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Cumbre financiera marcada por Trump, el ‘brexit’ y Francia
Christine Lagarde

La gerente del FMI, Christine Lagarde (izq.), posa para una selfi con una visitante, tras uno de los foros, antes de la cumbre semestral del Fondo con el Banco Mundial.

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Cumbre financiera marcada por Trump, el ‘brexit’ y Francia

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Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial encaran su encuentro con un optimismo renovado.

En principio, no se esperan grandes cambios en el análisis de la coyuntura global que realiza el Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque desde el organismo con sede en Washington se sigue estos días muy de cerca los procesos electorales de cualquier gran socio, porque los resultados son impredecibles y eso genera muchas preguntas.

A las grandes incógnitas sin resolver se suman la futura coalición de gobierno en Alemania, la transición económica en China y las tensiones geopolíticas en Oriente Medio y América Latina, y la amenaza nuclear de Corea del Norte. El temor es que estos factores descarrilen la máquina justo cuando empieza a rodar con más fuerza.
El análisis que hace el Fondo Monetario es que la economía mundial gana vigor tras una recuperación que dura ya seis años y que se caracterizó por ser desequilibrada y desigual. Y el mensaje, en este contexto, es el de pedir a los países que se mantengan fieles a los mismos principios sobre los que se construyó la institución hace siete décadas: seguir impulsando los lazos comerciales.

Las perspectivas para las economías avanzadas, las que más sufrieron con la crisis financiera, mejoran gracias a un impulso de la actividad manufacturera, a la creación de empleo y a que empiezan a crecer los salarios.

Eso explica los incrementos en los índices de confianza entre empresarios y consumidores, que en países como Estados Unidos están en máximos de hace 16 años.

Entre las incógnitas están la futura coalición de gobierno en Alemania y las tensiones en Oriente Medio.

Materias primas

Por otro lado, la apreciación del valor de las materias primas y de la energía está aportando un alivio a las economías de los países en vías de desarrollo y emergentes. Persisten, sin embargo, algunos riesgos más allá de la incertidumbre política, como que se restrinjan las condiciones financieras y proteccionismo. Eso podría provocar que el capital abandone los países emergentes. También la baja productividad.

El FMI debe concretar, en cualquier caso, cómo esta visión se traslada a sus proyecciones globales. Ya en las previsiones que publicó en enero se contuvo, a la espera de tener todas las cartas sobre la mesa. La última estimación era de una expansión global próxima al 3,4 por ciento este año, tras un 3,1 por ciento en el 2016.

Como señalaba Lagarde en su discurso previo a la cumbre, “la promoción de un crecimiento más robusto requiere de más cooperación internacional, no menos”. Es un mensaje indirecto al gobierno de Donald Trump. En el FMI crea incomodidad la idea de que el presidente de Estados Unidos quiera nominar a Adam Lerrick como el encargado en el Tesoro de lidiar con el organismo.

SANDRO POZZI
Ediciones EL PAÍS, SL 2017

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