Todavía recuerdo esa tarde del 17 de diciembre del 2011, cuando el ‘Tigre’ Castillo, sin tomar distancia, sin alma, pateó el penal que pegó en el palo y luego Patriotas cobró para dejar al América en el descenso, en la categoría B. Terminé viendo estos últimos minutos en la cabina del Corrillo de Mao, casi mudo, desconcertado, luego salí del Pascual Guerrero sin llorar pero con una tristeza y una rabia infinita que todavía no termina. Después en una entrevista con el presidente del América, Andrade, en ese momento me contó que los jugadores pidieron un premio extra en el camerino, bajo la vocería de Castillo, ese mismo que se choca y mata gente.
Nunca más regresé al Pascual Guerrero, escenario de tantos triunfos y tantas historias desde mi infancia del equipo de ‘Shinola’ Aragón, con las estiradas de Carlos Montaño, con la entereza de ‘Muelón’ Sánchez y Faustino Abadía. Vinieron los tiempos del maestro Adolfo Pedernera, quizás uno de los mejores América que he visto en mi vida, con Benito Cejas, Juan Vairo, Castronovo y Juan Manuel López. Hasta que llegó el doctor Gabriel Ochoa Uribe, seducido por ‘Pepino’ Sangiovanni. Empezaron entonces, con ese maravilloso Aquel 19, con el coro de la Sonora Matancera y la voz de Alberto Beltrán, los tiempos de las hazañas, los títulos, la hegemonía roja en Colombia y las finales epopéyicas en la Copa Libertadores. Sobre todo esa final insólita que se perdió con Peñarol, después del tiempo reglamentario.
América repitió honores, con menos figuras, con un buen entrenador como De la Pava y, finalmente, el título del 2008 con Diego Umaña. De ahí en adelante, la desgracia, la lista Clinton, el desorden administrativo, la mediocridad deportiva con jugadores que nos llevaron al fondo, la ignominia de la derrota permanente.
Ahora, con la sensatez de Tulio Gómez, la mano dura de Torres, América regresa acompañado de su gloriosa hinchada, la más grande y popular de Colombia, a la categoría de donde nunca debió irse. Cinco años ha durado la humillación, pero los diablos rojos volverán a ser los grandes protagonistas de la historia del fútbol colombiano. Un sentimiento de revancha recorrerá la distancia que separa a Popayán de Cali. América, con la memoria del barrio Obrero, donde nació, con el recuerdo de Pedro Sellarés y ‘Pepino’ Sangiovanni, con la grandeza que nos dio Gabriel Ochoa, regresamos a la A. ¡Aquí estamos para nunca irnos, para que este torneo no sea solo de un equipo patrocinado por un canal de televisión!
UMBERTO VALVERDE*
Para EL TIEMPO
*Periodista y escritor
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