La evolución del petróleo y del euro son difíciles de prever. Además, la fase de bajos tipos se acaba por la normalización de la política monetaria del Banco Central Europeo.
El débil crecimiento en la Unión Europea no es ajeno a su crisis política y de identidad. La fractura entre sus miembros, reflejados en el Brexit o en las posiciones antieuropeas de Gobiernos populistas y extremistas, tiene un costo en términos económicos.
La inacabada unión monetaria, la convergencia en política presupuestaria, una más decidida política de energía y clima, un esfuerzo adicional en innovación y digitalización y unas políticas migratorias y de defensa común son asignaturas pendientes para que la UE mantenga su influencia.
Además, la guerra comercial entre EE. UU. y China supone una seria amenaza por la incertidumbre sobre el comercio mundial.
Por su parte, América Latina afronta grandes desafíos desde el punto de vista económico y político ante una gran desconfianza de sus ciudadanos en la democracia y las instituciones, reflejada en los resultados de los últimos procesos electorales.
Las noticias positivas llegan de los países de la Alianza del Pacífico, que continúan apostando por la libertad y apertura económica. Venezuela y Nicaragua, en el polo opuesto, evidencian el camino del fracaso.
Oriente Próximo es también fuente de preocupación por la situación de sus dos potencias regionales enfrentadas. El asunto Khashoggi debilitó la imagen reformista del príncipe saudí Mohamed Bin Salman a escala internacional, e Irán sufre la reimposición de unas sanciones norteamericanas que van a debilitar su capacidad de exportar y crecer. Además de esto, las guerras en Siria y Yemen continúan.
África prosigue su lento camino hacia el desarrollo. La mayoría de países del norte, cuyas poblaciones sufrieron la frustración de las esperanzas de la primavera árabe, necesitan reformas institucionales y mayor libertad económica para estrechar sus vínculos con Europa.
Las economías subsaharianas crecen a ritmo lento, con excepciones, y la paciencia de sus jóvenes poblaciones se acaba y fomenta su deseo de emigrar asumiendo enormes riesgos.
El fortalecimiento de sus instituciones, la mejora de la educación y el aumento de las inversiones para diversificar sus economías son tareas que no se han terminado.
EDICIONES EL PAÍS, SL 2018