La negociación del salario mínimo para el 2021, que comienza este lunes 30 de noviembre en la Comisión de Concertación de Políticas Laborales y Salariales, promete ser, desde todo punto de vista, atípica.
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Y no es para menos: pese a la recuperación de 3,7 millones de puestos de trabajo entre abril y septiembre, la tasa nacional de desempleo de ese último mes se ubicó en 15,8 por ciento y la economía registró un crecimiento del –9 por ciento en el tercer trimestre (–8,1 por ciento en año corrido a septiembre).
En cuanto a la productividad anual, distintas fuentes, tanto del Gobierno como de los gremios, estiman que en el mejor de los casos podría ser ligeramente positiva; pero algunos ya hacen proyecciones negativas. También señalan que la inflación a fin de año se ubicará entre el 2 y el 2,5 por ciento, producto de la reducción del consumo.
Pese a que estos datos, que son claves para calcular el aumento del mínimo cada año, son un reflejo de la difícil situación de la economía, las centrales obreras, que hacen parte de la Comisión en representación de los trabajadores, sorprendieron con su propuesta conjunta de aumento para el año que viene.
“En cifras redondas –dice Miguel Morantes, presidente de la Confederación de Trabajadores de Colombia– proponemos que el mínimo para el 2021 sea de 1 millón de pesos (hoy es de 877.802 pesos) y que el subsidio de transporte suba a 120.000 pesos (para este año es de 102.853 pesos). Es necesario que la gente tenga suficientes recursos para poder comprar productos de sectores golpeados por la crisis, estimular la producción y, por consiguiente, generar empleo”.
Teniendo en cuenta los cálculos del Dane para octubre, el incremento total equivaldría a 8,1 veces la inflación anual.
“La caída de la economía –afirma Diógenes Orjuela, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores– está ligada a la caída de los ingresos, y es cierto: la gente no tiene con qué comprar”.
Sostiene que, a diferencia de otros años, no puede calcularse el incremento solo con base en los indicadores de inflación y productividad anual, “porque los de este año son efecto de una crisis; si la inflación y la productividad son bajas, es porque la gente no está comprando y porque nuestro aparato productivo resultó golpeado por la pandemia”.
Esta propuesta hace parte de un pliego de peticiones que incluye renta básica para quienes no tienen salario mínimo o perdieron empleos; subsidio a la nómina de mipymes y derogatoria del decreto que creó el piso de protección social.
Gremios y analistas respondieron a la iniciativa pidiendo prudencia.
Sandra Forero, presidenta del Consejo Gremial, señala que es necesario tener en cuenta argumentos técnicos y de política económica para calcular el mínimo: “Los indicadores de productividad e inflación, que siempre han hecho parte de los análisis; el de desempleo, que sigue siendo muy alto, y el de informalidad laboral, que es del 47 por ciento”.
Para la presidenta del Consejo Gremial, “el reto grande que tenemos es recuperar más de tres millones de empleos para llegar a los promedios que teníamos y superar la informalidad. En cualquier escenario debemos tener presente que no se pueden poner en riesgo la sostenibilidad, la recuperación económica y la generación de empleo, que es lo que necesita el país”.
En eso coincide Bruce Mac Master, presidente de la Andi, para quien “probablemente esta sea la negociación más delicada que tengamos por muchos años en Colombia”. Y agrega que “debemos tomar la mejor decisión posible, entendida no como el mejor beneficio para unos pocos sino para la sociedad y toda la ciudadanía. Los sindicatos hacen su propuesta pensando en quienes tienen empleo formal, no en los desempleados e informales, que son los grandes olvidados en estas negociaciones”.
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Analistas como Mauricio Reina, investigador de Fedesarrollo, señalan que la coyuntura requiere que el Gobierno –que en anteriores negociaciones ha apoyado aumentos por encima de la inflación– mantenga la prudencia y escuche los argumentos técnicos.
“Es mucho más responsable tener un aumento salarial no muy alto frente a la inflación esperada, para no generar más desempleo; este podría ser de entre el 2 y el 3 por ciento”, afirma. Y frente al argumento de las centrales, sobre el comportamiento atípico de la inflación y la productividad, Reina asegura que no por eso deben desconocerse, “la situación actual que reflejan nos va a regir durante muchos meses”.
Mauricio Cárdenas, exministro de Hacienda, señala finalmente que una situación atípica requiere una negociación diferente: “No se debe repetir el tire y afloje de todos los años. Propondría un pacto que vaya más allá del salario mínimo y que incluya otros aspectos, como la extensión del subsidio a la nómina para nuevos trabajadores”, dice.
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Sonia Perilla Santamaría
Economía y Negocios
En Twitter: @soniaperilla