Jóvenes entre los 16 y los 24 años, en buen estado físico, excelentes nadadores –que se han criado en zonas de playa– y de familias de escasos recursos son los que los narcos están reclutando para que por unos pocos pesos –exponiendo sus vidas– carguen con cocaína embarcaciones que se encuentran en movimiento en altamar.
Esta es una nueva modalidad de tráfico de drogas detectada por las autoridades y utilizada especialmente por las redes asociadas al ‘clan del Golfo’ para contaminar con coca los contenedores que son transportados en buques mercantes, especialmente hacia puertos de España, Bélgica y Países Bajos.
Estos jóvenes, según una investigación de la Armada Nacional y la Fiscalía General, son ubicados por redes criminales en manglares de Cartagena, Santa Marta y Turbo, donde se encuentran tres de los principales puertos del país.
Por los controles que las autoridades ejercen en los puertos, que incluyen revisiones con perros especializados y equipos de alta tecnología, los narcos ahora buscan cargar la cocaína cuando las embarcaciones ya han salido del puerto, específicamente cuando pasan la boya de mar (marcación final del muelle) y llevan unos 30 minutos de zarpe.
Es en ese momento, afirmaron investigadores, cuando entran en acción esos jóvenes, quienes por su forma de ingresar a los barcos reciben el nombre de ‘micos’ o ‘trepadores’.
El contraalmirante Juan Ricardo Rozo Obregón, comandante de la Fuerza Naval del Caribe, le aseguró a EL TIEMPO que los narcos –con la complicidad de funcionarios de los puertos– saben la hora de zarpe, destino y carga de las embarcaciones que van hacia muelles europeos –donde un kilo del alcaloide puede costar hasta 60.000 dólares–.
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En cuanto salen a altamar, los barcos empiezan a ser seguidos por las lanchas. En ese punto los buques van a una velocidad de 15 nudos (entre 26 y 27 kilómetros por hora), una velocidad baja
Con esa información, los delincuentes dan luz verde para desplegar los grupos de ‘trepadores’.
Esas operaciones de contaminación de contenedores se hacen especialmente en las noches, se utilizan lanchas con motor fuera de borda o go fast, dependiendo de la cantidad de coca para llevar, y según el tamaño del cargamento se define el numero de ‘trepadores’ que se van a contratar. Mínimo 5, máximo 15, han detectado los investigadores.
“En cuanto salen a altamar, los barcos empiezan a ser seguidos por las lanchas. En ese punto los buques van a una velocidad de 15 nudos (entre 26 y 27 kilómetros por hora), una velocidad baja que permite que la embarcación se estabilice y consuma poco combustible”, dijo el oficial de la Armada.
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Esa baja velocidad es la que aprovechan los narcos para acercarse a la embarcación. Desde esta, algún cómplice lanza sogas que los ‘trepadores’ utilizan para ascender al barco, unos 15 metros sobre el borde de la embarcación.
El movimiento del mar, el viento y la oscuridad son los factores más críticos que enfrentan estas personas mientras abordan ilegalmente los barcos cargando en la espalda pacas de mínimo 20 kilos.
“La última carga que se incautó bajó esta modalidad fue de 1.500 kilos, por lo que trabajamos la hipótesis de que unos 15 jóvenes fueron contratados para la contaminación de esa embarcación, y que subieron y bajaron varias veces”, aseguró el contraalmirante Rozo.
Para las autoridades es claro que un error les puede costar la vida a estos jóvenes, ya que la lancha rápida que los transporta va pegada a la embarcación, y caer al mar podría llevar a ser adsorbidos por los motores, que son de gran potencia.
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Una vez en el barco, los jóvenes ubican la coca en el contenedor que ha sido señalado por sus cómplices en la embarcación para esconder el cargamento.
“Una vez encontrados los contenedores perfilados por la estructura, estos son abiertos y en ellos se ubican las tulas cargadas con cocaína, y son nuevamente cerrados con precintos falsificados similares a los que aseguraban el contenedor”, señaló el comandante de la Fuerza Naval del Caribe.
Los jóvenes, que son expertos nadadores, finalizada la actividad ilícita se arrojan al mar para ser recogidos por la tripulación de la lancha y dar por concluida la labor.
El contraalmirante Rozo señaló que el año pasado se detectaron dos casos en los que barcos extranjeros reportaron que vieron en las planchas de almacenamiento alrededor de nueve personas corriendo y que ellas no hacían parte del personal de esas naves.
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Al verificar se encontró droga en las embarcaciones, pero, como no hubo suficientes evidencias para ligar a las nueve personas con la droga, ellas fueron tratadas como polizones y dejadas en libertad.
Investigadores señalaron que los ‘trepadores’ solo estarían siendo usados en el cargue de los barcos y que esa modalidad no estaría siendo usada para sacar la droga antes de llegar a su destino en embarcadores en el exterior.
Durante el año pasado y lo corrido de este, las autoridades han incautado 3.850 kilos de cocaína a través de cinco casos. Los destinos eran los puertos de Valencia (España), Antwerp (Bélgica) y Róterdam (Países Bajos).

El contraalmirante Juan Ricardo Rozo Obrego, comandante de la Fuerza Naval del Caribe, dirige cada operación de interdicción.
Armada Nacional
De hecho, la Fiscalía General, con el apoyo de la Armada, acaba de concluir una gigantesca operación que llevó a la captura de 13 hombres, que integraban una poderosa red de narcotraficantes –que de acuerdo con las evidencias recopiladas tendría en su nómina varios grupos de ‘trepadores’–.
Al frente de este proceso estuvo el fiscal general, Francisco Barbosa Delgado, y se logró la identificación del jefe de la red, conocido con el alias de Hermanita, quien sería el enlace del ‘clan del Golfo’ en Bolívar.
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Este hombre, de acuerdo con la Fiscalía, era el encargado de financiar la organización, que tenía su centro de operaciones en islas cercanas a Cartagena, desde donde coordinaba los kilos a enviar y la embarcación a contaminar.
“Esta operación es el resultado de un trabajo integrado de la institucionalidad colombiana”, afirmó en su momento Barbosa Delgado.
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Las audiencias –para legalizar capturas e imputar cargos– se siguen desarrollando en Cartagena, ciudad desde la cual se coordinó toda la investigación y la operación.
La Fiscalía ha aportado un arsenal de pruebas contra los capturados, entre los que estarían financiadores, coordinadores y empleados de empresas de transporte marítimo, entre otros.
Los investigadores del ente acusador evidenciaron que los capturados les habrían pagado a los encargados de coordinar la contaminación de las embarcaciones en altamar una suma de ocho millones y medio de pesos por kilo.
“Lo cierto es que quienes arriesgan su vida, los ‘micos’, reciben una cifra irrisoria por kilo que cargan”, le dijo a este diario uno de los investigadores. A ellos no les pagarían sino sumas cercanas a los 200.000 pesos por kilo.
Esos ‘trepadores’ terminaron prestando sus servicios a una red que, según la Fiscalía, tenía contactos con un violento cartel sirio que es señalado de cobrar con la vida cualquier falla en sus embarques de droga.
ALICIA LILIANA MENDEZ
JUSTICIA
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