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Mujeres, las que más sufren con el cambio climático

Son el 43 % de la fuerza laboral agrícola en países en desarrollo, pero muy vulnerables al fenómeno.

LAURA BETANCUR ALARCÓN
Cuando apenas era un niño, cortó madera y recorrió los ríos de la India. Vivió más de dieciséis años en el campo y entendió por experiencia propia las adversidades de la pobreza cuando no se conoce el medioambiente. En su recorrido, conoció las historias de cientos de mujeres campesinas, y eso cambió su perspectiva para entender el mundo.
Hoy, varias décadas después, Arvind Khare es una de las voces más relevantes en el ámbito global cuando se habla de derechos humanos y recursos naturales. Es director ejecutivo de la iniciativa Derechos y Recursos (RRI, por sus siglas en inglés), movimiento que une a 14 socios y 150 organizaciones internacionales, y que promociona reformas en la gestión forestal, las políticas públicas y el mercado.
Esa organización, la Federación Departamental de Mujeres Campesinas de Cundinamarca y la Universidad Javeriana se reunieron esta semana en Bogotá para debatir sobre una de las caras menos visibles del cambio climático: el impacto de este en las mujeres.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), las mujeres representan el 43 por ciento de la fuerza laboral agrícola en los países en desarrollo, lo que las hace vulnerables a los cambios que haya en suelos y fuentes hídricas.
De hecho, el Grupo Interagencial de Género de Naciones Unidas ha alertado sobre que, para el 2025, casi dos tercios de la población mundial estarán en riesgo de experimentar algún tipo de crisis en relación con el agua, y que son las mujeres quienes generalmente asumen las responsabilidades de limpieza, recolección de aguas y preparación de alimento.
El cambio climático, además, provocará migraciones hacia zonas más favorecidas por las temperaturas, pero las mujeres tendrán más dificultades de traslado, porque son ellas las responsables en un 90 por ciento del cuidado de las personas mayores y de los niños en las comunidades.
No se trata solo de las trágicas consecuencias. Las organizaciones internacionales también han evidenciado el valor de que sean las mujeres quienes encabecen las iniciativas por el clima. La FAO ha encontrado, por ejemplo, que el cierre de la brecha de género en la agricultura podría reducir entre 12 y 17 por ciento el número de personas hambrientas en el mundo.
También, según un estudio del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) que analizaba una variedad de modelos de gobernanza forestal, se concluyó que reforzar los derechos locales y de las mujeres sobre los bosques no solo es bueno para las comunidades, sino que es la mejor opción para conservar los ecosistemas.
En una conversación con EL TIEMPO, Arvind Khare no dudó en asegurar que las mujeres serán las más afectadas por este fenómeno, pero -paradójicamente- que son ellas las que menos poder de decisión tienen para definir la mitigación de emisiones de carbono e incluir temas en la agenda política, como la salud y la erradicación de la pobreza.
Para los expertos, las mujeres consideradas las mayores productoras de vegetales y frutas en el mundo, y tienen mayor conciencia sobre la importancia de conservar los ecosistemas.
¿Cuáles son los impactos del cambio climático en las mujeres?
Hay dos aspectos en este tema: las consecuencias del cambio climático, pero también el papel que va a tener la mujer en las estrategias de mitigación. Una de las primeras cosas que necesitamos entender es la situación de inequidad en la que están las mujeres, en cuanto a los ingresos en el ámbito rural y la falta de acceso a la tierra. Esto también se deriva en otros servicios como la educación y la salud. Ellas representan el segmento de la población que, debido al poder dominante, no puede tomar decisiones.
En el futuro, ¿cómo se verían afectadas por los cambios en la naturaleza?
Por las condiciones de las mujeres que acabé de mencionar, no quiere decir que no sean determinantes en otros aspectos. Las mujeres son las mayores productoras de vegetales y frutas en el mundo. Además, son las primeras conservacionistas de ecosistemas estratégicos.
Ellas están íntimamente ligadas con los procesos de la tierra y los recursos de los ríos, por eso son las primeras en conocer los efectos del cambio climático en las especies y los suelos. Son las primeras en saber cuáles cambios se deben hacer en las cosechas. Ellas lo saben porque es su día a día. Los científicos del mundo están, también, detrás de esos cambios, y por eso la importancia de las mujeres: ellas los conocen desde el primer momento.
Esto pasa en general con todas las mujeres. Pero, ¿difiere la situación entre las poblaciones afrodescendientes, indígenas y campesinas?
No soy experto en todos los segmentos de población que menciona, pero hay muy poco conocimiento sobre cada una de estas poblaciones y la conservación de recursos. Lo que sé es que el caso de las mujeres indígenas está mucho mejor documentado por los institutos de recursos nacionales, con respecto a los otros grupos. Se ha detallado cómo es la intervención de ellas con la naturaleza y cómo pueden aportar para salvar los bosques.
¿Cuáles son los factores de riesgo que las hacen tan vulnerables a la variación del clima?
Definitivamente, hay tres aspectos en los factores de riesgo. Uno es la inseguridad en cuanto al derecho a la tierra, el bosque, el agua y los recursos naturales. Aunque son las grandes productoras, solo son dueñas del 2 por ciento de las tierras.
La segunda es que si se ven los grupos de decisión a lo largo del mundo, ¿en cuáles están representadas las mujeres? En las decisiones sobre los recursos o ciertos fenómenos naturales ellas no participan, son las más afectadas y las que tienen mayor conocimiento. Es realmente trágico que en pleno siglo XXI, con los avances que hemos hecho en derechos humanos, casi el 50 por ciento de la Humanidad tenga que pelear por sus derechos. Si son la mitad del mundo, ¿por qué tienen que rogar por lo que les corresponde? Para sintetizar, ellas deben tener representación en las decisiones en los ámbitos global y local. No solo con una cuota, sino con una proporción poblacional.
¿Qué ha impedido que las mujeres no estén en el debate ambiental?, ¿la situación latinoamericana difiere de la asiática y de la africana?
Creo que, histórica y socialmente, el poder inequitativo entre hombres y mujeres ha definido cómo son nuestras instituciones, y eso ha sido determinante en lo ambiental. Esto ha producido ese desproporcionado acceso a la tierra entre ambos géneros.
La situación en cada continente varía: América Latina ha sido líder en reconocer los derechos de las comunidades, y se estima que un 30 por ciento de la tierra ha sido regresada a la población. Eso no significa que la situación sea la ideal, pero se han hecho esfuerzos, especialmente con la mujer indígena.
En comparación con los (países) latinoamericanos, Asia se ubica cerca del 20 por ciento del retorno de las tierras, y en África, desgraciadamente, solo hay 2 por ciento.
En el país acaban de entregar el censo rural, que advierte de una alta concentración de la tierra…
La tragedia del censo en Colombia es que se dio después de 45 años y no aporta información desagregada por hombres y mujeres. Cuando se observa que solo un bajo porcentaje de la población tiene la mayor parte de la tierra, tenemos que saber que ese pequeño porcentaje lo representan hombres y corporaciones, no las mujeres.
¿Cómo afecta este hecho las políticas de cambio climático?
A la par que se concentra la tierra, se concentra el poder político. Y esto deriva directamente en que el peso del cambio climático va a caer en los pobres y, dentro de ellos, en las mujeres. Porque quienes tienen los recursos económicos, en los momentos de emergencia podrán emigrar a países con mejores condiciones de mitigación de emisiones, pero quienes deberán permanecer y soportar las emergencias por desastres naturales serán los más vulnerables. Esta es una situación global, que ocurrirá cuando se agudicen los efectos del fenómeno del calentamiento.
¿Qué opina de la Conferencia de Cambio Climático que se va a llevar a cabo en diciembre en París?
La Conferencia de Cambio Climático de Naciones Unidas es una de las pocas agendas de esta organización que tiene el enfoque de equidad de género entre sus principios. Las mujeres tienen que luchar por ser parte de este debate. Algunas mujeres caucásicas van a estar, pero son las únicas.
Por supuesto, algunos países incluirán a mujeres en sus comités, pero estoy seguro de que menos del 20 por ciento de los delegados, que tomarán las decisiones importantes, serán mujeres.
Si las mujeres fueran parte de esas negociaciones, ¿qué cambiaría?
Sería un tratado muy diferente. No sería lo que se va a firmar en París. Si las mujeres hicieran parte de estas negociaciones, tendrían más relevancia tres grandes temas: equidad, erradicación de la pobreza y problemáticas de salud por el cambio del clima. Este es uno de los asuntos que más están preocupando a las mujeres, pero, probablemente, habrá una pequeña mención a estos temas, porque ellas no están liderando este proceso.
¿Qué caso de participación de las mujeres en temas de conservación ha sido exitoso?
Un buen ejemplo ocurrió en Brasil, cuando se les concedieron cerca de 120 millones de hectáreas a las comunidades. El Banco Mundial, luego de analizar cómo ellas tenían y cuidaban los recursos, concluyó que el costo de mantenimiento de las áreas, la conservación de las especies y otros beneficios resultaban más rentables para el Estado brasileño que invertir en la creación de parques nacionales o en áreas que exclusivamente se dedicaban a la preservación.
LAURA BETANCUR ALARCÓN
Redactora de Medioambiente
LAURA BETANCUR ALARCÓN
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