Hace un año, Óscar León creyó haber sellado un muy buen negocio inmobiliario que le iba a arrojar dividendos. Compró un magnífico lote en el barrio BoSa Nova, de Bogotá, por tan solo 102 millones de pesos.
León se presentó a la Notaría 58 de la capital del país, en la cual le expidieron y autenticaron su escritura y donde terminó de pagarle la suma pactada a la vendedora, que se identificó como Brigitte Derlei Parrado Vergara.
Pero cuando fue a tomar posesión del lote, se enteró de que tiene dueño y de que la mujer que se lo vendió hace parte de una sofisticada red de estafadores que ha timado a incautos en al menos siete ciudades: Bogotá, Valledupar, Tunja, Zipaquirá, Cajicá, Mosquera y Madrid (Cundinamarca).
En asocio con otras dos mujeres, que usan los nombres de Gladys Mauricia González de Sogamoso y Sandra Milena Galindo Vega, la hábil vendedora ha negociado 47 propiedades por las que recibió pagos y anticipos por alrededor de 4.000 millones de pesos.
Para apropiarse de los bienes, la red tiene acceso a papel de seguridad y a códigos de barras bidimensionales de notarías, con los cuales montan escrituras públicas.
Luego registran las escrituras apócrifas para obtener el certificado de tradición del predio. Y con esos documentos con apariencia de legales salen a venderlos al mejor postor y logran que la transacción quede registrada en papelería legal, lo que les da mayor confianza a las víctimas, que aceleran los desembolsos.
Papel robadoLo más grave es que los actos notariales son registrados oficialmente y, por ende, se despoja de la titularidad del derecho de dominio a los verdaderos dueños de los predios.
Estos solo se enteran del ilícito cuando los ‘nuevos’ propietarios se presentan a reclamar el terreno.
Para armar la escritura falsa, ponen el número de una escritura real y un código de barras, también real, sobre el papel de seguridad.
“En las notarías verifican la autenticidad de los papeles y de la escritura, y todo sale correcto. Por eso, el notario estampa su firma”, explica una de las investigadoras de la Superintendencia de Notariado y Registro que rastrea a la banda.
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banda de mujeres que roban apartamentos
EL TIEMPO estableció que ocho de las escrituras usadas por esta red para estafar a incautos han sido elaboradas en un papel de seguridad que fue robado el 14 de agosto del 2014.
Las 20 resmas hurtadas fueron elaboradas por la sociedad Cadena S. A. y, según la Unión Colombiana del Notariado, iban para la Notaría 22 de Bogotá.
Usando esa documentación, Javier C. Ochoa también fue timado por las mujeres. Compró un lote en la urbanización Terraza Santa Inés, de Tunja, por 38 millones de pesos.
En el botín de las ladronas de predios también figuran apartamentos. En estos casos, los alquilan previamente, pagan algunos meses por adelantado y, durante ese lapso, los ofrecen en venta y los muestran físicamente a las potenciales víctimas.
La Superintendencia de Notariado y Registro le aseguró a EL TIEMPO que ya detectaron a la red y que hace un mes presentaron denuncia formal contra las tres mujeres por concierto para delinquir, falsedad material en documento público, obtención de documento privado falso, fraude procesal y, por supuesto, estafa.
Rostros, la única pistaAl respecto, reporteros de este diario establecieron que en la Fiscalía ya tenían información sobre la banda de estafadoras. Es más, a partir de un puñado de denuncias de los verdaderos dueños de los predios o de los timados, han congelado el traspaso de 10 inmuebles en todo el país.
Según la investigación, la red viene actuando desde el 2012 sin que la hayan podido desarticular. Incluso, aún no hay certeza de si las mujeres usen su propia identidad o también sea robada.
De hecho, la única pista sobre las estafadoras la obtuvo EL TIEMPO acudiendo a la lectura biométrica de sus rostros, registrados por notarias cuando se acercaron a hacer las transacciones ilegales.
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En las cámaras de seguridad aparecen las dos mujeres, que se identifican como Gladys Mauricia González de Sogamoso y Brigitte Parrado Vergara, quienes han hecho la mayoría de las transacciones ilegales. El rostro de la estafadora que se hace llamar Sandra Milena Galindo, oriunda de Puerto Rico (Meta), aún no se conoce. Aunque tiene varias escrituras apócrifas a su nombre, todavía anda en busca de incautos que le compren esos bienes.
¿Cómo proteger sus bienes de esta mafia?La Superintendencia de Notariado y Registro asegura que la implementación del sistema biométrico de identificación y del papel de seguridad ha disminuido el número de estafas de este tipo. Sin embargo, es aconsejable solicitar con periodicidad el registro de propiedad y tradición de los bienes, para verificar que no han sido alterados.
Además, si se trata de lotes rurales o urbanos, advertir en un lugar visible que no están en venta. Y si usted es comprador, verifique directamente en la notaría la autenticidad de la escritura de propiedad del vendedor.
UNIDAD INVESTIGATIVAu.investigativa@eltiempo.com
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