De su reciente paso por Colombia, dos cosas impactaron a Markus Heldt, presidente del área de Protección de Cultivos de BASF.
A 9.000 kilómetros, en la sede de su empresa, en Ludwigshafen, Alemania, recuerda esos dos hechos: la impresión que le quedó del potencial productivo de la altillanura, y un par de sustos y aterrizajes no programados del helicóptero en el que regresaba de esa zona.
En una presentación de varios ejecutivos sobre las perspectivas de la empresa, la multinacional alemana no fue indiferente ante las posibles fusiones de competidores como Bayer y Monsanto o la compra de la suiza Syngenta por una firma china.
De hecho, ante estos posibles movimientos, resaltan que también mantienen su propia disposición para adquisiciones, y que pueden mejorar su presencia en América Latina o Asia y los negocios de insecticidas y herbicidas.
Sobre las posibilidades del sector en Colombia, Heldt califica de “muy interesante” la perspectiva de la agricultura en la altillanura, la zona de los departamentos de Meta, Casanare y Vichada apta para esta actividad por una buena oferta de agua e interesantes niveles de lluvia. De esa prometedora zona se viene hablando desde hace varios años, y Heldt habla de la “nueva agricultura” que se podría desarrollar allí.
Sin embargo, aunque durante una década se han estado contemplando las posibilidades en el país para esa área, Heldt no ve que se trate de algo que ya es una realidad. Se trata, para él, de algo para el futuro, y explica que en medio de esas 10 millones de hectáreas aún existen muchos problemas de infraestructura.
“Hay que invertir para mejorar, y si se mejora se podría tener un segundo Mato Grosso”, señala al recordar los esfuerzos hechos en esa región del Brasil para superar el obstáculo de la acidez de la tierra, similar al de estas tierras colombianas.
En la altillanura han manifestado interés durante los últimos años grandes grupos inversionistas como Maggi, de Brasil, o el grupo argentino Grobocopatel.
Pero las dudas con respecto a la tenencia y propiedad de la tierra han quitado impulso a los negocios e inversiones.
De otra parte, Heldt elogió y se manifestó impresionado por la industria de flores y los cultivos de claveles y rosas en la sabana de Bogotá, que también visitó durante su paso por el país.
Al referirse a las megafusiones que se han venido ventilando en el mundo, relacionadas con el sector del agro, Heldt señala que es prematuro sacar conclusiones sobre negocios que aún no se han oficializado.
La oferta de Bayer por Monsanto sigue sin que las partes lleguen a un acuerdo sobre el precio de las acciones, mientras que la compra de Syngenta por Chem China aún está pendiente del visto bueno de autoridades antimonopolio en importantes mercados del mundo.
Aun así, frente a la posibilidad de que haya conversaciones similares a la de los anunciados meganegocios, Heldt no duda en señalar que “queremos mantener nuestra independencia”, y asegura que para el 2020 su compañía no será un pequeño jugador.
Durante las presentaciones, los ejecutivos de BASF señalaron que un 26 por ciento de toda la inversión en investigación va para el negocio de protección de cultivos, y que los lanzamientos de productos innovadores que se hagan desde el año pasado hasta el 2025 tendrán un pico de ventas de 3.000 millones de euros.
En ese camino, esperan lanzar entre 2018 o 2019 productos nuevos como el fungicida Revysol, que ya fue presentado a las autoridades europeas, para su registro. De acuerdo con la empresa, este compuesto no solamente combate enfermedades, sino que es clave en el manejo antirresistencia.
Otras innovaciones que saldrán al mercado están en herbicidas, insecticidas, manejo de suelos y soluciones de semillas.
MAURICIO GALINDO*
Editor de Economía de EL TIEMPO
* Por invitación de BASF a su conferencia con medios.
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