Mucho se ha hablado sobre lo que rodeó el operativo y posterior desenlace de la toma de la embajada de República Dominicana en Bogotá, en 1980, el primer gran golpe de opinión a nivel internacional que propinó el Movimiento M-19, que este jueves cumple 40 años de haber sido ejecutado.
Desde que la casa de la embajada estaba completamente minada, que tenía socavones y túneles de escape y había sido misteriosamente diseñada para complacer los gustos y los caprichos del general Rojas Pinilla -quien había sido el primer dueño de la propiedad-, hasta que fuerzas especiales israelíes estuvieron a punto de poner en marcha un operativo para liberar a los 16 diplomáticos que estaban secuestrados bajo el mando de Rosemberg Pabón, conocido en ese momento como el comandante Uno.
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Ninguna de esas dos aseveraciones, como otras tantas, resultaron ser ciertas. Se convirtieron en mitos. Lo que sí quedó plasmado en la historia es que gracias al diálogo se evitó que el suceso terminara en tragedia.
Ramiro Zambrano, exembajador y uno de los dos negociadores oficiales (el otro fue Camilo Jiménez) del Gobierno del presidente Turbay Ayala para los diálogos con el M-19 en la toma de la embajada de República Dominicana en Bogotá, con memoria casi secuencial, recuerda los hechos acontecidos en el rapto registrado entre el 27 de febrero y el 27 de abril de 1980.
Él, como representante del Gobierno, tuvo acceso a información privilegiada que ahora decidió dar a conocer a la luz pública mediante la publicación de su libro ‘27 de febrero de 1980, la toma de la embajada de la República Dominicana por dentro’, de editorial Planeta.
Luego de cuatro décadas, el exembajador Zambrano destaca que aún tiene dudas de que Rosemberg Pabón fuera el encargado de planificar y liderar la denominada ‘Operación Libertad y Democracia’, orquestada por un grupo de guerrilleros, pues según él, en ese momento el comandante Uno no tenía la capacidad intelectual y educativa para poner en marcha dicho operativo.
Creo que quien fue el creador de todo fue el señor Da Silva, un uruguayo que hacía parte del Movimiento de Liberación Nacional en Uruguay, también llamados ‘Tupamaros’, especialista en explosivos…
“Todo el mundo considera que el comandante Uno fue el líder, hay algunas dudas, según lo que hablamos con ‘la Chiqui’ (Carmenza Cardona, ideóloga, fallecida posteriormente en un combate en selvas del Chocó), quien estuvo a cargo de la negociación por parte de la guerrilla y firmó el acuerdo para poner fin al secuestro, programar el viaje y posterior liberación de los secuestrados en La Habana (Cuba). Creo que quien fue el creador, el cerebro de todo fue el señor Da Silva, un uruguayo que hacía parte del Movimiento de Liberación Nacional en Uruguay, también llamados ‘Tupamaros’, especialista en explosivos…”, evoca Zambrano.
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Y explica que “claro, ellos (el M-19) no podían decirle a Colombia que los comandaba un extranjero. Yo sigo pensando que en todas las grandes decisiones que se tomaron antes y durante la toma tuvo que ver Da Silva, quien figuraba como un guerrillero raso”.
Para Zambrano, el largo episodio tuvo muchos momentos clave, pero considera que el momento más reconfortante fue después de diálogo 22 en las negociaciones.
“Fue el final a varios momentos determinantes, e incluso con algunos de alta tensión. El día de la salida de todos, nos dirigimos hacia El Dorado, se hizo el abordaje de la nave de Cubana de Aviación con todas las medidas de seguridad y se acabó el drama. Como dijo el presidente Turbay, ‘aquí nadie perdió, todos somos ganadores’. Y fue así. Se preservó por sobre todo la vida del personal diplomático, hubo diálogo, diferente a lo que pensaba una persona del Gobierno que pedía la imposición de la fuerza y el M-19, pese a que no se le concedió la libertad que pedía de una cantidad de subversivos y tampoco se les entregó dinero por parte del Estado, sí logró la gran vitrina mundial”, relata quien estuvo en todo el proceso de diálogo y mantuvo el aplomo y la perseverancia que se requería.
Después, a través de algunas fuentes se comentó que -a través de entidades particulares en los países cuyo embajador estuvo secuestrado por el grupo subversivo- se logró recaudar un monto aproximada a tres millones de dólares, el cual se entregó al M-19.

El M-19 secuestró el 27 de febrero de 1980 a un grupo de 16 embajadores.
Archivo EL TIEMPO
El exdiplomático reconoce que sin duda, en su momento, el suceso presentado en la embajada de República Dominicana en Bogotá fue el secuestro diplomático más grande de la historia, pero que tiempo después en el Perú, se presentó la retención con más personas en la embajada del Japón en Lima.
Zambrano recuerda que incluso él fue propuesto por el Gobierno de turno para que fuera mediador del presidente Fujimori, pero no fue tenido en cuenta por el gobernante peruano. “Después analizamos que mientras en el caso de República Dominicana todos los diplomáticos salieron vivos en la embajada de Japón todos terminaron muertos".
“Fujimori no estaba interesado en tener un testigo extranjero en el operativo porque a todos los mataron después de haberse entregado a las autoridades”, agrega.
No era una mujer atractiva, pero sí muy querida. Era pequeña, de mirada fija, humilde, frentera, arrojada, hija de un reconocido carpintero de Cartago
El exembajador concluye, y también lo reitera en su reciente libro, que el manejo que le dio el Gobierno a la situación de crisis estuvo a la altura y tuvo un buen final porque el presidente Turbay Ayala lideró el tema y no dejó que se impusiera un golpe de autoridad.
“El país le debe mucho a Turbay y al canciller Diego Uribe Vargas. Se secuestraron 57 personas, entre ellas a 16 jefes de misión diplomática. Demandaban 50 millones de dólares y la liberación de 310 presos políticos y propaganda, que al final fue lo único que lograron gracias a Villa Chiva.
El Ejército tuvo también un adecuado comportamiento en una situación, la cual espero que nunca se vuelva a presentar”, puntualizó quien fue oficial del Cuerpo de Ingenieros del Ejército y embajador de Colombia ante la Unesco, y en los gobiernos de Corea, Filipinas, Holanda y en la República Islámica de Irán.
(No se pierda nuestro especial digital sobre este hecho histórico, La toma de la Embajada: 40 años, en el que detallamos la importancia histórica de este hecho para el presente del país).
JAVIER ARANA
ELTIEMPO.COM
Twitter: @arana_javier