Esta semana, el Dane reveló que el año pasado la incidencia de la pobreza monetaria se ubicó en el 39,3 por ciento de la población, lo que indica que el número de personas en esta condición —la de tener que vivir con ingresos por debajo de 354.031 pesos— pasó de 21 millones a 19,6 millones.
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Mientras tanto, una tendencia similar se vio en la pobreza monetaria extrema, que se redujo de 15,1 a 12,2 por ciento entre el 2020 y el 2021, para una caída de 2,9 puntos, que refleja que el año pasado se pasó de 7,41 millones a 6,11 millones de personas que no tuvieron más remedio que vivir con menos de 161.099 pesos al mes o, en otras palabras, que un hogar debió vivir con menos de 644.000 pesos al mes, apenas el 71 por ciento de un salario mínimo.
Si un hogar está a cargo de una mujer que no tuvo ningún estudio o solo cursó la primaria, se encuentra en desempleo y trabaja por cuenta propia, esta familia sufre todos los rigores de la pobreza
El Dane confirmó la previsión de varios sectores, en el sentido de que el aumento de la inflación, que se inició desde el 2021, limitó las mejoras en crecimiento, en empleo y el impacto de los programas sociales y las transferencias monetarias como el de Ingreso Solidario.
Juan Daniel Oviedo, director de la entidad, dijo que ese encarecimiento de precios ‘amilanó’ la caída de la pobreza monetaria y que al aislar su efecto se habría visto una reducción de hasta 6,6 puntos porcentuales en 2021. El Dane también confirmó un descenso en la pobreza multidimensional, indicador que refleja las privaciones de los hogares en materia laboral, condiciones de salud, de la niñez y adolescencia, entre otros.
Según los datos, el 16 por ciento de la población se encontraba el año pasado en situación de pobreza multidimensional, para una disminución de 2,1 puntos porcentuales frente al 2020 con el inicio de la pandemia, cuando fue de 18,1 por ciento. Es decir, el país pasó de tener 9,04 millones de personas en esta condición en el 2020 a 8,07 millones en el 2021, con lo cual 971.000 personas salieron de esta condición en el último año.
A su turno, el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de los ingresos en un país, mejoró al ubicarse en el nivel previo a la pandemia, toda vez que pasó de 0,544 en el 2020 a 0,523 en el 2021, cifra mejor al 0,526 del 2019, y que cuanto más cerca esté a cero indica que un país es menos desigual.
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Y ahora que en 2022 la inflación ha acelerado más, analistas y empresarios exponen las tareas que hay que impulsar para que al final de año la situación de pobreza y desigualdad siga mejorando.
Para Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, una de las prioridades del próximo gobierno debe ser, sin duda, la recuperación del empleo, que es la fuente primordial de reducción de pobreza y pobreza extrema. Por su parte, Carlos Sepúlveda, decano de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, explica que detrás de esa reactivación en las plazas laborales viene el aumento en los ingresos, y que hay tres canales para apuntar a bajar más la pobreza.
En primer lugar, según el académico, está la generación de trabajo de buena calidad; en segundo lugar, el sostenimiento de mecanismos de distribución de ingresos, particularmente el fortalecimiento de transferencias, y, como tercer punto, naturalmente está mantener a raya la inflación para no elevar más el costo de la línea de pobreza.
En cuanto a la pobreza multidimensional, Sepúlveda destacó la mejora en el 2021 en inasistencia escolar, por lo cual el llamado es a continuar los esfuerzos de presencialidad en los colegios.
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“Aunque la pobreza monetaria no mide la calidad educativa, hay una responsabilidad como sociedad para apuntar a cerrar la brecha de capital humano que se deterioró en el marco del confinamiento estricto que vivió el país durante la pandemia”, apuntó.
Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Empresarios (Andi), considera que se requiere una estrategia contundente, efectiva y de largo plazo con dos componentes fundamentales.
El primero, la implementación de un programa robusto de atención a la población más vulnerable por parte del Estado, que incluya programas en marcha como Ingreso Solidario, Jóvenes en Acción, Beps y Familias en Acción, bien focalizados y repotenciados, con vocación de largo plazo.
En segundo lugar, una estrategia que conduzca a la defensa de los empleos actuales y la generación sostenible y sostenida de nuevos puestos, que necesariamente pasa por fortalecimiento e incentivo a la actividad empresarial.
“Debemos ser capaces de responder preguntas en ocasiones consideradas políticamente incorrectas como: ¿qué cambios normativos harían realmente la diferencia para generar más empleo? ¿Cuáles son los obstáculos para la formalización laboral? ¿Qué esfuerzos debe hacer el país para ganar la competencia por ser el destino de las grandes inversiones internacionales?”, aseguró.
Y es que a juicio del dirigente gremial, resulta crítico que no se permita seguir complejizando el régimen laboral, pues esto va en contravía de la formalidad; y por el contrario, existan estructuras que sean atractivas para la ubicación de nuevas empresas.
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Según el Dane, si un hogar está a cargo de una mujer, entre los 26 y los 35 años, que no tuvo ningún estudio o solo cursó la primaria, se encuentra en desempleo y trabaja por cuenta propia y además, por obvias razones, no puede cotizar a pensión, esta familia sufre todos los rigores de la pobreza.
Cuando el hogar está a cargo de una madre, la incidencia de la pobreza es de 42,9 por ciento, mientras que por rango de edad la pobreza afecta al 48,3 por ciento de quienes tienen entre 26 y 35 años, aunque en menores de 25 años el indicador también está entre los más altos, y fue de 46,6 por ciento.
En quienes no han estudiado, la incidencia de la pobreza fue del 47,7 por ciento, y en los desempleados, el indicador sube al 64 por ciento, mientras que entre quienes no cotizan a pensión el 50,3 por ciento tiene pobreza monetaria.
Además, en las que ninguna persona trabaja, la pobreza golpea al 52,1 por ciento, porcentaje que baja al 30,3 por ciento si dos o más personas devengan ingresos.
Asimismo, en los hogares con una persona, el nivel de pobreza afecta al 13,6 por ciento de estos, pero cuando están compuestos por cuatro o más personas, el 49,1 por ciento de estos son pobres.
Y del total de familias del país con tres o más niños, el 79 por ciento se encuentra por debajo de la línea de pobreza, según los datos del Dane correspondientes al 2021.
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