El jefe del grupo de los 30 policías antinarcóticos que entraron hace unos días a arrancar matas de coca en la zona rural de Villagarzón, en Putumayo, recibió antes de la peligrosa misión un mapa codificado que es su hoja de ruta sobre el terreno.
Ese mapa le señala la cartografía exacta –coordenadas, lote demarcado, tipo de planta, hectáreas por intervenir y hasta el número de matas de coca para exterminar– para hacer más efectiva su labor. Y es una de las herramientas claves del gobierno del presidente Iván Duque para cumplir la meta de erradicación forzada de este año, fijada en 130.000 hectáreas.
Esa carta de navegación la desarrolla un grupo de expertos de la Policía Antinarcóticos que hace parte del Sistema Integrado de Información y Monitoreo (Siima), que se encarga desde hace cuatro años de analizar y procesar la información sobre la siembra de cultivos de uso ilícito en el país.
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Las cámaras instaladas en los aviones permiten la identificación de los cultivos.
Policía Antinarcóticos
El coronel Andrés Arias Buitrago, jefe del Grupo de Detección, quien está al frente del Siima, le aseguró a EL TIEMPO que el sistema es una herramienta vital para los erradicadores, ya que cuenta con “información actualizada sobre la localización precisa de lotes productivos de hoja de coca”, lo que permite hacer una eficiente planeación de operaciones, “definiendo ejes de avance sobre datos recientes”.
Esta información, calificada como “sensible” y que la Fuerza Pública maneja como “prioritaria”, es la punta de lanza de los programas de erradicación forzada que adelantan las diferentes fuerzas en el país.
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Por ejemplo, los militares que hoy están erradicando matas de coca en La Caucana, en Tarazá, Antioquia, y los uniformados de la Armada que lo hacen en la zona rural de El Charco e Iscuande, en Nariño, recibieron uno de estos mapas para cumplir mejor su misión.
Las cámaras de las aeronaves tienen sensores infrarrojos, que recolectan información tal como el brillo de la clorofila de la mata de coca
Entre el 1.º de enero y el 6 de abril de este año, la Fuerza Pública ha logrado erradicar 22.780 hectáreas sembradas con matas de coca.
El Siima, desde el aire y usando tecnología de punta, rastrea las matas, las caracteriza y fija incluso las rutas para llegar a destruirlas de la forma más eficiente.
Para la Policía, esto no solo ayudaría a reducir las hectáreas de coca, sino también a golpear su productividad, así como a afectar las finanzas de las redes criminales dedicadas a la producción y el tráfico.
Colombia es considerado el mayor productor de cocaína en el mundo (más de 1.100 toneladas métricas al año), de acuerdo con la ONU, y esta herramienta, junto a otras estrategias, busca revertir esa tendencia.
Un equipo de periodistas de este diario tuvo acceso a la sede del Siima, donde se conjugan la tecnología de punta y la información aportada por inteligencia.

Las cámaras instaladas en los aviones permiten la identificación de los cultivos de uso ilícito.
Policía Antinarcóticos
En el lugar, al que solo se accede bajo un sistema de reconocimiento del iris del ojo y al que se llega luego de pasar varios controles de seguridad, se almacena información satelital que es analizada gracias a avanzados softwares instalados en los computadores que van integrados a las pantallas de análisis y que son monitoreados las 24 horas del día por un curtido grupo –60 hombres y mujeres– que integra el Siima.
La elaboración de cada mapa agrupa la experticia y experiencia del uniformado en la lucha contra el narcotráfico y la tecnología de punta.
El producto final es una hoja de ruta que siguen los agentes en el terreno, quienes cada día arrancan matas de coca en territorios en los que hay riesgo de presencia de minas antipersonal y de ataques de grupos ilegales.
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Para ellos es indispensable tener la información clara del terreno al que van a llegar y la ubicación de la matas, pues esto agiliza su labor y reduce los riesgos.
El sistema nació en 2016, con el apoyo del Ministerio de Defensa y la Sección de Asuntos Antinarcóticos de la Embajada de los Estados Unidos en Colombia, y en 2018 se logró consolidar el primer monitoreo sobre las zonas en las que había cultivos ilegales.
Para ello, los policías que hacen parte del sistema se han capacitado y actualizado en cartografía, geoestadística, procesamiento digital de imágenes, administración de recursos, estadística espacial, por mencionar algunos ítems. Gran parte de esa capacitación la han recibido en el Instituto Geográfico Agustín Codazzi.
A esto se suma que el coronel Arias cuenta con varios patrulleros “que estuvieron trabajando en erradicación por más de tres años, que conocen la mata, la identifican y conocen las necesidades en terreno, así que su experiencia es fundamental en este trabajo”, puntualizó el oficial.

La mayoría de regiones con presencia de cultivos de uso ilícito tienen una baja presencia del estado y altos índices de necesidades básicas insatisfechas.
Julián Ríos Monroy. EL TIEMPO
El personal del Siima cuenta con cuatro operadores que direcionan las imágenes satelitales, para empezar el proceso de detección de sembradíos de coca. Uno de ellos es el satélite Landsat, que obtiene imágenes de todo el país con una calidad media baja.
Otro satélite es Planet Labs, de alta resolución, que llega a captar imágenes a tres metros de la tierra, las cuales llegan en tiempo real todos los días.
Aquí comienza el primer análisis de información, la detección de un lugar con posibles sembradíos de coca.
Los expertos empiezan a valorar varios factores, como las variedades de matas, que en el país se dan entre 3,4 y 5,7 cosechas por año, además de aspectos climáticos, entre otros.
Paralelo a ello, el posible lote identificado con matas de coca es sobrevolado por aeronaves Cessna C-208, a las que se les adecuaron sofisticadas cámaras: Flir HD y PhaseOne 150 MP.
Son millares de capas terrestres las que se estudian, horas y horas de análisis para demarcar con exactitud coordenas y la extensión de un cultivo de matas de coca que se intervendrá
Los pilotos de la Policía se encargan de esta labor, para lo cual cuentan con un tripulante de vuelo, personal del Siima, encargado de operar las cámaras para captar en video y foto cada metro del lote por intervenir.
Ese juego de imágenes satelitales y de sobrevuelo se cruzan, en “capas geográficas y un sinfín de mediciones que hay que analizar para identificar plenamente el cultivo”, señaló el oficial.
Las cámaras de las aeronaves tienen sensores infrarrojos, que recolectan información tal como el “brillo de la clorofila de la mata de coca”, lo que afianza la detección del cultivo y su extensión.

El Siima maneja tecnología de punta para la detección de cultivos.
César Melgarejo. EL TIEMPO
El personal del sistema cuenta con varios programas y softwares, como ArcGis Pro, Socet GXP y IX Capture, que sirven para apoyar el análisis de los datos obtenidos.
“Son millares de capas terrestres las que se estudian, horas y horas de análisis para demarcar con exactitud coordenas y la extensión de un cultivo de matas de coca que se intervendrá”, señaló uno de los expertos del sistema.
El grupo del Siima se divide en estas especialidades: los que procesan los geodatos, los encargados de la multimedia, los que señalan la teledetección y los geoanalistas.
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El monitoreo se realiza cada cuatro meses, el proceso inicial es en enero y termina en abril, la segunda fase va en agosto, y la última, en diciembre.
Y, en tal sentido, el coronel Arias dividió el país en siete regiones: Nariño y Cauca; Chocó y Valle, Córdoba, Antioquia y sur de Bolívar; Norte de Santander y Cesar; Guaviare y Meta; Vichada y Arauca, y Guainía y Vaupés.

Son siete las regiones priorizadas en el monitoreo.
Infografía EL TIEMPO
De hecho, en cada base Antinarcóticos del país hay un funcionario del Siima coordinando el desarrollo de la operación.
En medio de estas actividades, los uniformados han registrado 44 bloqueos y 44 asonadas, hechos en los que la población civil –según señalan, muchas veces obligada por jefes narcotrafican-tes– les impide la labor de erradicación.
De acuerdo con el coronel Arias Buitrago, si se autoriza el regreso de la aspersión aérea con glifosato, el Siima será vital en las operaciones ya que se “requiere que se delimiten los lotes de coca por ser intervenidos, cumpliendo con los requerimientos y restricciones de los planes de manejo ambiental para estas operaciones”.
El oficial puntualizó que la identificación precisa de los lotes de coca a partir de las avanzadas tecnologías satelitales y cartográficas con las que cuenta el sistema “son el primer insumo para llevar a cabo una precisa y efectiva operación de aspersión”.
También resaltó que se usarán “los más modernos y precisos equipos de aplicación y aspersión aérea, que evitarán cualquier tipo de desviación o deriva en la aplicación del herbicida”.
Este sistema se está usando, además, en las operaciones de interdicción, es decir, de búsqueda de laboratorios para el procesamiento de alcaloides, porque ha permitido identificar su ubicación exacta.
Y, paralelo a ello, sirve para evidenciar la deforestación que deja la siembra de coca y el daño ambiental. También se está entregando información a la dirección de Carabineros para enfrentar otro fenómeno criminal: la minería ilegal que está devastando amplios territorios, especialmente en el bajo Cauca Antioqueño, una de las regiones más afectadas con esta actividad ilegal.
Entre los avances logrados por el Sistema Integrado de Información y Monitoreo (Siima) se encuentra el de la detección de 347 hectáreas sembradas con matas de marihuana, en el norte de Cauca, donde históricamente esta planta se ha cultivado en invernaderos.

Toribío y Corinto, en el norte del Cauca, son los municipios con mayor cantidad de cultivos de marihuana.
Santiago Saldarriaga Quintero / EL TIEMPO
El Siima estableció que son dos los municipios con mayor número de cultivos de marihuana creepy –la más cara en el mercado por su alto contenido del psicoactivo tetrahidrocannabinol, THC–. Se trata de Toribío, con 128 hectáreas, y Corinto, con 102 hectáreas.
Sobre las siembras de amapola –de su flor se extrae el látex para el procesamiento de la morfina y la heroína–, el Siima estableció que son 194 las hectáreas sembradas, concentradas en Cauca y Nariño.
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El municipio con mayor afectación, de acuerdo con el sistema, es Bolívar, en Cauca, donde se detectaron 125 hectáreas.
La Fuerza Pública no ha podido entrar a adelantar sus labores de erradicación forzada porque muchos de estos cultivos se encuentran en inmediaciones o en resguardos indígenas.
En estas zonas, además, hay fuerte presencia de disidencias de las Farc, que, según las autoridades, han instrumentalizado a los labriegos y en muchas ocasiones los presiona para que impidan la labor de los uniformados.
En Twitter:@AyitoMendez
Redacción Justicia
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