El papa Francisco renovó a Heras Cordón como único proveedor del Vaticano de vino de Rioja. ¿Tres papas pueden equivocarse? Está claro que no, coinciden en la pequeña bodega familiar, Heras Cordón, en Fuenmayor, La Rioja, y menos si cada santo padre procede de culturas enológicas tan diferentes como la polaca, la alemana o la argentina.
Juan Pablo II fue el pionero, quien abrió a esta bodega las puertas del Vaticano; Benedicto XVI mantuvo el compromiso y Francisco ha renovado la alianza con los caldos que nacen en unas viejas cepas situadas entre Lapuebla de Labarca, Álava, y Fuenmayor.
Cada año, unas 2.000 botellas bendecidas con la mezcla de uva tempranillo, graciano y mazuelo surcan los mil kilómetros que separan la pequeña bodega familiar del paladar del Papa, de la curia vaticana y de sus invitados, vía Nunciatura de Madrid. Van para 17 años, y la relación no solo se afianza entre Heras Cordón y el Vaticano, sino que le está abriendo nuevas puertas en mercados que aprecian esa unión comercial.
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