De nuevo la productividad se perfila como la piedra en el zapato para la negociación del salario mínimo que regirá en el 2018 y que este lunes tendrá sentados a integrantes de la mesa, para concertar la agenda.
Aunque la ministra de Trabajo, Griselda Restrepo, confirmó que la negociación como tal empieza el próximo 5 de diciembre, ya comienzan a destaparse las cartas.
La única propuesta numérica, para el incremento del mínimo, que se conoce es la de la Confederación General de Trabajadores (CGT), que es de 5 puntos por encima de la inflación proyectada para el 2017 (4 por ciento). Así, para esta organización gremial, el salario mínimo en el próximo año debería ser de 804.111 pesos (9 por ciento más frente al actual: $ 737.717).
Las demás centrales de trabajadores y gremios no destapan aún sus propuestas, pero, anticipándose a las fuertes polémicas que se arman en torno a este tema, la Ministra de Trabajo llamó al “diálogo social como única opción para encontrar acuerdos”.
Esto, debido a que en los años anteriores, la falta de consenso entre Gobierno, empleadores y trabajadores ha sido el común denominador, lo que ha conducido a que el salario mínimo tenga que ser fijado por decreto.
Más aún si, desde ya, los analistas empiezan a advertir que una subida demasiado alta, presionaría el desempleo.
Mauricio Reina, investigador de Fedesarrollo, indicó que “el crecimiento de la economía será un poco menor a lo esperado. El desempleo va a seguir aumentando. El alza en el salario no puede ser mayor a la inflación del año más la productividad laboral, para no presionar a despidos o menor generación de empleo”.
De los cinco criterios que señala la ley para concertar y fijar el salario mínimo, la productividad laboral es definitiva. El año pasado, por ejemplo, la cifra solo alcanzó 0,5 por ciento, y eso que el crecimiento de la economía fue mayor: de 2 por ciento, es decir, ligeramente mayor al 1,8 por ciento estimado por el Gobierno para el 2017.
Debido a lo clave de la variable de productividad, Planeación Nacional, que se encarga de calcularla, anunció que dará a conocer el dato antes de iniciarse las conversaciones, teniendo en cuenta que, en años anteriores, su revelación en medio de estas ha conducido a polarizar posiciones.
Ahora, Julio Roberto Gómez, presidente de la CGT (Confederación General del Trabajo), estima que “la productividad sería por lo menos de 1 punto”.
Entre tanto, Reina advierte que “la productividad ha venido debilitándose, a la par con la desaceleración del producto interno bruto (PIB). Este año no será distinto a los dos anteriores”. Precisamente ahí está uno de los puntos álgidos para la mesa de concertación, pues la productividad es uno de los factores más difíciles de aceptar por parte de los trabajadores, pues no hay un método estándar y no solo resulta de dividir el PIB por el número de trabajadores, sino que incluye capacitación laboral y remuneración, entre otros.
En ese contexto, los integrantes de la CGT sostienen que ese número responde a la necesidad lógica de que los ciudadanos no pierdan poder adquisitivo y, de esa manera, el salario alcance al menos para adquirir la canasta familiar.
El viernes pasado, se dio a conocer un informe del Banco de la República en el que el Emisor señala que en el 2018, la inflación se enfrentará a tres grandes riesgos que podrían llevarla a niveles más altos de los que hoy se contemplan.
Alimentos más costosos de lo previsto; caída del precio del petróleo, lo que generaría una tasa de cambio mayor, y las tasas de interés en EE. UU. son las que generan incertidumbre.
En pos de iniciar una discusión basada en realidades, Camilo Herrera, director de la firma Raddar, especializada en consumo, indicó que hay que dejar de lado los mitos sobre el salario mínimo, pues muchas veces se prestan para hacer populismo. Esto es lo que hay que tener en cuenta.
1. La Constitución (artículo 53) dice que salario mínimo es la “remuneración mínima vital y móvil, proporcional a la cantidad y calidad de trabajo”. No que es lo que se les debe pagar a los empleados (no es un precio de referencia).
2. El salario mínimo no es el ingreso mínimo para una familia, sino para una persona.
3. Los demás niveles salariales (del Estado, por ejemplo) muchas veces se reajustan automáticamente, sin revisar si ese cargo aumentó su aporte de valor al proceso en la misma magnitud.
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