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Conflicto y Narcotráfico

La misión de grupo élite de EE. UU. que encendió polémica en Colombia

La unidad militar llegó a la base militar de Tolemaida, en un avión Boeing C-17 Globemaster.

La unidad militar llegó a la base militar de Tolemaida, en un avión Boeing C-17 Globemaster.

Foto:Cortesía Fuerzas Militares de Colombia

Uniformados llegarán este lunes. Estarían inicialmente cuatro meses, pero su tarea podría ampliarse.

Un oficial de alto rango, con más de 20 años de servicio, y cuatro militares norteamericanos se encuentran en Bogotá hace varios días preparando la logística para la llegada y ubicación de otros 48 uniformados de la Misión SFAB, la brigada élite del Ejército de Estados Unidos, que apoyará la lucha contra el narcotráfico en Colombia y cuya presencia en el país generó una fuerte polémica esta semana.
Los militares estadounidenses, que hacen parte del Comando Sur, aterrizarán este lunes en la base militar de Tolemaida sobre el mediodía, confirmaron a EL TIEMPO fuentes de las Fuerzas Militares que también indicaron que los uniformados se trasladarán en un avión militar norteamericano, luego de recibir permisos aeronáuticos, y saldrá del país mañana mismo.
“En Tolemaida se reunirá el componente total, 53 militares, y allí pasarán los 14 días de aislamiento obligatorio bajo el estricto cuidado y control de un equipo de médicos”, dijo una fuente.
De igual forma, este diario logró establecer que el 16 o 17 de junio, luego de ser sometidos a exámenes médicos para descartar que estén contagiados, se daría inicio de manera oficial a la misión “de carácter consultivo y técnico para mejorar la efectividad en la lucha contra el narcotráfico” que duraría inicialmente cuatro meses.
Aunque el general Luis Fernando Navarro Jiménez, comandante de las Fuerzas Militares, aseguró que este cuerpo élite estaría en Colombia solo por ese periodo, la fuente consultada señaló que “ese tiempo se puede ampliar, por un periodo aún sin definir”, y que incluso se haría relevo de los uniformados que llegarán en la primera misión de esa fuerza en un país de Latinoamérica.
Aunque la presencia de militares de Estados Unidos y de otras naciones en Colombia no es nueva –incluso llegó a ser más alta en las épocas más duras del Plan Colombia, durante el gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana, cuando el mayor gasto económico corría por cuenta de la financiación de ese país–, la sola noticia sobre la llegada de este nuevo grupo encendió inmediatamente la polémica.
Sorprendió que la noticia se conoció a través de un comunicado de prensa de la Embajada de los Estados Unidos en Colombia expedido el miércoles y, aunque allí se mencionaba a funcionarios colombianos, solo unas horas después, cuando el tema ya era tendencia en redes, salió a hablar de la misión el general Navarro Jiménez. Al día siguiente hubo un pronunciamiento oficial del Comando Sur de los Estados Unidos y el Ministerio de Defensa de Colombia.
Llegaron dardos incluso del presidente del Senado, Lidio García, quien le dijo al presidente Iván Duque que esa corporación era la encargada de avalar el paso de tropas extranjeras por el país, a lo que respondió el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, que era una misión de asesoramiento, que los uniformados no iban a participar en las operaciones contra el narcotráfico y que no se trataba de un paso de tropas, sino del desarrollo de unos acuerdos de cooperación entre los dos países que datan de hace más de dos décadas.
En ese sentido se pronunció Rafael Pardo, exministro de Defensa, quien afirmó que es una operación de asistencia técnica que está en los tratados firmados por Colombia. “No requieren autorización del Congreso. A menos que sea, por ejemplo, una plataforma de tránsito a Venezuela, pero como no es el caso, no necesitan autorización del Congreso”, afirmó.
Otra cosa piensa la bancada del Polo Democrático, cuyos senadores y representantes firmaron un documento en el que insisten que el tránsito de tropas requiere autorización del Congreso y que la llegada de los militares es una “seria amenaza para la paz de la región y de Colombia” y exigen al gobierno Duque que “respete la Constitución y la soberanía nacional”.
Desde el Centro Democrático hubo un respaldo a la misión. Senadores como Paola Holguín señalaron que no había ninguna irregularidad y que era “un honor” contar con el entrenamiento de ese tipo de fuerzas élite.
Con el paso de las horas y la cercanía del desembarco de los uniformados de Estados Unidos, la polémica sigue creciendo y ya se anuncian debates en el Congreso para examinar el tema.

Es una oportunidad de mostrar nuestro compromiso mutuo contra el narcotráfico y el apoyo a la paz regional

La sombra de Venezuela

El exministro de Defensa Juan Carlos Pinzón señaló que el componente SFAB brindará a las tropas colombianas más capacidad de control territorial y de desmantelamiento de las estructuras criminales. Añadió que este tipo de asistencia se logra gracias al marco jurídico definido por el Acuerdo de Asistencia Militar entre la República de Colombia y los Estados Unidos de América de 1952 y que tuvo un ambicioso desarrollo con el Plan Colombia, que incluyó el fortalecimiento de la aspersión aérea con glifosato.
De esa cooperación nació, en el 2000, la Brigada de Fuerzas Especiales contra el narcotráfico; y en 2003, la Fuerza de Tarea Omega, que le propinó los más duros golpes a la guerrilla de las Farc en el oriente del país.
Si la presencia de uniformados de Estados Unidos en Colombia no es extraña –de hecho, en enero, en la base militar de Tolemaida se realizó un entrenamiento conjunto de 150 militares de fuerzas especiales colombianos y de la famosa División 82 del Comando Sur de los EE. UU.–, ¿por qué la llegada de la misión ha generado tanto debate?
La respuesta, para los analistas, está asociada a la coyuntura geopolítica que vive la región y a la situación concreta de Venezuela y el gobierno de Donald Trump. El despliegue del SFAB apoya la Operación Antidrogas de Mayores Esfuerzos, la cual fue anunciada el 1.º de abril por el presidente de Estados Unidos, acompañado por los altos mandos militares de ese país.
Ese día, Trump afirmó que 22 países trabajarían de manera coordinada para frenar el tráfico de drogas desde Colombia, México y Venezuela. Añadió que tenían información que daba cuenta de que los carteles dedicados al tráfico de drogas iban a aprovechar la pandemia para transportar más cocaína hacia Norteamérica. Y el secretario de Defensa, Mark Esper, afirmó que “el régimen ilegítimo de Maduro depende de los beneficios de la droga para mantener su poder opresor”.
Diego Celis, abogado, profesional en Gobierno y RR. II. y profesor de la Universidad Externado, aseguró que la misión podría preocupar a Maduro, dada la vinculación de miembros de su gobierno con el narcotráfico. “Ese régimen utilizará este hecho, en su acostumbrada retórica, para ocultar la acentuada crisis y la violación de derechos humanos que ocurre internamente”, dijo Celis.
Y el internacionalista Carlos Arévalo, expresidente de la Academia Internacional de Derecho, considera que Colombia y Venezuela “se están mostrando los dientes desde sus aliados”. Añadió que llegó con la llegada de barcos iraníes a Venezuela, ellos advierten: “no estamos solos, acá tenemos un aliado”.
Arévalo reconoció que preocupa la tensa relación entre Colombia y Venezuela y que estos países queden en la mitad de Irán y Estados Unidos, que “viven en un conflicto de baja intensidad, pero en todo caso un conflicto”.

Cuatro equipos serán enviados a zonas de cultivo

Los militares estadounidenses que llegan a Colombia se repartirán en cuatro equipos de trabajo –un oficial, dos suboficiales y 10 soldados por cada unidad– y serán enviados a cuatro bases operacionales designadas que dependen directamente del comando de las Fuerzas Militares.
El primer punto de trabajo en Colombia por el grupo de asesores de la Misión SFAB es la cadena ligada a la producción de cocaína, centrada en enfrentar a las redes criminales que se lucran de esta actividad ilegal.
Para ello, permanecerá en Bogotá el grupo que estará trabajando con la Brigada contra el Narcotráfico. El contacto directo del grupo en esta unidad es el coronel Rafael Hernando Jiménez, quien es el jefe de Estado Mayor.
Otro grupo se radicará en Tumaco, Nariño, donde se encuentra la Fuerza de Tarea Hércules, que cuenta con un componente de Ejército, Armada y Policía. Su razón de ser es la seguridad sobre el litoral del Pacífico. Esta es una de las zonas priorizadas por el Gobierno, ya que Nariño, Cauca y Valle suman 50.291 hectáreas sembradas con matas de coca, de acuerdo con el reporte de Naciones Unidas para 2018.
En Tibú, Norte de Santander, se instalará un tercer equipo de militares norteamericanos, allí se ubica la sede de la Fuerza de Tarea Vulcano, que tiene como zona de operaciones la región del Catatumbo, donde se estima que hay unas 30.000 hectáreas de narcocultivos, de las 33.598 detectadas en el departamento. En esta zona delinquen tres grupos armados organizados: Eln, los ‘Pelusos’ y las disidencias, que tienen a su favor el paso de la frontera con Venezuela.
El cuarto equipo se desplazará a La Macarena, en Meta, donde tiene su sede de operaciones la Fuerza de Tarea Omega, que enfrenta a las disidencias –cuatro frentes, el más grande al mando de ‘Gentil Duarte’– y redes criminales organizadas que delinquen en el oriente del país. Desde allí se mueve la coca a Brasil, que se suma al tráfico de armas.
Los militares norteamericanos estarán uniformados, y tendrán contacto directo con los jefes de Estado Mayor de cada unidad táctica, quienes se encargan del área administrativa, y serán los encargados de entregar un informe semanal sobre cada actividad desarrollada al comando de las Fuerzas Militares en cabeza del general Luis Fernando Navarro.
LORENA MUNAR RODRÍGUEZ Y ALICIA LILIANA MÉNDEZ
Redacción JUSTICIA
Twitter: @JusticiaET
Justicia@eltiempo.com
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