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‘Pongo la mano en el fuego: economía crecerá más’: José Antonio Ocampo

El codirector José Antonio Ocampo se muestra optimista sobre la recuperación

El codirector José Antonio Ocampo se muestra optimista sobre la recuperación

Foto:Claudia Rubio / Archivo EL TIEMPO

El petróleo ya no será factor de expansión, pero hay que evitar que sea factor de contracción, dice.

Juan Carlos Rojas
Entre la preocupación por el débil crecimiento económico o la preocupación por la inflación, el viernes primó, en la junta del Banco de la República, la segunda y, por mayoría de sus codirectores, se decidió no bajar la tasa de interés.
Un par de horas después de haber participado en esa votación, José Antonio Ocampo, miembro de la junta, explica que la decisión obedeció a que la mayoría de miembros “piensan que aún estamos muy distantes de la meta de inflación”.
La junta llevaba ocho meses seguidos bajando su tasa para estimular la economía, que se debilita desde que se desplomaron los precios del petróleo hace tres años, y, tras la votación, Ocampo compartió su visión.
¿Qué hay que hacer para sacudirnos la desaceleración y crecer más rápido?
Hay tres cosas que van a ayudar: la primera, el efecto –que obviamente tiene un rezago– de la baja de las tasas de interés, dado que el alza que hubo que hacer para enfrentar los choques de oferta (de alimentos y de la devaluación) tuvieron un efecto negativo en el crecimiento.
Que estaba previsto...
Sí. El segundo semestre del año pasado y el primero de este año son el peor periodo. Pero hay indicios de que ya estamos en una fase de ascenso. El segundo factor es el efecto de los programas de infraestructura: las 4G y las vías terciarias, y el tercero es el efecto, rezagado, que se está dando de la devaluación, más la recuperación incipiente de los mercados latinoamericanos. La devaluación ya tuvo un efecto en turismo y en el sector agrícola, y comenzamos a ver efectos en otros, inclusive manufacturas. La mezcla de esas tres cosas va a ayudar a la recuperación, pero es muy temprano para decir cuál es su fuerza.
De esas tres cosas, una corresponde a la tarea de ustedes, con las tasas de interés. ¿El Gobierno y el sector privado hacen lo que les corresponde?
El Gobierno trabaja en condiciones muy difíciles. Tiene muy pocos márgenes por la situación fiscal que obliga a la austeridad, para cumplir la regla fiscal y por el temor a perder el excelente acceso de Colombia a los mercados. El Gobierno no tiene alternativa distinta a hacer ajuste. Hay algunos programas específicos, como las 4G, que se hacen con el sector privado, con los recursos de la venta de Isagén y con aquellos no utilizados de las regalías.

Lo que debe hacer el sector privado es invertir

¿Y qué debemos esperar del sector privado?
Debe reaccionar a los incentivos que genera la economía. Están afectados negativamente por la desaceleración, y, ahora, positivamente por la reducción de tasas que alivia la carga financiera. Curiosamente, los niveles de inversión se están recuperando. Es de los indicadores que se recuperaron de forma más temprana. Lo que debe hacer el sector privado es invertir.
Hace un mes, ustedes dijeron que se tocó fondo. ¿Se mantiene esa percepción?
Sí. El dato del tercer trimestre va a ser superior al de los cuatro trimestres anteriores. Yo pongo la mano en el fuego que sí. ¿Que va a ser muy rápido? No da la impresión de que vaya a ser muy rápido. Los efectos de la política monetaria no llegan tan de inmediato. Pueden tomarse hasta seis meses. Por ejemplo, el efecto de la tasa de cambio en las exportaciones se ha dado con mucho rezago, pero ya se está dando.
Usted mencionaba el ciclo anterior de alzas de las tasas, cuando la inflación subía tanto. Pensando en que eran choques de oferta, ¿al Banco de la República se le fue la mano?
Es muy difícil decir. Creo que el banco, un poco en contra posiblemente de lo que hubiera deseado, tuvo que hacerle frente a eso para mantener la tradición de varios años de baja inflación.
La desaceleración llegó con el fin del ciclo de buenos precios del petróleo. ¿Qué sigue ahora para esa actividad?
El petróleo ya no va a ser una fuente de expansión. Más bien, la política tiene que ayudar a que no sea una fuente de contracción. El objetivo es una producción estable de un poco más de 800.000 barriles por día, pero para hacer eso hay que hacer más exploración. Se deberían perforar 50 pozos por año, pero ahora estamos en cerca de 35.
¿Y cómo estimular la inversión con incertidumbres como las consultas en regiones o las quejas por la lentitud en licencias ambientales?
El tema de las consultas tiene que aclararse: cuál es su alcance... Las licencias ambientales sí están desde hace bastantes años. La Ley 101 de 1993 debí tramitarla como ministro de Agricultura. Pero hay un tema ambiental en discusión, el de la fracturación hidráulica. Y tendrá que resolverse a través de un debate de qué se puede hacer y dónde, sin que se generen los efectos dañinos que algunos han señalado. De pronto no es ‘no’ sino ‘dónde’. En dónde se puede hacer.
¿Sin el auge del sector minero-energético, cuánto puede crecer Colombia si emplea todos sus factores?
Yo organicé en nombre del Banco de la República un debate sobre el crecimiento potencial, y hubo desde una posición más pesimista, como la de los técnicos del banco o de Anif, algo ligeramente por encima del 3 por ciento, y la visión más optimista de que es más cercano al 4 por ciento.
¿Y cómo se lograría?
Hay una gran diferencia en la productividad de empresas formales e informales. Se puede reducir transfiriendo recursos de los sectores informales a los formales, sobre todo la mano de obra. Y el otro mecanismo es mejorar la productividad de las pequeñas empresas. Yo soy de los optimistas, porque eso de que la productividad no aumenta en Colombia se puede resolver. En el país, la mitad de la mano de obra es informal. La posibilidad de trasladar esa mitad a sectores más formales es una gran oportunidad. Si hay una buena política de apoyo a la pequeña empresa hay una gran posibilidad de mejorar productividad.
Pero eso apunta a la política industrial que se viene reclamando desde hace tiempo.
En realidad, en Colombia sí hemos tenido algunas políticas industriales. Pero no son políticas de Estado. Cambian de gobierno en gobierno y no tienen continuidad. Hay que hacer una política de Estado.
Y no solo industrial. Todos estos jóvenes de la nueva economía están en servicios. Salud, turismo. El sector universitario también tiene la posibilidad de ser exportador. Colombia en paz es un paraíso de turismo ecológico... ¡Paraíso!, pero hay que organizarlo.
MAURICIO GALINDO
Editor de Economía EL TIEMPO
En Twitter: @galmau
Juan Carlos Rojas
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