherine Ibargüen y su esposo, que iban en su carro, y se llevaron una cadena de oro.
El pasado 5 de septiembre, en Cartagena, Franklin Blanquicett Moreno, de 43 años, fue asesinado en su propia casa por dos sicarios que llegaron al sitio en una moto.
El debate sobre imponer o no restricciones al pasajero en las motos está caliente.
En Cartagena, esta semana, por orden de la Alcaldía quedó prohibido el parrillero en sectores como Manga, La Popa, Bocagrande, Castillogrande y El Laguito. Fue la respuesta al asesinato de un joven, a quien le dispararon por resistirse al robo de un celular. La medida es inicialmente por dos meses.
En Ibagué, también como reacción a la inseguridad, desde el pasado 8 de junio está prohibido el parrillero hombre las 24 horas del día, sin establecerse una fecha para revertir la medida. En Pasto, la restricción está vigente desde el 2013 para pasajero de motos de alto cilindraje, y este año se extendió a todas las motos en el centro de la ciudad, la zona más golpeada por fleteros y otros delincuentes.
Al otro extremo del país, en Cúcuta, desde julio del 2015 rige un decreto que “prohíbe la circulación de motocicletas con acompañante hombre durante las 24 horas del día, exceptuando a miembros de la Fuerza Pública, personal de seguridad de las entidades del Estado, integrantes de los organismos de socorro y escoltas debidamente registrados en la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad”.
En Cali, una de las capitales que más han insistido en esa medida, la prohibición está en el limbo por una polémica legal, pero el alcalde Maurice Armitage está dando la batalla para que rija a plenitud.
Su antecesor en el cargo, Rodrigo Guerrero, se declara un convencido de la utilidad de la restricción. “En Cali llevamos muchos años estudiando las diferentes medidas para controlar el crimen y encontramos que en muchos delitos el actor es el parrillero de la motocicleta. Por eso se prohibió y hubo un efecto muy importante. Después hemos tenido periodos que se suspende y hemos visto un incremento, por ejemplo en el sicariato”, asegura Guerrero. Y agrega que la experiencia de esa capital “demuestra que es conveniente y saludable restringir el uso de las motos a una persona”.
En Envigado, Antioquia, la Alcaldía implementó, a su manera, la medida y la extendió hasta el 31 de enero del 2017. Allá está prohibido el parrillero hombre entre las 8 de la mañana y la medianoche, so pena de multa de 344.000 pesos y la inmovilización del vehículo por 24 horas.
“Dado el alto índice de hechos delictivos contra la vida y bienes de las personas, cuya ejecución se facilita con el uso de motocicletas, las autoridades debían adoptar este tipo de medidas de control”, dice el decreto de la Alcaldía.
En Medellín, la prohibición imperó por tres años, pero fue levantada en agosto del 2015 por orden del Tribunal Administrativo de Antioquia, que consideró que había una afectación innecesaria para miles de ciudadanos de bien. Allá, algunos expertos en seguridad y ciudadanos aseguran que desde agosto del año pasado se ha visto un aumento en los atracos.
En otros municipios antioqueños como Itagüí, Caldas, Barbosa y Bello también hay restricciones al parrillero por razones de seguridad pública.
En Neiva, la Alcaldía decretó esa restricción entre las 7 de la mañana y las 7 de la noche en el centro de la ciudad. En otras ciudades como Buenaventura (Valle), Florencia (Caquetá), Barrancabermeja (Santander), Valledupar (Cesar) y Riohacha (La Guajira) también hay prohibición, tanto por razones de seguridad como para intentar frenar el negocio del mototaxismo.
Bogotá, que es una de las capitales más afectadas por esta problemática, no tiene en sus planes ningún tipo de medida que limite el uso de las motos. Daniel Mejía, secretario de Seguridad de la administración Peñalosa, le dijo a EL TIEMPO que “se afectaría a una población muy grande en la ciudad que vive de un trabajo o actividad honrada” y que lo que hay que hacer es “trabajar en inteligencia y en construir sólidamente las investigaciones judiciales para capturar a las personas responsables de estos delitos”.
“No estoy de acuerdo (con la prohibición del parrillero) porque si empezamos a prohibir todo, empezamos a afectar otras poblaciones, y así no vamos a acabar con el fleteo u otro tipo de delito”, dijo.
Su posición es compartida por varios analistas, que ponen en duda la efectividad de la prohibición del parrillero, incluso porque en muchas ciudades las autoridades no tienen el suficiente pie de fuerza policial para garantizar el cumplimiento de la medida.
El uso de motos para cometer delitos preocupa a ciudades de todo el país.
En Cali, al menos un 80 por ciento de los 5.782 hurtos a personas cometidos hasta agosto fueron realizados por ocupantes de motocicletas. Un porcentaje similar se registra en los hurtos de celulares (2.796 hasta agosto). En estos casos es muy frecuente que delincuentes en moto roben a conductores o pasajeros de carros.
Y este año, en los más de 800 homicidios reportados, el uso de las motos se evidencia en más de la mitad de los casos.
En esta capital está vigente la prohibición de parrillero hombre mayor de 12 años, pero en distintos sectores se ha vuelto más frecuente que violen esa norma. Este año han impuesto más de 200 comparendos por ese hecho.
En Bucaramanga, donde hay más de 300.000 motocicletas, no se han adoptado restricciones para parrilleros. Aunque se han registrado fleteos y hurtos en los que se usan motos, son aislados los hechos en los que sicarios huyen en motocicletas. El último hecho grave se dio el miércoles pasado, cuando dos hombres que hurtaron 6 millones de pesos en un banco, bajo la modalidad de ‘ventanilla’, huyeron en una moto.
JUSTICIA
Comentar