El presidente Iván Duque prometió fomentar en el país la “economía naranja”, cuyo máximo exponente en el mundo es John Howkins.
El presidente Iván Duque prometió fomentar en el país la “economía naranja”, cuyo máximo exponente en el mundo es John Howkins.
También conocida como economía creativa, comprende los sectores en los que el valor de sus bienes y servicios se fundamenta en la propiedad intelectual, y allí, precisamente, la arquitectura y el diseño tienen oportunidades como fuente de ingresos, en donde el límite es solo el tiempo para responder los encargos que nos hagan. Lo que sigue es trascender fronteras, llevar el conocimiento y saber venderse en un mundo globalizado y conectado a través de las redes.
A esto hay que agregarle la necesidad de volcar la mirada hacia un mercado gigante convirtiendo lo intelectual en productos tangibles. El campo de lo creativo es menos susceptible al de las materias primas y lo demuestran las cifras: en el 2009, la caída del petróleo, según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), fue del 40 por ciento, mientras que las exportaciones de bienes y servicios creativos –parte de la economía naranja– apenas se contrajeron 12 por ciento.
Hay que trascender fronteras, llevar el conocimiento y saber venderse en un mundo globalizado y conectado en las redes
Incluso, datos del libro del BID La economía naranja, una oportunidad infinita, de Iván Duque y Felipe Buitrago, cuentan que en el 2011 las exportaciones de bienes y servicios creativos sumaron 646.000 millones de dólares en el mundo; pero los segundos crecieron 70 por ciento más rápido que los bienes, gracias a internet.
Estados Unidos lidera este mercado, por encima de países de Latinoamérica y el Caribe, haciendo –así– que el déficit comercial tenga una brecha muy grande en relación con las exportaciones de bienes y servicios creativos. La cifra es tan baja que las exportaciones de bienes creativos en Latinoamérica apenas llegan al 1,77 por ciento, direccionándose un porcentaje muy alto a las economías desarrolladas y dejando solo un 3 por ciento al enorme potencial de los países en desarrollo.
Así, la promesa del Presidente nos obliga a prepararnos y estar a la vanguardia en tecnología, en software de tipo colaborativo que nos ofrezca posibilidades de intercambio de trabajo y conceptos en tiempo real y trabajar en línea, sorprendiendo a nuestros empleadores internacionales. Tenemos un enorme potencial y sabemos que la arquitectura y el diseño colombianos son atractivos y aclamados en el mundo, pero aún hay mucho por hacer y explotar.
GERSON DUPLAT
Director de la Academia Colombiana de Arquitectura y Diseño
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
Comentar