Diana María Monsalve es la cabeza de una familia estrato 3 en Bogotá, que tiene ingresos ‘medio altos’, con los que cualquier colombiano podría vivir tranquilamente. Pero tiene problemas financieros desde que decidió aceptar una tarjeta de crédito, que le dio un banco sin pedirle muchos requisitos.
Como en su casa vieron que era tan fácil tener una tarjeta, pidieron otra, otra y otra, y las usan frecuentemente. Ya gastaron los cupos de todas, pues entraron en el círculo vicioso de pedir un préstamo para pagar otros.
El 12 % de las familias colombianas están en una situación como la de la familia de Diana, sobregirados. Para el experto en finanzas personales de la Universidad del Rosario, Alejandro Useche, esto es resultado de la presión del sistema financiero, que ofrece tarjetas que los usuarios no han pedido.
Diana y su familia han pensado en pagar todo y no volver a utilizar las tarjetas, pero como se vienen navidad van a usar el dinero plástico.
Una de las soluciones que tiene esta familia para salir de esa situación, según Useche, es consolidar sus deudas en una sola a través de una entidad que les brinde tasas cómodas para así pagar sola una cuota. Además deben destinar cualquier ingreso extra, como primas o más salario, este debe ir destinado a pagar deudas, por ningún motivo en más compras, que seguramente serán innecesarias. Según el Banco de la República, 12 de cada 100 colombianos tienen deudas que superan el 40 % de sus ingresos, al punto que muchos ya pagan hasta el mercado con tarjeta y lo difieren en 12 cuotas.
Citynoticias de las 8 p. m. conoció la historia de Martha Mora, una víctima del conflicto armado, a la que el asesinato de su marido a manos de paramilitares la llevó a descubrir en la poesía la ruta para la reconciliación.
En el libro “El cáliz de mi sangre”, que lanzó esta semana, recopila su historia de perdón, y la de otras víctimas con las que trabaja para ayudarles a superar el hecho violento que vivieron.
Además, dirige la fundación de artes empíricas, un proyecto social con comunidades vulnerables en Norte de Santander, con el que busca crear espacios de paz y reconciliación, a través de talleres pedagógicos, cátedras de ética y arte.
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