Javier Díaz, presidente de Analdex, le dijo a EL TIEMPO que después de los duros golpes recibidos por la economía del país, y aun cuando la recuperación puede ser lenta, ya es hora de hacer la tarea interna porque “no hemos sido juiciosos” en ver cómo se reducen costos y cómo se eliminan las barreras.
Así mismo, y en relación con el Congreso Nacional de Exportadores que se realiza este martes y miércoles en Medellín, señaló que de allí quieren salir con una agenda de trabajo para los 10 meses que quedan de Gobierno, estableciendo cuáles son las prioridades y a dónde deberían enfocarse para que repunten las ventas al exterior con esas acciones.
Hay muchas críticas frente al débil comportamiento de la industria en el país, y señalan que algo no anda bien con el empresariado. ¿Usted tiene la misma percepción?
Yo diría que el aparato productivo estuvo muy afectado por todo el proceso de ‘enfermedad holandesa’ que vivió la economía colombiana. Recuperarse de eso toma tiempo, y solo ahora empieza uno a ver síntomas de recuperación en la parte de los transables internacionalmente.
Lo que primero responde es agricultura. Es mucho más fácil arrancar un cultivo que una inversión en una planta o una modernización tecnológica. Algunos sectores o productos de la industria manufacturera empiezan a tener un mejor comportamiento en materia exportadora, pero esto va a tomar tiempo porque seguimos siendo un país muy costoso para exportar e importar en Colombia.
Esto, en concordancia con estudios del Banco de la República y del Departamento Nacional de Planeación, reafirma que los costos logísticos pesan un 15 por ciento del valor del producto final, pero hay otra serie de costos. Los empresarios se siguen quejando por el costo de la energía, siendo un tema que ya se había hablado, pero ahí no ha pasado nada.
¿Para usted, el comercio del país viene reaccionando de acuerdo con las expectativas?
Lo que hay que entender es que a la economía colombiana le ha pasado lo que a una persona con la que uno se encuentra y viene con una pierna enyesada y con una muleta, y al preguntarle qué le pasó contesta que al pasar la calle la atropelló un carro, y cuando trató de levantarse echó reversa y volvió a golpearlo, y para protegerse se subió al andén y una moto le pegó. Entonces, cuando a uno le cuentan esa historia concluye que no le pasó nada después de lo que vivió.
Eso le pasó a la economía del país; primero, con la caída de los productos básicos, en los que se había centrado toda nuestra oferta exportable y buena parte del tema productivo en lo minero-energético; después viene el fenómeno del Niño, y luego la remata el paro camionero del año pasado.
Con esos tres choques, y cuando uno ve que la economía está creciendo, el año pasado al 2 por ciento y este un poquito por debajo, uno dice que realmente le fue bien y no tuvo crecimiento negativo, como sí lo tuvieron Ecuador, Argentina y Brasil.
Por eso, la recuperación es lenta, pero también hay que hacer la tarea porque no hemos sido juiciosos en ver cómo reducimos costos y cómo eliminamos barreras.
Para algunas empresas, las herramientas de facilitación del comercio no cumplen su propósito y, por el contrario, dicen que los procesos están llenos de obstáculos. ¿Qué les dice al respecto?
Eso es así. Parte de lo que se ha estado trabajando con la Dian es precisamente un nuevo código de aduanas. Estamos en la discusión de que en el régimen sancionatorio deberíamos privilegiar el cumplimiento voluntario de las obligaciones, porque hoy si un importador se da cuenta de un error en el proceso y va a corregir, y se acerca a la Dian para hacerlo, lo que recibe es una sanción.
Algo que no debería suceder porque ese importador está poniendo la cara y su intención es arreglar algo que la entidad pasó por alto. Esto, en lugar de un castigo, debería tener un estímulo, luego estamos pidiendo que ese régimen diferencie entre error y fraude, que no sancione los errores formales y sí lo haga con los fraudes.
Para tener los beneficios de esa facilitación que está en el código, necesitamos contar con una plataforma electrónica que hoy no tiene la Dian. Se había previsto que estuviera lista para marzo del 2018, pero ya el director nos dijo que vamos en agosto, entonces esto es parte de lo que nos preocupa.
¿Sienten que el nuevo Estatuto Aduanero está muy crudo en implementación y prevalecen las confusiones?
Así es. Con sus quejas los empresarios tienen razón en ver que la cosa no arranca. Se ha tenido que aplazar la entrada en vigencia de la normativa porque no estamos preparados en la Dian.
Estamos sujetos a que lo de la Dian arranque, pero, como le digo, el sistema solo va a estar hasta agosto del año entrante, luego ese es uno de los temas que tenemos que entrar a ver cómo lo ponemos a andar, así sea de manera provisional. Yo le he dicho al director de la Dian que miremos qué cosas que benefician esa facilitación y que logran que exportar o importar sea mucho más fácil de pronto las arranquemos, así sea de forma manual.
¿Cree usted que el país sí está aprovechando al máximo los TLC, o qué le falta para que sean realmente beneficiosos?
Hay que reconocer que el país no ha aprovechado los TLC, en buena medida por lo que le decía. Cuando entraron en vigencia estábamos en medio de una ‘enfermedad holandesa’ que llevaba a que la rentabilidad no estuviera en las actividades transables internacionalmente.
Creo que ahora están dadas las condiciones para que uno empiece a aprovechar esos acuerdos y el acceso a los mercados. Fue importante en su momento firmarlos para ponernos en igualdad de condiciones con nuestros competidores, pero, ya que cambió el escenario, que tenemos una tasa de cambio mucho más adecuada y que tenemos una recuperación de economías como la estadounidense y la europea, eso juega a nuestro favor.
Pero hay que hacer la tarea interna en el tema del aparato productivo y crear cultura exportadora, puesto que hoy las pequeñas y medianas empresas tienen a las exportaciones en el séptimo lugar entre sus prioridades, como lo señalan algunos estudios.
¿Colombia sigue dependiendo de las ventas tradicionales al exterior o en realidad se ha visto un crecimiento en la diversidad de productos exportados?
Creo que ya empezamos a ver un cambio en esa tendencia. Acordémonos de que las mineroenergéticas alcanzaron a ser el 70 por ciento de las exportaciones y las no mineroenergéticas, el 30.
Hoy estamos de nuevo en un 50-50, y particularmente en el sector agrícola comienza uno a ver unas exportaciones dinámicas de algunos sectores como café, azúcar, flores, banano, pero también aparece el tema de frutas, de aguacate y de pesca. Ahí hay posibilidades de consolidar una oferta agroindustrial y que se vea un crecimiento. Y algo en manufacturas y confecciones.
¿Cuáles son las expectativas para las exportaciones del país para lo que queda del año y para el 2018?
Tenemos que hacer la tarea de disminución de costos, eliminación de barreras, volver a tener a la actividad exportadora como una prioridad. Si se avanza en esa tarea, creo que en el segundo semestre podría tener un mejor desempeño y terminar el año por encima de 36.000 millones de dólares en exportaciones (un año récord fue el 2012, cuando se vendieron más de 60.000 millones), y en dos o tres años estar nuevamente sobre esos 60.000 millones de dólares.
ALEJANDRO RAMÍREZ PEÑA
Redacción Economía y Negocios
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