Cuando el ingeniero civil Luis Carlos Sarmiento Angulo está con sus colegas se siente como en casa. Así se le vio este miércoles, antes, durante y después de recibir de la Sociedad Colombiana de Ingenieros (SCI) la máxima distinción que otorga el gremio: la medalla Francisco José de Caldas.
“Le gusta la construcción más que los bancos, y se distrae y descansa mirando planos”, comenta Andrés Escobar, quien trabajó ocho años con él y gerenció la firma edificadora de la Organización Luis Carlos Sarmiento Angulo (LCSA), Construcciones Planificadas.
El empresario se graduó de bachiller del Colegio Mayor San Bartolomé con apenas 15 años. A esa corta edad ingresó a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional, en la cual obtuvo el título en 1954. (Lea también: 'El país se encuentra en una importante transformación')
Allí se caracterizó por la amistad incondicional con varios de sus colegas. De eso da fe el ingeniero Carlos Angulo, decano de los presidentes de la SCI, quien recuerda las vacaciones que pasaban en Pacho, Cundinamarca, por allá en los años 40. “La relación, muy estrecha desde jóvenes, se mantiene”, anota Angulo, quien asegura que el “ingenio” ha sido una de sus virtudes.
Es una palabra que tiene estrecha relación con “ingeniero”, y que él ha sabido canalizar al máximo, comenta Alberto Mariño, quien ha compartido 21 años con el empresario y actualmente maneja las concesiones del Grupo Aval, el conglomerado financiero del empresario.
Coincide con Escobar en que “basta hablarle de obras civiles, infraestructura, planos… para que se olvide, por lo menos por unos largos minutos, de lo demás. Es su pasión y en donde demuestra que nada es un obstáculo. Tiene solución para todo, una capacidad mental única y una memoria impresionante. Recuerda documentos, cifras y cada detalle de sus negocios”, enfatiza Mariño.
Esa conexión con el oficio también lo llevó a ser presidente de la SCI en 1977 y 1978, la casa que este miércoles lo llevó a evocar sus inicios laborales.
Sumando experienciaEn el cuarto año de universidad trabajó como ayudante en la empresa Cuéllar Serrano Gómez. Sumó experiencia, también, en el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, donde fue calculista de geodesia. Emprendió otra aventura de trabajo en la firma Santiago Berrío y Cía., hasta que fundó su propia empresa constructora, con la cual empezó a atender todos los frentes: vivienda, comercio, oficinas, infraestructura.
Con ese crecimiento empresarial, en 1970 la Organización Luis Carlos Sarmiento Angulo se convirtió en socia fundadora de la Compañía de Seguros Alfa y en 1973, de la Corporación de Ahorro y Vivienda Las Villas, entre otras.
“Es un visionario, capaz de atender todas las aristas de sus negocios, sea el que sea”, anota el exministro de Vivienda, Luis Felipe Henao, quien actualmente es asesor de la fundación LCSA.
“Sin ser abogado, evalúa y capta hasta el más mínimo detalle, y como ingeniero, tiene la capacidad de resolver cualquier aspecto técnico”, explica.
En materia de vivienda, la ‘villa’ fue su sello personal en las urbanizaciones que hoy componen varios barrios de Bogotá como Villa Adriana, Villa Sonia, Villa Luz y Villa del Rosario, entre otras.
Y siguen más obras porque, como dice Carlos Angulo, “su legado es muy grande, pero él sigue trabajando como un emprendedor”.
EL TIEMPO
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