El escocés Andy Murray alzó el Torneo de Maestros, ese esquivo torneo con el que se aseguró por primera vez en su carrera terminar un año como número uno del mundo, con una sonrisa particular. Sabía que por fin había logrado algo por lo que había trabajado toda su carrera. La tranquilidad con la que celebró con su equipo técnico y con su familia hacía notar que el esfuerzo pagó su recompensa.
Murray y el serbio Novak Djokovic mantuvieron una tenaz lucha por acabar el 2016 en la cúspide de la ATP, cerrada con un abrazo en la red del O2 londinense tras imponerse el de Dunblane en la final del Masters, donde rubricó una gran campaña saldada con nueve títulos: Roma, Queen’s, Wimbledon, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río, Pekín, Shanghái, Viena, París-Bercy y Masters.
Tierra, hierba, pista dura y cubierta no han sido obstáculo para que Murray domine a lo campeón, para acabar con 78 victorias y solo nueve derrotas.
Ídolo en su tierraEste máximo escalafón tomó aún más relevancia al convertirse Andy Murray en el primer tenista británico en situarse en esta posición. Además, con 29 años es el segundo tenista con mayor edad en ser líder de la ATP, después del australiano John Newcombe, quien a los 30 años comandó este listado en 1974.
Murray nació el 15 de mayo de 1987 en Dunblane (Escocia). Allí, a punto de cumplir 9 años, vivió una experiencia aterradora: fue uno de los sobrevivientes de la masacre de Dunblane, cuando 16 niños de la escuela de primaria de ese lugar fueron asesinados por Thomas Watt Hamilton, en la que es definida como la mayor masacre perpetrada en el Reino Unido por un solo hombre.
Su madre, Judy, aprovechó la situación para que con el tenis su hijo pudiera superar tan trágico episodio. Sin embargo, en Escocia, Murray sentía que le faltaba algo para ser uno de los mejores tenistas del mundo. Y fue Rafael Nadal quien le mostró el camino que le faltaba recorrer. Durante el Europeo Sub-16, el español le comentaba de sus sesiones de entrenamiento de más de cuatro horas bajo el calor y el polvo de ladrillo de Mallorca, lo que marcó a Murray y así se encaminó.
Antes de comenzar su triunfal andadura por el circuito ATP, Murray ganó el US Open junior y fue finalista del Roland Garros en esa categoría, en la que logró ser el número 10 del mundo. Así, en el 2006 y a los 19 años, ganó en San José (EE. UU.) su primer título profesional.
Diez años después ya tiene 43 títulos, es el número uno y espera seguir así por muchas semanas más.
Un ‘mandato’ diferenteEn la última lista de Forbes de atletas con más ganancias en publicidad, Federer ocupó el 4.° puesto; Djokovic, el 6.°; Nadal, el 21° y Murray, en silencio, el 74°.
Quizás no tenga la empatía ni los millones de fans de sus predecesores. Murray es poco comunicativo y seguro habrá que no le gustarán, como ser el centro de atención, atender aún más a la prensa o ser aclamado nuevo rockstar del tenis.
Lo cierto es que ahora que cumplió con las expectativas de sus compatriotas, que se sacó la presión al cumplir su sueño de niño y que logró abrirse paso y encontrar su lugar privilegiado en el tenis, la mejor versión del niño prodigio podría estar apenas comenzando.
“Fue un viaje increíble alcanzar lo más alto del escalafón. A veces, después de alcanzar algo grande puede ser fácil tener un bajón y sentirte relajado”, afirmó.
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