Desde los años noventa, la Unión Europea ha promocionado con sus políticas –por ejemplo, de límite de emisiones– los automóviles que consumen diésel frente a los de gasolina.
Las autoridades comunitarias han centrado sus preocupaciones medioambientales en limitar los gases de efecto invernadero –como el dióxido de carbono (CO2)– frente a otros problemas como la polución en las ciudades o la lluvia ácida. Estas políticas –en las cuales los límites para el CO2 eran más estrictos en Europa que en la mayoría de países desarrollados y que permitían a los gasóleos expulsar más óxidos de nitrógeno que a los de gasolina– hacen que la UE sea la región líder en la compra de vehículos diésel en el mundo.
Los motores de diésel consumen menos que los de gasolina, lo que hace que emitan menos CO2 por cada kilómetro. Sin embargo, un estudio de la organización Transport and Environment cuestiona esa conclusión. “Los automóviles diésel, de hecho, no emiten menos cantidad de CO2 que las versiones de gasolina si se tienen en cuenta las emisiones durante todo el ciclo de vida del vehículo”, señala el informe.
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