El peligro latente de este metal tóxico se debe a que ocasiona efectos adversos tanto en la salud humana como en el ambiente.
Las formas más comunes de contaminación en el cuerpo humano se dan cuando la pintura envejece, se fragmenta y comienza a desprender pedazos; así como cuando se realizan obras de rehabilitación en los hogares que pueden ocasionar que se libere polvo contaminado con plomo.
Durante un estudio de campo de la Red Internacional para la Eliminación de los Contaminantes Orgánicos Persistentes (IPEN, por sus siglas en inglés) y la ong colombiana Colnodo se recopilaron y analizaron 39 latas de pintura decorativa (de uso doméstico) que se comercializaban en Bogotá y Neiva durante los meses de agosto y septiembre de 2016.
El resultado: 25 de las 39 pinturas analizadas, es decir, 64% de las pinturas contenían una concentración total de plomo superior a 600 partes por millón (ppm), cuando en la Unión Europea está prohibida la producción y en países como EE. UU., Filipinas y Nepal el límite permitido es de 90 ppm de plomo total.
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