Para explicar la salud de los glaciares, compuestos por nieve y hielo, Jorge Ceballos, glaciólogo del Ideam, hace una analogía con la de los humanos. “La nieve es el alimento de los glaciares, pues solamente si esta cae durante el tiempo suficiente para convertirse en hielo, los nevados permanecerán”, explica Ceballos. Agrega que el impacto del cambio climático sobre este ecosistema es totalmente irreversible. “El daño ya está hecho”, sentencia.
Sin embargo, considera que, aunque alarmante, el fenómeno forma parte de un ciclo y la mejor medida que pueden tomar los humanos es adaptarse a las nuevas dinámicas del clima.
“La principal preocupación que surge cuando se piensa en la afectación de los nevados es el agua, pues este ecosistema es uno de los principales proveedores del líquido a las poblaciones. Pero se debe tener en cuenta que el cambio climático no causará que el agua se acabe; lo que va a pasar es que el planeta se adapte, como ya lo está haciendo”, explica el especialista.
Para Ceballos, los glaciares funcionan como la alarma de un carro: “Si ésta se activa, no significa que se estén robando la alarma; significa que se están robando el carro”. En esta medida, los nevados son buenos indicadores de cómo está el clima en el resto del planeta; por eso, en su opinión, hay que prestar atención a fenómenos como el del Niño, los cuales se dan en mayores extensiones del territorio y tienen mayor afectación global.
Con el apoyo de la Tercera Comunicación Nacional de Cambio Climático, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (IDEAM) y el Programa de las Naciones Unidas Para el Desarrollo (PNUD).
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