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Economía

Una metodología innovadora que revoluciona en el mundo

La Dragon Dreaming combina la teoría de sistemas vivos y la ecología profunda con métodos tradicionales de gestión de proyectos.

La Dragon Dreaming combina la teoría de sistemas vivos y la ecología profunda con métodos tradicionales de gestión de proyectos.

Foto:Istock

Dragon Dreaming hoy se emplea en Colombia para adelantar proyectos sostenibles.

Popularmente casi nadie sabe qué es Dragon Dreaming, pero lo cierto es que esta metodología, que se considera como la más innovadora, está revolucionando el mundo, construyendo tejido social e impulsando proyectos sostenibles, inclusive en nuestro país.
A nivel global se está aplicando con éxito en más de 8.500 proyectos en 53 países y se ha extendido globalmente, gracias a la capacitación de más de 300 personas que dictan talleres por todo el mundo.
El método de Dragon Dreaming ha sido definido como “holístico de máxima creatividad, ideal para proyectos empresariales y de emprendimiento, que combina la teoría de sistemas vivos y la ecología profunda con los métodos tradicionales de gestión de proyectos, además de integrar las sabidurías ancestrales de los aborígenes australianos”.
El australiano John Croft, uno de sus creadores, lo describió como “un modelo orgánico de ‘sistemas vivos’ que brinda muchas respuestas sobre cómo crear proyectos exitosos desde la perspectiva de un nuevo paradigma sostenible”.
También, como “un punto de vista que proporciona nuevos conocimientos sobre la vida misma, sobre cómo podemos llegar a estar “plenamente vivos” y como una filosofía inspirada en la ecología profunda, la sabiduría aborigen indígena, las últimas nuevas ciencias y descubrimientos neurológicos, y la teoría de sistemas vivos. La filosofía, el modelo y la metodología Dragon Dreaming se descubre mejor al realizar proyectos transformadores, y con los talleres”.
Su principal objetivo es “el desarrollo de proyectos colaborativos que cumplan con el principio de ganar-ganar-ganar. Es decir: crecimiento personal, construcción de comunidad y servicio al planeta”, explica a EL TIEMPO Hanna Cuenca, la única entrenadora de formadores en Dragon Dreaming que se adiestró con Croft, comunicadora de la Javeriana y máster en Intervención Social por la Universidad de la Rioja.
Eso significa que un proyecto impulsado con Dragon Dreaming tiene que ser bueno para todos. “Para mí, para mi equipo y el entorno y para el planeta. Si una comunidad o colectivo se identifica con esto, es una excelente herramienta para planificar y desarrollar”, asegura.
La metodología trabaja con los sueños conscientes de una persona que, al compartirlos con otros, los vuelve colectivos y, al hacerlo, impulsa su sueño individual para convertirlo en un proyecto comunitario y colaborativo.
Esta herramienta ha sido utilizada en movimientos como la red internacional de transición, integrada por comunidades creadas por personas de todo el mundo “que sienten el deseo de reunirse con sus vecinos para ver qué pueden hacer para que sus comunidades sean más felices, saludables y resilientes”, y, por la red global de ecoaldeas, que se consideran como laboratorios para el futuro, pues si no aprendemos a vivir juntos como comunidad, nada funcionará, aunque se encuentren soluciones ecológicas.
El primer taller de Dragon Dreaming para planificar proyectos colaborativos y sostenibles se realizó en 1991 y, desde entonces, ha ido creciendo y transformándose. Salió de Australia hace 14 años y se difundió por Europa, África y América, incluida Colombia.

Los principios

La base de la metodología de Dragon Dreaming reposa en 3 principios fundamentales: el crecimiento personal, sanando y empoderando al individuo; la creación de comunidad, al fortalecer el espacio al que pertenece; y el servicio a la tierra, al generar bienestar para todas las formas de vida.
“Desde la percepción occidental (materialista, economicista, tecnificada y digitalizada), la incursión en la dinámica Dragon Dreaming nos saca de nuestra zona de confort, nos hace bailar con nuestros dragones (los miedos), a trabajar aspectos internos de nuestro ser, como lo es la creencia y vivencia de unas relaciones humanas más auténticas”, opina en un ensayo Carlos de Juan, activista de la Fundación OuiShare, sin ánimo de lucro, creada en París en 2012.
“De este modo, en un ambiente con muchos toques lúdicos y otros menos, se accede a un estado permanente de tipo caórdico (una mezcla entre el caos y el orden) donde despertar la creatividad y la conexión con uno mismo y con los demás se siente como una unidad que integra las diferencias”, sostiene.

La dinámica Dragon
Dreaming nos saca de la zona de confort, nos hace bailar con nuestros dragones (los miedos) y trabajar aspectos internos de nuestro ser

Según otros expertos, una comunidad o una empresa que se adiestra en esta técnica recibe herramientas para desarrollar proyectos de forma integral, pues el Dragon Dreaming promueve no solo el crecimiento de un individuo sino el de comunidades igualitarias y la responsabilidad activa a favor del planeta.
Lo que diferencia a Dragon Dreaming de otras metodologías “es su carácter abierto a nuevas herramientas y, sobre todo por acoger las diferencias o dualidades e integrar la lógica como la intuición, lo individual como lo colectivo, tu interior como el entorno, la teoría como la práctica, el pensamiento como la acción, el trabajo como la diversión, el éxito como el fracaso y acoger tanto el sí como el no”, de acuerdo con el activista Carlos de Juan.
La metodología del Dragon Dreaming puede aplicarse a todo tipo de personas, colectivos, proyectos o empresas. Se desarrolla en 4 etapas que se repiten varias veces hasta lograr el diseño definitivo de un proyecto: soñar, planificar, actuar y celebrar. La última etapa trae consigo reflexión y evaluación sobre lo aprendido y la aceptación y el impulso del nuevo proyecto.
Hana afirma que en el ejercicio de Dragon Dreaming en Colombia se ha encontrado con administradores, psicólogos, economistas, sociólogos, comunicadores, artistas e ingenieros, entre otros y que “todos tienen en común la inquietud por desarrollar proyectos de una manera más armoniosa, humana y colaborativa”.

Años de trabajo

Pero, la concepción del Dragon Dreaming no se improvisó. Es el resultado de casi 30 años de múltiples búsquedas de los esposos australianos y fundadores Croft y Vivien Elanta (fallecida) sobre sus experiencias en la planeación estratégica, su relación cercana con los aborígenes N’oongar , nativos de Australia, y se ha inspirado en agentes de cambio como Gandhi, en la ecología profunda de Arne Naess y Rachel Carso, en la educación popular de Paulo Freire y en la teoría de los sistemas vivos de Gregory Bateson, entre muchos otros, según explica Hanna.
Cuenta que la metodología llegó a Colombia hace 10 años de la mano de colombianos residentes en España y Ecuador, principalmente, quienes “tomaron el taller introductorio que entrega las herramientas para la etapa de planificar y que explica las generalidades del método. Con esa información básica empezaron a implementarlo en los procesos de planificación de sus organizaciones. Otros colombianos han encontrado material en internet y lo han aplicado”.
Entrenadores de Chile, como Carolina Millar, han venido y realizado talleres introductorios en Colombia, pero el gran sueño es traer a John Croft, el fundador de la metodología. Aquí también se ha trabajado en diferentes escenarios de organizaciones sociales, espacios participativos y en fortalecimiento de procesos de organizaciones culturales.
“Con Fundación Social regional Soacha realizamos la facilitación para planificar tres proyectos del plan de desarrollo de la comuna 1 en el año 2017. Fue una experiencia muy interesante, pues se abordaron tres ejes con 100 líderes sociales de diversas edades y características”, revela Hanna.
Dragon Dreaming Colombia también ha trabajado con la Fundación Crepes and Waffles en Montes de María y, aunque Hanna reconoce que no se ha hecho el seguimiento apropiado, también se ha empleado en varias ecoaldeas para enriquecer sus procesos de trabajo colaborativos.
Marián Ríos, una colombiana que vive entre España y nuestro país, ha formado facilitadores que acompañan procesos con víctimas del conflicto y con la Comisión de la Verdad. Por otra parte, también se han realizado trabajos con otras organizaciones sociales, culturales y equipos empresariales a través de la Corporación Arikuandari creada por Hanna y la facilitadora Olga Acevedo para promover Dragon Dreaming en Colombia.
Igualmente, ha facilitado “el fortalecimiento de equipos en entidades como la Comisión de la Verdad, Sanitas, Netco Solutions, entre otras, y realizado talleres introductorios con invitados internacionales, para construir un grupo base de personas que luego puedan formarse como entrenadores”, afirma Hanna.
A nivel mundial se han hecho numerosos proyectos de Dragon Dreaming como se mencionó al principio de la nota. John Croft, el fundador, lidera, por ejemplo, procesos en África con comunidades que desarrollan sus planes de desarrollo a partir de la metodología Dragon Dreaming.

Cómo opera

Aquí, como en todas partes donde se imparte esta metodología, un sueño consciente individual es el punto de partida de un proyecto.
Eso porque se lo conecta “con el sentido del sueño en la cultura de los aborígenes N’oongar, para quienes todo lo tangible alguien lo soñó alguna vez. Es decir, que todo surge cuando haces conciencia de tu sueño. Todos los días soñamos miles de cosas y nos decimos: ¿Y si construyéramos esto? ¿Y si emprendiéramos aquello? Sin embargo, el sueño individual suele morir en el silencio”, afirma Hanna.
Por eso la necesidad de compartir el sueño y hacerlo colectivo. Todo cambia cuando comenzamos a hacerlo. “Descubrimos que hay personas que también lo intuían o que tenían sueños similares o complementarios” y, entonces, es cuando se comienza a soñar en conjunto, a revisar información básica y a sentar las bases para comenzar a planificar un proyecto.

Todos los días soñamos miles de cosas y nos decimos: ¿y si construyéramos esto? ¿Y si emprendiéramos aquello? Sin embargo, el sueño individual suele morir en el silencio

“Cuando varias personas encuentran que trabajar juntas les permite desarrollar un gran sueño conjunto, constituido por muchos sueños individuales y colectivos, es cuando se inicia el proyecto. Es decir, cuando se hace el duelo del sueño personal, me abro, para hacer posible ese y muchos sueños más y empezamos a tejer un gran sueño junto con los otros”, explica Hanna.
De acuerdo con la metodología del Dragon Dreaming, “el producto que resulta de la etapa de soñar en un círculo de sueños es la hoja de ruta que inspira el proceso de planificación para ver cómo lo hacemos realidad, lo ejecutamos y lo celebramos. Con la etapa de celebración, que recoge y reflexiona sobre los procesos, los aprendizajes, el sentido del ejercicio realizado, se construye la sabiduría para volver a soñar el proyecto, en un nuevo ciclo ya enriquecido por la experiencia anterior”.
“De esa manera las etapas de soñar, planificar, ejecutar y celebrar se repiten cíclicamente, pero nutridos por la experiencia generan una espiral de crecimiento y sostenibilidad. John Croft dice que de 1.000 proyectos que se sueñan, 100 se planifican, 10 se ejecutan y solo 1 se celebra, que es el proyecto que se sostiene en los años”, subraya Hanna.
Hoy más que nunca el futuro es incierto, pero debemos ser conscientes de que está en permanente cambio. Eso exige, según el activista Carlos de Juan, “adoptar una actitud integradora que permita estrategias flexibles y adaptativas, que son posibles por la implementación de una cultura basada en el triple ganar (gano yo, la comunidad y el planeta), con la confianza, cooperación, comunicación auténtica, la celebración de un modelo de trabajo colaborativo, la responsabilidad personal y el compromiso compartido”.
Es decir, un sueño tejido durante casi tres décadas que se consolida como una realidad.
GLORIA HELENA REY
PARA EL TIEMPO
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