Tres balas de fusil segaron la vida de José Luis Campo, un curtido guerrillero de las Farc conocido como ‘Negro Simón’ o ‘Ácido’, quien desde noviembre del año pasado venía liderando la disidencia del sexto frente en el Cauca.
‘Negro Simón’, de 39 años, fue asesinado el pasado 3 de junio en el resguardo indígena de Cerro Tijeras, en Suárez, Cauca. Allí había conformado un grupo de no más de 30 hombres que denominó Epl, con el objetivo de mantener el control de los cultivos de marihuana que en ese departamento estuvieron bajo dominio de las Farc.
La muerte de Campo evidenció la guerra territorial que libran las dos disidencias de la guerrilla en ese departamento por el control de menos de un centenar de hectáreas donde verdea la marihuana.
No es un área tan extensa, pero tiene dos particularidades que la convierten en el escenario ideal para los narcos: casi todas están en áreas de resguardo, donde la Fuerza Pública no puede ingresar con tranquilidad, y, además, muchas de ellas corresponden a cultivos hidropónicos fácilmente camuflados y altamente productivos.
Reinaldo García, ‘Pija’, que en su momento integró la columna móvil ‘Teofilo Forero’ de las Farc, es la cabeza de la otra disidencia, según los reportes de inteligencia conocidos por EL TIEMPO. Su grupo tiene unos 80 hombres y los organismos de seguridad saben que está ofreciendo 1,8 millones de pesos a indígenas para que se vayan con él a la disidencia.
La Fiscalía y la Policía han venido realizando una radiografía de la situación en el Cauca y concluyen que buena parte de los 223 homicidios en ese departamento en lo que va del año, tiene que ver con la guerra por el control de la marihuana, que, además de las disidencias, tiene como protagonistas a pequeñas redes.
Los sembrados están concentrados en la zona norte del Cauca, en municipios como Corinto, Caloto, Toribio y Miranda.
“Las Farc fueron pioneras en los cultivos hidropónicos e invernaderos, con los cuales logran duplicar las cosechas de 2 a 4”, dice una fuente que conoce el negocio. Allá también lograron el cruce de diferentes tipos de marihuana hasta lograr las variedades con mayor concentración de tetrahidrocanabinol (THC), el componente psicotrópico de la planta. Así, el Cauca pasó de la marihuana normal a convertirse en el principal productor de la variedad punto rojo y, ahora, de la tipo ‘creepy’, que es la más cara del mercado. En el Cauca, los narcotraficantes sacan unas 134 toneladas de esta variedad por cosecha.
De lejos, la marihuana es la sustancia alucinógena más consumida en el país. A diferencia del cultivo de coca, que usualmente realizan familias en zonas de control de las Farc, las siembras de marihuana estaban en su mayoría bajo control directo de esa guerrilla. Con los jefes en el Cauca negociaban los traficantes que sacan la hierba hacia Bogotá, Cali y Medellín, así como a los puntos intermedios hasta el centro norte del país. El mercado de la Costa se surte por los cultivos de la Sierra Nevada.
De una hectárea cultivada con marihuana se extraen 2.000 kilos, que se venden en el narcomenudeo por dosis de entre 2 y 3 gramos. Mientras la variedad normal se vende al mayorista por entre 20.000 y 50.000 pesos, la ‘creepy’ puede costar 400.000 pesos.
Las autoridades tienen identificadas al menos ocho redes que habitualmente compraban la hoja en el Cauca y que ahora están pujando por quedarse con la parte de las Farc en el negocio.
Son bandas que se mueven desde municipios como Santander de Quilichao, donde también coordinan otros delitos como sicariato, robos y extorsiones. Una de las más violentas era la de los llamados ‘Car audio’, que según las autoridades tenía 15 miembros y manejaba además del microtráfico, el sicariato y extorsiones desde ese municipio del norte caucano. De los 15, ya han asesinado a cuatro este año. Hace 15 días murió el último, Julián Andrés Ocampo, conocido como ‘Animalito’.
Este año se han incautado en el Cauca 12 toneladas de marihuana en camiones que mueven alimentos a través de la vía Panamericana.
El negocio en la región está tan arraigado que en algunas zonas los moños de la mata suelen usarse para realizar algunos pagos, incluso de alimentos.
Además del Cauca, hay sembrados de marihuana en Magdalena, La Guajira, Meta, Tolima y Norte de Santander. Este año han sido erradicadas 121 hectáreas en esas zonas por parte de la Fuerza Pública.
En Corinto se concentra el 70 por ciento de las hectáreas sembradas con marihuana en el Cauca. No es raro ver las matas entre los cultivos de caña, producto emblemático de este municipio donde la mayoría de la población es de ascendencia nasa.
Precisamente, las siembras en territorios indígenas son una de las mayores talanqueras para la erradicación. Y no solo se trata de marihuana: en el Cauca hay al menos 9.000 hectáreas de coca, y los cultivos han venido creciendo ante el fin de la fumigación y los bloqueos de la comunidad a los erradicadores manuales.
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