Nunca antes en la historia han tenido los jóvenes colombianos tantas posibilidades de informarse y de hacerse escuchar como en la actualidad. Lo paradójico es lo lejos que parecen estar de querer tomar las riendas de su destino y determinar quién o quiénes trazarán su futuro.
Seis de cada 10 jóvenes dicen no confiar en las instituciones democráticas; siete de cada 10 piensan que a los gobernantes no les interesan sus opiniones; solo el 25% dice confiar en el Congreso, según Barómetro de las Américas.
La juventud, salta a la vista, está desencantada, por no utilizar otra palabra, con los políticos. No necesariamente con la política, sino con quienes la ejercen. Pero estas cifras no son nuevas, y han sido ampliamente documentadas, por estudios de la Registraduría y del Observatorio de la Democracia, entre otras entidades.
Por eso resultó interesante el ejercicio llevado a cabo por el viceministro del Interior, Luis Ernesto Gómez, quien recorrió en dos días y medio, en moto, 897 kilómetros entre Bogotá y Turbo, Antioquia, para conversar con unos 300 jóvenes en más de 20 municipios.
“Más allá de las estadísticas, que las conocemos de sobra, este viaje tenía como propósito realizar un estudio más cualitativo, charlar no solo con jóvenes de zonas urbanas, con universitarios, sino también con los de zonas rurales, personas de distintos estratos y niveles educativos”, explica Gómez.
¿Y cuáles fueron los principales hallazgos? Quizás el más impactante, y preocupante, es lo remota que parece estar la solución para reducir la abstención en el país. A la hora de preguntarles sobre qué es la política, decenas de muchachos, y muchachas, la definían en términos no muy amables: estafa y engaño, corrupta, deshonesta y mentirosa, una m*****.
Tampoco creen que se vaya a producir un cambio pronto. “Son los mismos de siempre”, argumentaba la mayoría. ¿Y por qué no hacen nada por cambiarlo? “Por desinformación”, respondían. Y no hablaban de #FakeNews (#NoticiasFalsas), sino de una notoria falta de interés en conocer las propuestas de los candidatos, tanto al Congreso como para la Presidencia.
“Es duro decirlo, pero los abstencionistas no pueden quejarse. Si no votaron, deberían guardar silencio. El tema es que deben salir a votar, por quien sea, pero salir. No puede ser posible que si la abstención hubiera sido candidata en las últimas 15 elecciones presidenciales, habría sido Presidenta en 12 ocasiones”, dice Gómez. “Pareciera que los jóvenes no saben el poder de influir que tienen”.
Y razón no le falta. El ejemplo está en Inglaterra. Después del Brexit, el referendo que marcó la salida de Inglaterra de la Unión Europea, la abstención de los jóvenes fue una de las principales causas de la derrota de quienes se querían quedar en la UE.
Este resultado caló en la juventud. Hábilmente, el Partido Laborista capitalizó la situación y en las recientes elecciones generales, en las que se creía que el Partido Conservador los iba a arrasar, los laboristas conquistaron el voto joven y el 76% salió a las urnas. ¿El resultado? No hubo victoria, pero los laboristas pusieron contra las cuerdas al partido de Theresa May, quien quedó en una posición muy frágil para gobernar.
“En Colombia, que de por sí es uno de los países de América Latina con mayor abstención, debemos entender que esto de la abstención es un desastre”, agrega Gómez.
Durante gran parte del ejercicio, el viceministro no se identificó como tal, sino como un encuestador de la firma ficticia “No sabe, No responde”, por lo que obtuvo respuestas bastante francas: “Los políticos son una m*****; yo le doy mi voto a quien me dé algo; yo voto por el que menos robe, porque todos roban; para qué votar, si todos son unos corruptos”.
Pese a que no todas las respuestas fueron negativas, no hubo suficientes que permitan concluir que la cosa va a cambiar.
Sin embargo, la peor diligencia es la que no se hace y por eso esta llamada #RutaDeLaAbstención constituye la primera piedra de una fuerte campaña que va a iniciar el gobierno para incentivar el voto juvenil.
“Este recorrido es la primera parte de una serie de iniciativas en universidades y redes sociales que impulsará MinInterior para motivar a los jóvenes a votar”, explica Gómez.
¿Servirá? Veremos en las elecciones del 11 de marzo o en las presidenciales. Para las del próximo mes, la cosa está un tanto difícil. De las 300 personas entrevistadas, no hubo más de 50 que dijeran que iban a votar para el Congreso. Y para las presidenciales la cosa pinta algo mejor, pero lejos de lo que busca el viceministro.
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