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El té vive en el país cafetero

La cosecha de la hoja es una de las labores de más cuidado en el cultivo, pues debe cortarse de forma especial.

La cosecha de la hoja es una de las labores de más cuidado en el cultivo, pues debe cortarse de forma especial.

Foto:Archivo particular

Con algo más de 50 hectáreas, Agrícola Himalaya satisface buena parte del mercado local.

La Cumbre (Valle del Cauca). De mera carambola, sin que nadie se lo propusiera en serio y mucho menos bajo un plan diseñado, así llegó el cultivo del té a Colombia hace más de medio siglo.
Esos primeros arbustos fueron importados por la Secretaría de Agricultura del Valle, a comienzos de la década de los años sesenta del siglo pasado, sembrados y olvidados, sin mayor control.
Así se mantuvieron por algo más de tres años hasta que en el proceso de parcelación del predio entre la familia propietaria, uno de sus miembros pidió que le entregaran esos lotes, por su interés en los arbustos.
De esta forma nació una de las agroindustrias más exóticas (que pocos creen que existe) en medio de un país que convierte en tintos más de 1,5 millones de sacos de café por año, mientras que en franca lid están 300 millones de bolsitas de té que Agrícola Himalaya produce anualmente en sus plantas de La Cumbre y Yumbo, en el Valle del Cauca.
Hoy, esta empresa cuenta con más de 50 hectáreas sembradas con dos variedades de té, procedentes de China e India, más una, la camboyana, resultado del cruzamiento de la primera con la segunda.
Actualmente, siguen sembrados esos mismos palos de té que llegaron al país, procedentes de India, junto con los que se han sembrado como hijos de aquellos.
Pese a que el área es pequeña en comparación con otros cultivos, Himalaya tiene la suficiente oferta de materia prima para su producción, bajo la marca comercial Té Hindú, una de esas pocas marcas que han perdurado tal como fueron diseñadas originalmente.
“Crecer el área no es nada fácil”, dijo uno de los agrónomos de campo, en el corregimiento de Bitaco, del municipio de La Cumbre, donde están los cultivos.
“En general, son apenas tres variedades comercialmente viables (que se siembran en el país), acompañadas de un manto de celo que los indios o chinos le han puesto a los temas de investigación y desarrollo del cultivo, pues son muy pocos los resultados que sobre esto se conocen en el mundo occidental”, indicó el especialista.
Además, los tiempos no dan para que esta actividad ofrezca una rentabilidad a corto plazo, pues los tiempos son amplios entre las etapas de siembra y producción; sin embargo, una plantación es productiva, los 365 días del año, durante más de 75 años, convirtiéndose así en un atractivo flujo de caja. Por ahora, Agrícola Himalaya está incrementando sus densidades de siembra para lograr más producción y productividad, con el objetivo de satisfacer la capacidad instalada de su planta. Asimismo, sus equipos para los procesos de poscosecha han sido sometidos a una renovación de tecnología.
Tampoco descartarían la posibilidad de manejar negocios agrícolas similares a los de la caña de azúcar, como las cuentas en participación y la agricultura por contrato.
Vale la pena destacar que, en todos los procesos, el cultivo del té debe contar con mano de obra especializada. El más importante, el de la recolección, debe hacerse con extremo cuidado, pues cosechar la hoja no es sinónimo de defoliar el arbusto, sino de escoger siempre las hojas más tiernas y aptas para los procesos productivos.
Otro de los detalles que merece ser destacado es que una vez cosechada la hoja, debe llevarse al proceso de poscosecha lo más pronto posible, pues comienza a degradarse en todas sus cualidades como materia prima.
JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ
Redacción de Negocios
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