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Presidencia

Luis Gilberto Murillo: ¿Usted se siente capaz de complementar a Fajardo?

Luis Gilberto Murillo es padre de tres hijos, de 20, 28 y 30 años, que empezaron estudiando en el Chocó. Ahora, viven en el exterior.

Luis Gilberto Murillo es padre de tres hijos, de 20, 28 y 30 años, que empezaron estudiando en el Chocó. Ahora, viven en el exterior.

Foto:Claudia Rubio

María Isabel Rueda entrevista a Luis Gilberto Murillo, candidato a vicepresidente de Sergio Fajardo.

Supe por primera vez de usted y por boca de Germán Vargas Lleras, quien lo recomendó como ministro de Ambiente. Desde entonces me interesó mucho su hoja de vida. Mi pregunta es: ¿cómo entró al gobierno Santos como cuota de Cambio Radical y hoy está tan lejos de ese partido que lo apadrinó?
Obviamente, con Germán Vargas hicimos un trabajo muy importante, sobre todo en temas del Pacífico; recorrimos toda esa región. Fui gobernador con el apoyo y el aval de Cambio Radical, que lideró una coalición donde estuvo el partido Verde, el Partido Conservador, la Alianza Social Indígena.
Luego renuncié a Cambio Radical cuando se dio en el 2017 la crisis de gobierno, por algunas diferencias en torno a la legislación relacionada con el acuerdo de paz.
Ahí renuncié al Ministerio y al partido. Pero el presidente Santos me pidió que siguiera a título personal, que no era necesario renunciar ni al Ministerio ni al partido. Entonces seguí en el gobierno, más a título personal.
¿Para algunos, una traición?
No, de ninguna manera. Tengo una relación cordial con Germán Vargas. Simplemente fue público que, si había algunas diferencias, pues lo más correcto era apartarse del partido, ¿no?
Una vez salió de Cambio Radical, ¿qué hizo?
Después del ministerio salí al exterior, más en actividades académicas en la Universidad American en Washington y después en el MIT. Y fundamos en el 2019 el partido Colombia Renaciente, que se origina en comunidades afrocolombianas; y aunque no estaba activo en su militancia, sí les aporté un poco en la definición de la plataforma política, hasta que me invitaron a ser precandidato en la Coalición Centro Esperanza… Pero cuando inicié los acercamientos, sentí que no era bienvenido, que querían un menor número de candidatos.
Por eso tomaron la decisión de salirse y presentar su candidatura por fuera de la coalición, como Íngrid…
Exactamente.
Y estando en esas fue cuando lo buscó Sergio Fajardo…
Sí, estábamos en campaña por todo el país y Sergio me llamó a que lo acompañara como su fórmula vicepresidencial. Yo conozco a Sergio hace ya más de una década, desde nuestra época, él de gobernador de Antioquia y yo del Chocó. Y sacamos algunos proyectos conjuntos que fueron exitosos, como el contrato Plan Atrato Gran Darién, que incluía Chocó, Antioquia, Córdoba, con el apoyo del Gobierno Nacional. Fue una muy buena iniciativa y desarrollamos una amistad a lo largo del tiempo. Me pareció una buena oportunidad para unir fuerzas.

Donde Sergio quiere que yo asuma un papel muy visible y protagónico es en los asuntos ambientales y climáticos, y en los temas de región, para llegar a esa Colombia muy lejana y muy profunda

¿En qué va a complementar usted a Sergio Fajardo?
Coincidimos mucho en la visión de país, más ideológicamente desde la perspectiva de centro, y con un liderazgo cercano a la gente, a la ciudadanía. Donde Sergio quiere que yo asuma un papel muy visible y protagónico es en los asuntos ambientales y climáticos, y en los temas de región, para llegar a esa Colombia muy lejana y muy profunda, que no tiene voz. Inclusive, que pensemos en una mejor manera de dialogar entre el Gobierno Nacional y las regiones, porque ese esquema de gobernanza actual se ha agotado.
Y colaborar para que el acuerdo de paz se implemente con sentido de urgencia. Que se fomente la inclusión no solo regional, sino de los grupos que han estado muy al margen del Gobierno y de la sociedad, como indígenas, negros afrocolombianos, campesinos, pescadores, y que el Gobierno tenga una buena representación de esas comunidades con gente que ya se ha formado y está lista para ayudar a gobernar desde el Gobierno Nacional.
El vicepresidente no será en ningún caso una figura decorativa, sino empoderado con esas tareas.

Hay una percepción en el país de que la población negra afrodescendiente siempre vota de la misma manera y no es así. Hay una gran diversidad, distintas expresiones políticas

¿Usted qué opina de Francia Márquez?
Aprecio y admiro el trabajo que hace Francia, mujer muy destacada dentro de nuestra comunidad, que ha abierto espacios muy importantes, poniendo al país a hablar de temas que normalmente no se tocaban. Pero ella ha recorrido su propio camino, que es un poco más desde una perspectiva crítica de izquierda. La nuestra es más de centro. Eso refleja la diversidad que hay en la comunidad negra y en la comunidad del Pacífico y del Caribe: no pensamos de la misma manera.
Por eso mismo le pregunto. No necesariamente un candidato a vicepresidente de origen afro garantiza que todos los afrodescendientes colombianos van a querer votar por él, porque también tienen distintas tendencias...
Eso es cierto. Hay una percepción en el país de que la población negra afrodescendiente siempre vota de la misma manera y no es así. Hay una gran diversidad, distintas expresiones políticas, y eso se refleja mucho en la votación.
Tan es así que solo hasta ahora la comunidad negra afrodescendiente está haciendo un esfuerzo por votar por una agenda que le afecte o le beneficie directamente. Antes, muy poco se hacía. Su comportamiento político estaba más en línea con el promedio del electorado colombiano.
Y no paran las peleas en el Centro Esperanza… La última fue porque el ex defensor del Pueblo Álex Negret se quiso ir con Fico y ahora lo amenazan hasta con un juicio ético. ¿Si se fue con Fico, tenía su derecho, o no?
Es cierto que las peleas que se están dando muy en el contexto de la política colombiana conllevan la descalificación del uno y del otro muy en lo personal. Las diferencias deberían marcarse en términos de visión de país, de propuestas, en el marco de un diálogo más serio.
Por eso, inclusive desde que estaba en la candidatura presidencial, yo intenté tender puentes con los distintos sectores para establecer puntos comunes y puntos de divergencia. No creo que ayude ese ambiente de pugnacidad y de descalificación del uno y del otro, eso envía un mal mensaje al país.
El mensaje que tenemos que enviar a la ciudadanía es que contamos con un liderazgo maduro, que no solo puede sentarse a establecer diferencias, sino también a construir acuerdos y consensos.
Pero lo que estamos viendo es que en casi todas las expresiones políticas del país es muy difícil construir acuerdos mínimos. Eso no le ayuda al país a responder sus desafíos.
Ahora bien, dentro de la coalición sí creo que hubo muchas disputas y peleas en la etapa de la consulta, pero eso ahora se ha superado bastante. Y coincido en que cada quien tiene derecho a tomar sus propias decisiones y a definir qué alianzas hace. Uno puede estar de acuerdo o no, pero eso no se puede llevar al plano personal.
¿Ese fundamentalismo de Sergio Fajardo, consistente en que los buenos son los que están ahí y los malos son los que están por fuera, no los perjudica a ustedes en el sentido de dificultarles ampliar la base de su electorado y remontar un poco las cifras de favorabilidad en las encuestas?
Puedo decir que hay decisiones que sorprenden. Obviamente, la de Íngrid de acercarse al Centro Democrático sorprendió, por lo que se venía planteando hasta hace poco. Pero creo que nosotros tenemos que focalizarnos no tanto en esos acuerdos, sino en promover nuestras propuestas, movernos por el país, enamorar al electorado.
Sin descalificar a los demás…
Correcto. Eso no ayuda a conseguir nuevo electorado, pero tampoco le ayuda al país. La gente está esperando que le presenten soluciones. Me muevo por toda esa otra Colombia donde la gente muy poco está en ese debate de izquierda, de derecha, de centro… La gente lo que quiere son soluciones. Mire, acabo de estar en el Chocó, donde asesinaron a 9 jóvenes. Sigue la ola de asesinatos en Quibdó. La gente quiere seguridad, que los jóvenes puedan estar tranquilos, que tengan oportunidades, que la gente pueda salir después de las seis de la tarde, que no los maten o los extorsionen. Por el contrario, rechazan y les repugna esa pugnacidad de la política, que tanto se ve en Bogotá y en los centros urbanos.
Usted, doctor Murillo, tiene una cara muy grata, una actitud muy amable, se ve que es una persona muy pacífica. ¿También es capaz de discrepar en un momento dado con el doctor Fajardo?
Claro. Trabajamos desde hace muchos años con Sergio y en algunas cosas hemos estado de acuerdo, en otras no. Pero tenemos una manera ya políticamente muy adulta para trabajar sobre esos desacuerdos. Esa confianza que desarrollamos para decirnos las cosas es lo que da la tranquilidad de que esas diferencias no nos van a llevar a rupturas, como en el pasado se han presentado entre otros vicepresidentes con sus presidentes.

Tenemos una responsabilidad frente a todas esas regiones apartadas: el Chocó, el Pacífico, zonas del Caribe...

¿Si su fórmula con el doctor Fajardo no pasa a segunda vuelta, usted se retira de la política?
No, yo creo que apenas estoy empezando en el contexto nacional. Tenemos una responsabilidad frente a todas esas regiones apartadas: el Chocó, el Pacífico, zonas del Caribe con mucha población que quiere integrarse a los circuitos de prosperidad en el país.
Es la manera de lograr que la gente pueda vivir en paz y en tranquilidad, incorporando a todas esas regiones que han estado muy alejadas del desarrollo.
Mire que el Banco de la República hizo un estudio hace dos años donde establecía que Quibdó, para tener los indicadores socioeconómicos de la Bogotá de hoy, requiere de medio siglo. Entonces, creo que hay toda una tarea que tenemos que hacer y quiero contribuir en ella desde mi experiencia, mis contactos, mi perspectiva.
Yo he vivido en el extranjero, pero la verdad, a mí me jala el país, y yo quiero estar es en Colombia.
Debe ser difícil para su esposa rusa escoger en qué lado del mundo debe estar a estas alturas: si apoyando a su país en la invasión a Ucrania o acompañándolo a usted en su aventura política… ¿Es decir: que si a ella le toca escoger alguna guerra, prefiere estar en la de acá, pero a su lado?
En Colombia dicen que detrás de cada hombre hay una mujer; ella se pone muy molesta y siempre dice que no se está ni delante, ni detrás, sino de lado. Y, obviamente, entiende que sí es mejor dar la batalla en Colombia que darla en Rusia… (Risas).
¿Y cuántos hijos tienen?
Tres. De 20, 28 y 30. Todos empezaron estudiando en el Chocó, pero los dos menores ya están más en el extranjero, en el área de Washington, aunque muy conectados con Colombia.
¿Y contentos con el desafío político que ha resuelto aceptar, o más bien atortolados?
Eso está dividido. Hay dos que están un poquito atortolados y hay uno que está contento.
Por último, usted está buscando la ayuda de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que no utilicen una vieja sanción de cuando usted era gobernador del Chocó como razón para no dejarlo ser vicepresidente. ¿Eso en qué va?
Algunos plantean que tengo una inhabilidad y eso no es cierto. En el año 95 hice una inversión de 5 millones en una escuelita de Andagoya en el Chocó, para reparar un techo que se iba a caer encima de unos niños.
Pero el dinero tenía legalmente otra destinación…
Era para desarrollar educación ambiental. Planeación no consideró que hubiera un cambio de destino, pero un juez resolvió condenarme por eso a seis meses.
Perdón la cuña, pero siendo fiscal el doctor Alfonso Gómez Méndez, y yo ponente del Código Penal en el Congreso, eso se suprimió como delito si no afectaba la inversión social...
Pues ustedes me salvaron…
No tanto (risas), pero este cambio era lógico. Si a un dinero público con una destinación específica le sale una prelación urgente dentro del mismo sector, pues no se produce realmente ese cambio de destinación...
En el 2015, después de un fallo de la Corte Constitucional, el juez, en aplicación del principio de favorabilidad –porque una cosa que era delito ya no lo era– determinó que se me restituyeran todos mis derechos. Pero ahora el Consejo Nacional Electoral resolvió reabrir la investigación y por eso recurrimos a la Comisión Interamericana, para que se evite que se me vayan a violar mis derechos políticos, y no nos sorprendan con algunas de esas decisiones que a veces se toman en la justicia colombiana.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO
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