Quizás usted, en algún momento de su vida, usó o vio a algún conocido o familiar tener gafas con cordones. Quizás ahora mismo lo esté recordando y lo primero que piense, mientras se ríe, sea: “Qué feos nos veíamos”.
Y aunque ponerle cordones a las gafas, sobre todo a las medicadas, ha sido una opción que siempre se ha encontrado en el mercado, dos jóvenes bogotanos se encargaron, en los últimos años, de darle estilo y convertirlo en algo ‘cool’.
Empezamos como algo para mamar gallo, como por vender alguna vaina y ganarnos algo de dinero. La gente nos compraba de bacanes.
Juan Pablo Pradilla tenía 22 años cuando la oportunidad de su existencia le pasó frente a los ojos. No se trató solo de que estuviera en el momento correcto, a la hora correcta, sino también de ver las señales correctas, interpretarlas y lanzarse al ruedo.
“A mitad del 2016, volví a Colombia de un intercambio que hice en Francia y un amigo me pidió que le trajera a un conocido un cordón para gafas. El primer día de universidad, lo entregué y en ese momento otro amigo gritó ‘uy, cómo así, los están vendiendo’. Ahí se me prendió el bombillo: lo pensé por dos microsegundos y le dije ‘esta es una muestra, en estos días traigo más opciones”, contó Pradilla, ahora de 25 años.
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Hasta el momento, Sajú ha lanzado 9 colecciones.
Archivo particular
Lo siguiente que hizo fue comentarle su idea a su amigo Santiago Puentes. Juntos se fueron a San Victorino, en el centro de Bogotá, a mirar algunas opciones.
Semanas después, los dos jóvenes empezaron a vender su producto en el CESA, de donde Pradilla se graduó de Administración de Empresas.
“Empezamos como algo para mamar gallo, como por vender alguna vaina y ganarnos algo de dinero. La gente nos compraba de bacanes”, recordó Pradilla, quien empezó a ver el potencial de empresa que tenía entre las manos.
“Lo analicé mucho y le dije a Santiago que le dedicáramos más tiempo. Él no veía el potencial que yo sí y se bajó, por lo que me tocó darle solo durante dos meses”.
Con el objetivo de encontrar a alguien que se enamorara del proyecto tanto como él y que le metiera la ficha al mismo nivel suyo, pensó en Juan Manuel Agudelo, un amigo de la infancia. Eso fue ya en el 2017.
“Me reuní con Juan Manuel, le ofrecí el 30% de la sociedad y me dijo que de una, pero que quería ir por mitades”.
Para el segundo semestre del 2017, comenzaron con la idea de hacer las primeras muestras de sus cordones.

Sajú es como le dicen al mono capuchino en el Pacífico colombiano.
Archivo particular
“Juan Manuel se creyó el cuento, se convenció y empezó a camellar duro conmigo. El objetivo era pensar cómo mejorar, cómo vender más”.
Era necesario bautizar el producto y una coincidencia con un animal fue la excusa perfecta.
“El mono capuchino es un animal que se cuelga de la cola y deja las manos libres para maniobrar, muy parecido al uso que se le da a nuestro cordón. Y en el Pacífico colombiano al mono le dicen ‘sajú’. Nosotros adoptamos al mono para construir la marca a su alrededor y la llamamos Sajú”.
Y así como hay que estar en el lugar y el momento adecuados y saber aprovechar las oportunidades, también hay que contar con un toque de suerte, y Pradilla lo tenía.“Mi papá es publicista y en dos días el ‘man’ nos tenía montada la marca. Fuimos muy de buenas”.
Sajú tenía un sueño claro: ir a Buró, una de las ferias de diseño más grandes que hay en el país, y tener su propio ‘stand’.
Trabajaron para eso y su primer Buró fue en julio del 2018. En este momento, ya cuentan con 3 participaciones (se hace cada seis meses).
“Dejamos que la bola siguiera: importábamos el cordón de china, lo convertíamos, lo empacábamos y lo vendíamos. No estábamos haciendo algo diferente”, recordó Pradilla.
El punto de inflexión fue en diciembre pasado, meses después de haberse constituido legalmente como empresa (septiembre de 2018).
En ese momento, desde Buró les dijeron que “todo muy bonito, muy rico”, pero que no podrían participar más, pues estaban importando material y “esa no es la gracia. La idea es que sea producto 100% colombiano”.
“Ahí cambiamos. Empezamos a producir manualmente y en el país: logramos adaptar una máquina para hacer los cordones nosotros mismos en nuestro taller”.

Los cordones de Sajú se pueden usar tanto para gafas de sol como medicadas.
Archivo particular
Hasta el momento, han sacado nueve colecciones de cordones, desarrolladas con técnicas diferentes siempre. La idea es llegar a un público distinto con cada lanzamiento.
“A veces seleccionamos telas que nos gusten y con nuestra máquina las volvemos un cordón. También hemos hecho dos alianzas para diseños, tenemos una colección en corcho portugués (parecido al cuero), otra es tejida a mano por artesanos del pueblo wayú y una más es trabajada por reinsertados”.
En el caso de la colección hecha por la comunidad wayú, por cada cordón vendido donan 5 litros de agua, además de un porcentaje de la venta.
“Nos gusta apoyar comunidades y en cada colección tratamos de ponerle un componente, un valor agregado que nos haga sentir orgullosos”.
Un detalle importante que destacó Pradilla del producto es el ‘monkey grip’ o agarre de los cordones.
“Es un crédito que debo darle a Juan Manuel. Teníamos un problema de agarre y él lo solucionó: no se rompe y agarra bien a cualquier tipo de gafas. Evidentemente hay casos de garantía, pero la tasa es muy reducida”.
Nos gusta apoyar comunidades y en cada colección tratamos de ponerle un componente, un valor agregado que nos haga sentir orgullosos.
La fábrica de Sajú funciona en el norte de Bogotá y da empleo a 3 personas fijas, así como a varios temporales cuando la producción lo amerita.
“Nuestro logro más grande es que no segmentamos: nuestro cordón es para cualquier tipo de gafas (medicadas, de sol, de descanso) y en todos se ve muy chévere”.
El próximo reto será mantenerse. “Dependerá de nosotros que sea una moda nueva siempre y eso lo lograremos reinventándonos, creando cosas nuevas”.
Su sueño también está claro: convertirse en un mercado de accesorios para gafas, que la gente compra unas gafas y piense en ellos.
También se están expandiendo: van a entrar en México y en Amazon, y están en proceso de cerrar un negocio para que los cordones sean vendidos en 30 tiendas de la Costa Este de Estados Unidos.
En Colombia se consiguen en 60 tiendas físicas a nivel nacional y en la página web oficial, que ofrece despachos a todo el país.
Los precios van de $24.000 a $70.000 (los wayú), y en los últimos 12 meses, han vendido 26.000 unidades de todas las colecciones.
(Aquí puede ver las colecciones).
Redacción APP