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Empresarios y jóvenes han transformado la economía durante la pandemia: BM

Carlos Felipe Jaramillo Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina

Carlos Felipe Jaramillo Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina

Foto:Mauricio Moreno/El Tiempo

Dice que en Colombia rebote es más dinámico de lo esperado, pero aún falta para salir al otro lado. 

En el 2020, el covid encerró al mundo. Al menos a buena parte, lo que impidió producir, trabajar, llevó a la pobreza a mucha más gente. En el 2021 hay muchas menos restricciones. Se recupera la producción.
¿Cómo va esa reactivación? ¿El empleo la siente? ¿Cambia la sensibilidad para el desarrollo? ¿Hay lecciones que mejoran los negocios? Esta es la visión del vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, el economista colombiano Carlos Felipe Jaramillo.
Un año o más después de los duros confinamientos que paralizaron la producción, ¿cómo avanzan América Latina y el Caribe?
En la crisis tan grave por la pandemia el año pasado, la economía latinoamericana cayó un poco más del 6 por ciento. Estamos muy contentos porque hemos tenido que revisar ya varias veces las proyecciones del 2021 hacia arriba. Colombia es uno de los países donde más hemos tenido que revisarlas, porque el rebote de la economía está siendo mucho más dinámico de lo que pensábamos originalmente. Y en algunas de las economías grandes de América Latina está pasando algo similar. Ya este pronóstico del crecimiento regional para América Latina está alrededor del 7 por ciento. Hace 6 meses pronosticábamos, con suerte, 5 por ciento.
La actividad económica estaba volviendo rápido. Las políticas han ayudado a que la gente vuelva a tener confianza. Un factor importante ha sido la vacunación. Pero hay trecho por recorrer. No es que ya nos hayamos recuperado y hayamos salido al otro lado y estemos en la situación de prepandemia. Sobre todo en el mercado de trabajo tenemos preocupación porque las tendencias, en buen número de países, Colombia incluido, es que todavía no se han recuperado los empleados que se perdieron.
El Banco y otras voces han coincidido en que la crisis de covid abría la oportunidad para pensar en un desarrollo con menor desigualdad, menos dañino para el ambiente, con más oportunidades digitales. ¿Sí se está pensando en esas posibilidades?
Diría que todavía no. Creo que la sociedad y los gobiernos han estado todavía muy capturados por la respuesta de corto plazo, y un poco abrumados. Pero soy optimista desde el punto de vista de que se volvió tan evidente la desigualdad, que todo el mundo está dándose cuenta de que es un problema serio, que contribuyó a los problemas de las protestas y todas estas manifestaciones de inconformidad –que se han dado en buen número en Colombia–. Soy optimista en el sentido de que la pandemia ha agravado estos problemas, pero, al mismo tiempo, los ha hecho mucho más evidentes. Y veo tanto al sector privado como al público preocupados y con más ideas. Es un buen comienzo, pero diría, resumiendo, que hace falta mucho. No se ha hecho lo suficiente. 

Los gobiernos siguen abrumados
por el corto plazo. Pero la desigualdad se volvió tan evidente que todos están dándose cuenta de que es un problema serio

Sobre el tema verde, no creo que sea por la pandemia, pero la juventud latinoamericana se ha vuelto mucho más consciente que los mayores del daño que le hemos venido haciendo al medio ambiente, que no solamente se manifiesta en el famoso cambio climático global, sino daño a los bosques, en el daño a las aguas, a la naturaleza. Y siento, en estas primeras visitas, que hay más conciencia y que hay más deseo. Una vez la agenda de la pandemia pase a un segundo nivel, esto va a ser lo principal para gobiernos y sector privado.
Usted ha dicho que los gobiernos deberían facilitar la manera de reinventarse los empleos que era previsible que se perdieran definitivamente. ¿Lo han hecho?
Hemos visto algo positivo. Un cambio estructural que se venía dando antes, pero que se ha acelerado con la pandemia: el crecimiento de algunos subsectores, sobre todo aquellos muy ligados al tema digital y otras áreas muy novedosas y creativas y de alta productividad que aceleraron su crecimiento. De manera que la economía sale diferente después de la pandemia, con nuevos subsectores que tienen mucho potencial de jalonar, de más productividad. Y más adecuados para lo que se viene adelante en cuanto a puestos del futuro. Creo que eso ocurrió un poco por la actividad de los empresarios, de los jóvenes, de la gente que está metida en este tema. Todavía no he visto un programa de gobierno que haya sido tremendamente exitoso en canalizar eso, pero estoy convencido de que los gobiernos tienen que ayudar a que esto se vuelva un poco más masivo, porque todavía son pequeñas empresas o son grupos pequeños, pero esto podría ser muy interesante.
Ante el doble golpe de la pandemia –más gasto y más deuda–, ¿ha habido avances en mayor efectividad del gasto?

Veo como inevitable que todos los países de la región, en los próximos dos o tres años van a tener que hacer unas políticas de fortalecimiento de la situación fiscal

Es heterogéneo. Hay algunos países, sobre todo los que estaban en situación fiscal más apretada, que se han visto obligados a hacer una revisión muy seria de su casa (igualmente eso sería bueno hacerlo todos los años). Ecuador ha tenido una serie de dificultades fiscales en los últimos años, y con la pandemia se les agravaron. Ha tenido que ser mucho más selectivo sobre dónde pone su recursos públicos. En todos los países la situación se deterioró, pero hay algunos en los que todavía hay espacio, y revisar su situación fiscal aún es una labor pendiente.
Veo como inevitable que todos los países de la región en los próximos dos o tres años van a tener que hacer unas políticas de fortalecimiento de la situación fiscal, porque todos hemos salido más débiles. Hay que volver a generar ahorros, porque nunca se sabe qué otras crisis se avecinan. Sería efectivo hacer recortes en áreas no tan prioritarias y mirar temas de reformas tributarias.
Y ante el aumento de la deuda, ¿qué hace una institución como el Banco Mundial?
En eso hay un debate internacional, principalmente porque la situación es muy heterogénea. No estamos como a mediados de los años 80, con crisis de pagos. Aprendimos que uno de los peores errores es saber que hay un problema de capacidad de pago de la deuda y no enfrentarlo, y seguir pateándolo para adelante. Allí se perdió una década mientras se veía cómo se salía del hueco.
Bien importante para aquellos países en que la deuda se está volviendo impagable. En América Latina tenemos dos casos muy conocidos, Argentina y Ecuador, que están empezando el proceso de reestructuraciones de su deuda.
Creo que situaciones extremas como Ecuador y Argentina no tenemos más en América Latina. Lo importante es resolverlas rápido para que las economías no entren en décadas perdidas. Que se hagan los ajustes que haya que hacer. Ojalá que, como en todos los procesos de quiebras, todos pongan. Que “es imposible pagar estas deudas”. Entonces acreedores, trabajadores, empresarios, que todo el mundo ponga y contribuya a resolver el problema.

Mujeres, informalidad y desigualdad

El Banco Mundial, dice Jaramillo, ve con preocupación que una parte de la población se pasó de la formalidad a la informalidad, con un deterioro en la calidad del empleo. También, advierte que ha disminuido la tasa de participación, es decir que personas en edad de trabajar dejaron de buscar. “Gente –dice Jaramillo– que se ha tenido que quedar en la casa o se ha desmotivado”.
Subraya también que estos fenómenos han tenido un impacto desproporcionado en las mujeres. Son más las mujeres que han tenido que retirarse de la fuerza de trabajo, que han tenido que quedarse en casa porque tienen que cuidar a sus padres o a los niños cuando no estuvieron yendo a la escuela. Los hombres han regresado más rápidamente, señala.
También hemos visto, con mucha preocupación –dice el vicepresidente del Banco Mundial–, que ahora que los niños y los jóvenes vuelven a la educación, hay niñas que salieron de la escuela y no han regresado porque las necesitan en la casa para labores familiares, o ya se desmotivaron. Hay una deserción desproporcionada también para las niñas”.
Otro tema que preocupa es que se está saliendo con mayor desigualdad de la pandemia que como se entró. Todo este golpe le ha dado mucho más fuerte a la población más vulnerable, señala el funcionario, en parte porque en el acceso a internet ya había una desigualdad tremenda.
Así, los que han tenido acceso se pudieron conectar al trabajo y tener educación. Pero cerca de la mitad de la población de América Latina no tiene todavía acceso a Internet. Algunos lo tienen, pero caro y lo usan poco. Esa brecha digital exacerbó la desigualdad, concluye Jaramillo.

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