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El mensaje de los nobel de economía para acabar con la pobreza

Foto:Bernardo Toloza / Archivo EL TIEMPO

Por qué son tan relevantes estudios y observaciones de Banerjee y Duflo, merecedores del galardón.

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La preocupación por la pobreza ha sido motivo de atención por los economistas desde los tiempos de la economía clásica. Más allá de las diferencias en el ingreso, los estudiosos de la economía se han ocupado, como lo afirmó David Ricardo, de la “determinación de las leyes que rigen la distribución como problema primordial de la economía política”.
Desde Marx y Pareto hasta Piketty y Roubini, con variaciones de énfasis según los ciclos de acumulación, el problema ha estado en la agenda, aunque tanto su realidad como el abordaje teórico han ganado complejidad al entender que la problemática distributiva y su comprensión son decisivas, por lo cual abundan los estudios de la dupla pobreza–desigualdad en las últimas décadas.
De forma general y aun reduccionista, podemos afirmar que la pobreza refiere a las personas que viven con niveles inferiores a un determinado umbral, conocido como línea de pobreza, mientras la desigualdad está referida a las brechas en el nivel de vida de las personas. Se suele usar como ejemplo en la cátedra aquella hipótesis según la cual, si el ingreso de todos los habitantes de una población se duplicara, la pobreza caería, pero la desigualdad no sería afectada.
Venturosamente, el estudio de la pobreza ha inducido cambios dentro de las categorías económicas, desde el nivel de vida hacia la calidad de vida, desde los índices fundados en el ingreso hacia los indicadores multivariados de desarrollo humano, desbordando los indicadores monetarios (renta, consumo) para dar paso a los no monetarios (vivienda, salud, educación, mortalidad).
Más recientemente han aparecido índices con mayor integridad valorativa (Universidad de Oxford y otros), en los cuales toman lugar aspectos como agua potable, derechos y libertades, medioambiente, hábitat y diversos elementos cualitativos. A estos indicadores han venido a sumarse los esfuerzos de las Naciones Unidas al cifrar objetivos comunes que involucran los asuntos de la pobreza en los Objetivos del Milenio (ODM) y en los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS).
El análisis de la desigualdad permite varios enfoques. Se usa la distribución del ingreso y su comparación entre países (análisis de convergencia), la distribución del ingreso a nivel global –cuánta renta concentra el millar de los más ricos frente a los millardos de pobres con ingresos marginales–, o el coeficiente de Gini de la distribución del ingreso familiar o “per cápita familiar”.

En términos relativos,
el número de pobres en 30 años ha disminuido en América Latina, pero los registros en desigualdad son lamentables en general y, en particular, en Colombia

Variadas formas de verlo

En términos relativos, el número de pobres en el ciclo de 30 años ha disminuido en América Latina, pero los registros en desigualdad son lamentables en general, y particularmente en Colombia. Sin temor, puede afirmarse que la mejora global en los indicadores referidos a la pobreza corre por cuenta de la evolución de China, el sur y el sudeste asiáticos.
Para favorecer una visión panorámica de nuestros lectores, digamos que existen variadas concepciones sobre la equidad. Una, entiende la equidad distributiva como igualdad de ingresos; otra, como la ética de los arreglos sociales; una más que estuvo en boga allá en los 80 entendió la equidad como la ausencia de envidia.
Mayor audiencia tienen aún las tesis de Rawls sobre igualdad de oportunidades y ha captado cierto aire en la opinión el enunciado político de la meritocracia como ruta a la equidad.
Para finalizar estos antecedentes, citemos una de las mayores contribuciones en estas materias por cuenta de Amartya Sen. En su formidable ensayo sobre Teorías del desarrollo a principios del siglo XXI, realizó un encomiable esfuerzo por superar las nociones antitéticas de viejo tipo como las que confrontan al Estado con el mercado y se refirió a dos acentos en los enfoques hacia el desarrollo.
Al primero, más cercano a la ortodoxia, lo denominó Blast, aludiendo al sacrificio y a las privaciones actuales de los desfavorecidos para obtener el bienestar futuro (blast, del inglés ‘explosión’, pero, también del inglés, agregación de las iniciales, blood, sweat and tears –sangre, sudor y lágrimas–).
Al segundo lo llamó Gala, aludiendo al estribillo de una canción de los Beatles: “I can get with a little help of my friends”. Sen señaló cómo era necesario encontrar nuevas correlaciones entre productividad económica, salud, educación, alimentación y género. Y es en este contexto que podemos inscribir los estudios y aportes de la pareja integrada por Abhijit Banerjee (Bombay, 1961) y Esther Duflo (París, 1972), reconocida al lado de M. Kremer (EE. UU., 1964) enhorabuena por el Banco Nacional de Suecia, auspiciador del premio Nobel de Economía, “por su aproximación experimental al alivio de la pobreza global”.
Ligando los ejercicios experimentales de Kremer en educación en Kenia y los trabajos de Banerjee y Duplo se obtienen conclusiones de mérito: 1) antes que dar libros o comida gratis a los escolares, es más eficaz tener, para los profesores, ayudantes y monitores que dediquen tiempo a los niños con más necesidades; 2) el agua potable en la reducción de la pobreza es tan vital como que la mejor manera de controlar el ausentismo en la escuela primaria consiste en dar a los niños tratamientos contra las lombrices parasitarias, que les provocan agotamiento; 3) los microcréditos apenas contribuyen a un magro aumento en la inversión o el consumo y han de ser activamente complementados; 4) la cooperación foránea y la apertura comercial ayudan, pero no son decisivas; 5) el puerta-a-puerta en el suministro de fertilizantes a los campesinos y las unidades móviles de vacunación combinadas con la entrega de alimentos dan muy buenos frutos.

Los nuevos nobel de economía
nos recuerdan la sentencia de Gandhi: ‘Los bienes de la tierra alcanzan para satisfacer las necesidades de todos, mas no la codicia de todos’

Lo que Colombia ha desaprovechado

Estos economistas no obtienen sus hallazgos en el frondoso árbol gris de la teoría, sino en experiencias prácticas, empíricas, concretas. “El objetivo es asegurar que la lucha contra la pobreza se hace basándose en la evidencia científica”, dijo Duflo en rueda de prensa, ante el anuncio del premio.
En 'Repensar la pobreza', Banerjee y Duflo utilizan métodos tradicionales de los ensayos clínicos de farmacéuticas y así valoran decisiones cotidianas de las personas, gracias también a las herramientas computacionales disponibles. Estudian entonces las restricciones y la información que los motivaron, así como los incentivos, y construyen patrones dentro de la llamada economía del comportamiento.
Quienes toman decisiones sobre la lucha contra la pobreza, diseñan y ejecutan las políticas, tienen en estos profesores de MIT y Harvard útiles referencias: Colombia ha desaprovechado la evidencia de experiencias meritorias en desarrollo social y empleo regional.
Hace algunos años, Mincomex y Onudi identificaron 50 minicadenas productivas, las 8 que se apoyaron integralmente (cerámica en Ráquira, pan de arroz en el piedemonte llanero, la cerámica de La Chamba, el mecato vallecaucano, las achiras, los cafés con marca de finca, las hamacas de Morroa, entre otras, arrojaron excelentes resultados en producción, productividad, empleo y mejora de capacidades locales, las otras 42 duermen el sueño de los anaqueles.
En esta ocasión constatamos otro de aquellos contrastes que nos ofrece el sur de Asia. Amartya y Abhijit son de origen bengalí, independientemente de sus lugares de nacimiento.
En el lenguaje identitario del castismo, ese anacronismo que difiere la reducción de la pobreza en India, Sen es un apellido de la casta Kshatriya, una de las más altas. Y Banerjee es un apellido Brahmin, de la casta más encumbrada. Por esta vez al menos, hemos de admitir que la casta nos remite a algo que está más allá de la clase social.
Honor a estos maestros de la economía social y mensaje al oído de las élites nacionales, cuya indolencia nos produce a veces perplejidad.
Los nuevos nobel de economía nos recuerdan la sentencia de Gandhi, a propósito de lo que hoy llamamos economía de la distribución: “Los bienes de la tierra alcanzan para satisfacer las necesidades de todos, mas no la codicia de todos”.
JUAN ALFREDO PINTO SAAVEDRA
PARA EL TIEMPO
@juanalfredopin1
www.juanalfredopinto.com
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