‘Ramiro Bigotes’, uno de los hombres más curtidos en la guerra del ‘clan Úsuga’, fue abandonado por sus seis escoltas cuando ingresaron los comandos especiales de la Policía a la finca donde pretendía pasar la noche. Este hombre de 44 años, al verse solo y rodeado, salió disparando su pistola Prieto Beretta y gritando: “Yo no me dejo coger, prefiero que me maten”.
Cuatro meses atrás, una pareja de policías de la dirección de Inteligencia se habían establecido en zona rural de San Pedro de Urabá y fingían ser cultivadores de plátano. Poco a poco se fueron integrando a la comunidad y lograron establecer la rutina de Fernando Oquendo.
Al considerado hombre de confianza del máximo jefe del ‘clan Úsuga’, Dairo Antonio Úsuga, ‘Otoniel’ —a quienes une una amistad de más de 25 años cuando los dos hacían parte del Bloque Centauros y sostenían constantes combates territoriales con Martín Llanos— lo habían condenado a 40 años de cárcel por ser coautor del crimen de Carlos Castaño Gil en el 2004.
La pareja de infiltrados mantuvo un bajo perfil al penetrar el anillo de seguridad de Oquendo o ‘Ramiro Bigotes’, estableciendo que no usaba celulares y que para impartir órdenes o comunicarse con ‘Otoniel’ lo hacía a través de correos humanos.
“’Ramiro Bigotes’ movía todo el negocio del narcotráfico en el Urabá y su base de operaciones la ubicamos entre Turbo, San Pedro de Urabá (Antioquia) y Valencia (Córdoba). Se movilizaba en moto o mula por lo agreste de la región”, dijo uno de los investigadores del caso a EL TIEMPO, quien resaltó: “Tenía el control de los laboratorios y un cristalizadero grande que le permitía producir cerca de una tonelada de coca al mes. Una ganancia base de entrada para el ‘clan’ de más de 2.000 millones de pesos, sin contar con la red de extorsiones que manejaba y que hace seis meses incursiono en la minería ilegal”.
‘Bigotes’, quinto al mando de la organización, y por quien las autoridades ofrecían hasta 150 millones de pesos por información que permitiera su captura, tenía a su mando unos 300 hombres y había logrado establecer en su ruta una serie de fincas que acondicionó para pasar sus noches.
“Sus preferidas eran cinco fincas para pernoctar; por seguridad no pasaba en un mismo lugar más de 12 horas. Cada espacio contaba con comodidades, entre ellas televisión satelital y un clóset con ropa de marca que le gustaba lucir. Su debilidad eran las jóvenes entre los 14 y 17 años y el trago de marca”, resaltó el investigador.
Una de esas fincas era ‘El Parquecito’ —ubicada en zona rural de Valencia— donde fue abatido ‘Ramiro Bigotes’ en la tarde del miércoles. Desde la mañana habían sido trasladados en helicóptero a la zona 12 comandos, quienes caminaron cerca de tres kilómetros hasta copar el lugar.
La muerte de ‘Ramiro Bigotes’ fue calificada por el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, como un golpe al corazón del ‘clan’, advirtiendo que la única ruta que le queda a este grupo de delincuentes es someterse a la justicia: "Esa opción está sobre la mesa cumpliendo con la Constitución y la ley. Y si no, ahí se mantendrá nuestra Fuerza Pública combatiéndolos en cualquier sitio en donde estén”.
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