Ostapenko, de ser bailarina a ganar Roland Garros

Cuando era niña, Jelena Ostapenko, la joven e inesperada nueva reina de Roland Garros, que venció ayer en la final 4-6, 6-4, 6-3 a la rumana Simoha Halep, no soñaba ser una gran campeona en el tenis, sino desarrollar una carrera como bailarina, algo que considera que le ha ayudado mucho luego en su carrera como deportista.

“El baile me ayudó para mi juego de piernas porque hay que estar coordinada. Los pasos pequeños en el baile son similares a los del tenis”, explicó la joven Ostapenko en una conferencia de prensa en París, en la cual la prensa internacional intentaba conocer un poco más a una tenista que llegó a este torneo casi como una desconocida y que lo termina como la protagonista absoluta.

Siguió practicando desde niña hasta la adolescencia, cuando sus cualidades para el tenis pesaron más en la balanza. Entre los bailes le gustaba especialmente la samba, que ahora sigue bailando en casa, “al menos cuatro veces por semana”, aunque los gustos han evolucionado más hacia la música pop actual: “Enrique Iglesias y algunos cantantes rusos”, dice cuando le preguntan por sus cantantes favoritos.

Pero, más allá de sus sueños de niña, el deporte estaba muy presente en casa de Jelena: su madre jugó al tenis en los años de la Unión Soviética, y su padre fue futbolista en un equipo ucraniano de Zaporizhia, cerca de Dnipropetrovsk.

En un país como Letonia, donde el tenis es un deporte secundario, era improbable que surgiera casi de la nada una gran campeona, pero la joven Jelena captó pronto la atención de los expertos. “Cuando era muy joven, la ITF (Federación Internacional de Tenis) me ayudó mucho. Eso lo valoro mucho. Les estoy muy agradecida. Yo vengo de un país pequeño, necesitaba apoyo financiero”, explica.

Desde muy joven pudo competir en torneos en el extranjero, e incluso siendo adolescente fue enviada a la Academia TennisVal de Valencia (España), donde quedaron sorprendidos por su nivel y ya le vieron madera de campeona.
Mediante esos contactos con Valencia pudo después conocer a Anabel Medina, la tenista española de 34 años que la entrena desde hace dos meses y con quien ha dado el gran salto en este Roland Garros.

La primera final a la que había llegado Ostapenko fue en Quebec en 2015, pero perdió ante la alemana Annika Beck. En 2016 también quedó a las puertas de su primer título, al perder la final de Doha contra la española Carla Suárez, e igual que en este 2017 en Charleston, donde fue superada en el último partido por la rusa Daria Kasatkina.

Sobre la pista tiene un carácter volcánico. Se enfada, grita, golpea la raqueta, pero en la sala de prensa sonríe y observa, muy atenta y extremadamente tranquila. “Soy un chica normal de mi edad. Me gusta leer; por ejemplo, me gustan sobre todo las historias policiacas, de detectives. Me gusta Agatha Christie”, afirma sobre sus hobbies.

Ostapenko admitió tras la final que no conseguía todavía digerir lo que había logrado, pero que quiere tener una carrera brillante y poder “ganar en todos los grand slams”.
El Abierto de Australia, Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos, los otros grandes del calendario, están por lo tanto en su punto de mira. Empezando por Wimbledon, un torneo que ya ganó en su categoría júnior y que se disputa del 3 al 16 de julio.

“Espero Wimbledon con impaciencia porque el césped es una de mis superficies favoritas”, aseguró la jugadora, quien en el torneo mostró fuego en sus derechazos, con una velocidad media superior a la del británico Andy Murray. Una metralleta en la pista en busca permanente de los golpes ganadores, lo que ha convertido a cada uno de sus juegos en una montaña rusa de emociones incontrolables.

Ostapenko mostró su perplejidad por lo que acababa de conseguir. “No consigo creer lo que he conseguido. Es un sueño hecho realidad. Creo que voy a darme cuenta de esto en unos días o unas semanas”, analizó la joven jugadora letona. “Vine a Roland Garros cuando tenía 12 años para visitar el museo, pero no imaginaba que algún día podría vencer aquí”, reconoció.

Con este triunfo, Ostapenko abre su palmarés, vacío de todo torneo hasta ahora, por lo que sigue la vía del brasileño Gustavo Kuerten, el último tenista en ganar en Roland Garros el primer torneo de su carrera.  Será una jugadora para seguir detenidamente, porque podría ser una de las mejores del mundo.

RESUMEN DE AGENCIAS