Este lunes 29 de agosto el país despertó con la noticia del cese de las hostilidades, pero en algunos lugares esa calma lleva varios meses.
En Toribío (Cauca), por ejemplo, hace casi dos años (22 meses) no se escucha un disparo y los habitantes coinciden en afirmar que con el proceso de paz se reactivó el municipio y esperan que se cumpla con el proceso para que no vuelva la guerra.
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Alcibiades Escué, alcalde del poblado caucano (nororiente), uno de los más atacados por las Farc en toda su historia, señaló que lo más importante en el camino hacia la paz es que su pueblo “ha iniciado la reconstrucción del tejido social”, y entre su gente se han sanado las muchas rupturas generadas por la guerra en ámbitos como el familiar y el social, incluso hasta en el hecho de recorrer sus bellos paisajes, propios de las estribaciones de la cordillera Central.
Según el burgomaestre, “hay un respiro porque han expresado con este acuerdo que se cierra una etapa de la historia, y se restablece la dignidad de los toribianos, quienes sintieron ese señalamiento y marcación que se hizo”.
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Los indígenas y campesinos que habitan en esta región del Cauca, y que ahora caminan por entre calles en las que mediante el arte la paz ha impregnado su día a día, sienten que aportaron con su resistencia el granito de arena para que al conflicto armado en Colombia se le diera una salida por medio del diálogo.
En Tolima y Huila también se siente la paz: “Estoy feliz, contento por el cese del fuego definitivo. Esa es una victoria para Colombia”, afirmó Jaime Yepes, representante a la Cámara por Tolima y quien fue víctima de la violencia. La pesadilla para este dirigente del partido de ‘la U’ y quien fue alcalde del municipio de Icononzo (Tolima), comenzó en 1995 con el secuestro de Zorayda García, en ese entonces su esposa y madre de 2 hijos.
“Hombres armados que dijeron ser de las Farc se la llevaron a la fuerza y posteriormente recobró la libertad”, recordó Yepes. Cinco años después hombres del bloque Tolima de las autodefensas secuestraron y asesinaron a su hija Johanna Yepes García, trabajadora social de 23 años.
“Todo eso ha sido muy duro, una pesadilla de muchos años, pero ya olvidé ese pasado violento; ahora trabajo sin descanso en los municipios para que la gente apoye el plebiscito por la paz”, comentó el dirigente.
Por su parte, Alfonso Lizcano Romero, exalcalde de Altamira (Huila), también ha apoyado el proceso de paz y lo hace pese a que fue secuestrado en 1997 por la columna Teófilo Forero, de las Farc.
El secuestro se presentó en San Vicente del Caguán cuando era diputado del Caquetá.
“Lo digo públicamente: perdono a las Farc por mis tres meses de cautiverio injusto, y votaré ‘Sí’ en el plebiscito”, aseguró Lizcano, quien recordó que durante su cautiverio “me dediqué a enseñarles matemáticas a los guerrilleros”.
Finalmente dijo que celebra el cese del fuego porque “traerá tranquilidad y una mejor vida para todos; además, era hora de que esta guerra llegara a su final”.
NACIÓN
*Con información de los corresponsales