Durante once meses esperaron Fabio Hernán Diaza, sus tres hermanos y su padre, de 83 años de edad, para empezar a cosechar 40 hectáreas de yuca que habían sembrado con la ilusión de que ahora sí se les den las cosas y poder salir del mal momento que vienen atravesando como agricultores.
Pero cuando apenas iban en las tres primeras jornadas de recolección del tubérculo, decidieron tumbar todo el cultivo. Con un tractor y un rastrillo fueron matando sus sueños y los de toda la familia. Esas son las imágenes que aparecen en un video que circula en redes sociales y se volvió viral, en el cual Hernán muestra una mata de yuca recién arrancada.
“Tenía la ilusión de por lo menos sacar la inversión. Es muy duro tomar la decisión, pero es más duro saber que se va a perder más si no lo hace”, le contó Hernán Diaza a EL TIEMPO desde Granada, en el Meta.
Este agricultor comenzó a vender yuca “buena” (gruesa) a 8.000 y 10.000 pesos la bolsa de 32 kilos, lo cual le permitía pensar en que podía recuperar parte de la inversión, pero no fue así. El precio empezó a caer y se estableció entre 4.000 y 6.000 pesos, lo que ya no le dejaba más opción que tomar una decisión radical. “La yuca estaba saliendo pareja, y esa la pagan a 1.000 pesos, cuando solo la mano de obra y la empacada valen más de 2.000 pesos por bolsa”, explica. Fue entonces cuando dijo: “No sigo con esto. Y le metimos los fierros” (el tractor y el rastrillo) al cultivo.
Los Diaza son una de las miles de familias de agricultores que hay en la región del Ariari y con esfuerzo vienen soportando la caída de los precios del plátano y de la yuca y los riesgos de los cambios del clima, como les ocurrió en el primer semestre cuando una creciente del río Ariari les destruyó 12 hectáreas de plátano.
No estamos pidiendo que nos regalen, pero sí que nos den las garantías para trabajar
Por la misma situación de los bajos precios, esta familia había dejado de sembrar arroz y se pasó al plátano y la yuca –que cultivan en una finca de su propiedad en el municipio de Fuente de Oro y en un terreno cerca de Granada por el que pagan un arriendo de 1’200.000 pesos por hectárea–, pero su suerte no mejoró.
Como ellos, son muchos los agricultores de los Llanos Orientales –principal proveedor de alimentos de Bogotá– que desde hace al menos un año vienen sufriendo por los bajos precios que les pagan por sus cosechas y que, según Asociación de Agricultores y Ganaderos del Meta (Agameta), ahora enfrentan los cobros de bancos y casas comerciales de insumos.
Aunque Hernán dice que ha preferido no echarles calculadora a los costos de producción de su cultivo de yuca, para no entrar en más preocupaciones, sus cuentas rápidas le dan que la familia invirtió al menos 4,9 millones de pesos por hectárea. Eso quiere decir que en las 40 hectáreas que tumbaron el pasado 20 de noviembre habían invertido unos 200 millones de pesos. Las pérdidas no son mayores, explica, porque, por fortuna, tienen los “fierros”. “Imagínese cómo les toca a las personas que deben pagar todo”, señala.
Según sus cuentas, la familia tiene, por un lado, una deuda de 100 “palos” (millones) con almacenes de insumos agrícolas y otros 80 con el Banco Agrario. De hecho, ya recibieron la visita de un funcionario del banco, a quien le pidieron tiempo mientras venden una casa. “Yo le dije al man del banco que perdimos hasta el apellido”, narra el agricultor, nacido en el municipio de Granada, y agrega que también quedó “embalado” con las casas comerciales de insumos. “Pero como no sabemos sino cultivar, toca seguir en la lucha”, asegura el cultivador.
Su tristeza es mayor cuando –dice– en Corabastos (la principal central de abastos del país) esa misma yuca los comerciantes la pueden vender desde 15.000 pesos en adelante (la bolsa de 28 kilos), y en las tiendas de su pueblo y en las de las ciudades cobran 1.000 y hasta 1.300 pesos la libra.
Y a pesar de todo lo que han perdido cultivando arroz, yuca y plátano, la esperanza de Fabio Hernán Diaza y su familia es lograr que el Ministerio de Agricultura, que en los últimos años incentivó la siembra del área cultivada, a fin de garantizar la seguridad alimentaria del país, interceda por él y los miles de agricultores que están en la misma situación. “No estamos pidiendo que nos regalen, pero sí que nos den las garantías para trabajar”, afirma, y plantea la necesidad de controlar a los intermediarios que les compran las cosechas, de procesar los excedentes de la producción del turbérculo y de exportar. “No hay más opciones”, insiste el agricultor.
Estivens Navarro, líder de Agameta en el Ariari y quien grabó el momento en el que Fabio Hernán Diaza destruye el cultivo de yuca, dice que el problema de la comercialización se presenta con plátano, yuca, maíz blanco, guayaba, piña y naranja tangelo, por los que están pagando precios “irrisorios”.
“Si las Farc desplazaron a muchos agricultores de la región, ahora el problema de la comercialización va a desplazar a más familias”, sostiene. Navarro culpa al programa Colombia Siembra, del Minagricultura, que, dice, “no contempló la comercialización de los productos, pero sí nos acabó”. El líder gremial advierte que los agricultores ahora enfrentan cobros judiciales por las deudas.
GUILLERMO REINOSO RODRÍGUEZ
Twitter: @guirei24
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