De ella han dicho que podría ser la mejor gimnasta de la historia, que es imbatible y que su poderío con apenas 19 años no es de este mundo. Simone Biles llegó a Río de Janeiro para ratificar todo eso y demostrar que es una estrella, una de las más ovacionadas y esperadas en los Juegos Olímpicos 2016. Este jueves logró su segundo oro en Río, y una vez más, de manera espectacular.
Desde que debutó en la categoría sénior hace tres años, no ha habido nadie más completa que ella. Siempre sonriente, explosiva y con un punto de descaro, antes de cumplir los 20 esta atleta afroamericana ya posee otra marca única: el máximo de títulos mundiales de la gimnasia artística femenina (10).
A Río 2016 Biles llegó con la ambición de ser la primera gimnasta que consigue cinco oros en unos Juegos, de los seis que están en disputa –ya tiene dos y solo se le resisten las barras asimétricas–. Si lo logra, como se espera, dará la razón a aquellos que, como el mítico entrenador de Nadia Comaneci, Bela Karolyi, ven en ella a una futura leyenda. “En aquella época, Nadia fue considerada como la perfección absoluta, después a Mary Lou Retton (ídolo estadounidense) se le vio como una de las niñas maravilla de la historia de la gimnasia, y ahora es el momento de Simone”, afirmó el veterano DT de campeonas olímpicas.
Lejos de la elegancia ligera de Comaneci, Biles representa le evolución de la gimnasia en las últimas décadas. Con apenas 1,45 m de estatura, su musculatura es abundante y rocosa, lo que le permite realizar ejercicios espectaculares y de gran dificultad técnica.
Un oro brillanteEste jueves Biles logró el oro más brillante, el que corona a la gimnasta más completa en la final del all-around –suelo, salto, barra y asimétricas–, una exhibición individual que aguardaba por ella. No defraudó. La estadounidense se convirtió en la primera mujer en 20 años en ganar el evento a nivel mundial y olímpico seguido con un total de 62,198 puntos. Su compatriota Aly Raisman se quedó con la medalla de plata y la rusa Aliya Mustafina con el bronce.
Así se coronó como la reina olímpica del concurso individual. Un trono que ya dejó vacante su compatriota Gabrielle Douglas, a la que hace cuatro años perseguían los mismos focos que ahora buscan a Biles.
Su carrera, de momento, va sobre ruedas. Después de su exhibición en la ronda clasificatoria, el pasado domingo, donde acabó primera en cinco de las seis pruebas, volvió a dar un espectáculo memorable el martes en la final por equipos, conduciendo a Estados Unidos hasta su segundo título consecutivo. Fue la primera prueba superada, y con nota. “Ha sido todavía mejor de lo que esperaba”, admitió tras la competición.
Esta vez no hubo suspenso en lo que era la crónica de un oro anunciado, pero sí un final apoteósico con Biles volando de nuevo sobre el tapiz a ritmo de samba, sonriendo y haciendo divertida esa exactitud que se construye con miles de repeticiones en la oscuridad de un gimnasio.
Llegó para brillar en RíoLa diminuta estrella estadounidense no ha dejado de brillar desde que aterrizó en Río, donde pegada a una sonrisa contagiosa parece embarcada en una fiesta constante. Tuvo que esperar cuatro años para vivir su sueño olímpico, después de haberse quedado fuera de Londres por ser demasiado joven, y está disfrutando sus primeros Juegos.
Mientras aguardaba el tren a Río, esta joven texana tampoco perdió el tiempo. Desde que ingresó en tromba al circuito sénior en el 2013 lo ha ganado todo, siendo la gimnasta con más triunfos mundiales.
Con la épica y los superlativos como compañeros de viaje durante gran parte de su vida, Biles vino a Brasil por otra gesta, llevarse cinco oros de sus primeros Juegos, más que ninguna otra gimnasta del mundo en el mismo evento. Lleva dos.
Es una figura, pero ayer, con mucha humildad, Biles comentó: “No soy la próxima Usain Bolt o Michael Phelps, sino la primera Simone Biles”. “No me siento una estrella”, dijo.
Su dura infanciaBiles nació en Estados Unidos en 1997. Su historia cuenta que su infancia no fue fácil. Su madre, una mujer con problemas de alcoholismo y drogadicción, no la pudo criar, así que siendo muy pequeña las autoridades le quitaron la custodia. Fueron sus abuelos quienes la adoptaron y la rescataron de ese mundo, junto a sus tres hermanos Tevon, Ashley y Adria.
Cuando se ha referido a su madre, Simone ha dicho: “A veces todavía me pregunto si mi madre biológica se arrepiente y querría haber hecho las cosas de manera diferente, pero evito plantearme estas preguntas porque no las tengo que responder yo”.
A los seis años comenzó a practicar la gimnasia de manera casual. Algunos reportes de prensa que han reconstruido su historia cuentan que era muy inquieta y sus abuelos la enviaron a un centro de gimnasia para calmar su hiperactividad. Otras reseñas cuentan que en alguna oportunidad fue a una visita escolar a una escuela de gimnasia. Al parecer Simone hizo algunas figuras que impresionaron. Los instructores enviaron una nota a sus abuelos (padres) preguntando si no les interesaba que Biles comenzara a practicar este deporte. Dos años después ya fue descubierta por Aimee Boorman, quien aún hoy sigue siendo su instructora.
“Pensé, ¡pero de dónde ha salido esta niña! Se puso a hacer un salto complicadísimo y me dijo: ‘me lo ha enseñado mi hermano en el patio trasero de casa’ ”, contó alguna vez Boorman.
Biles tuvo que hacer muchos sacrificios, como entrenarse más de 30 horas a la semana, estudiando en casa. Así se fue convirtiendo en esa atleta que es hoy, con su potencia, su alegría.
Simone no es solo la dueña indiscutible de este deporte, sino que va en carrera para ingresar al grupo de los dioses olímpicos.
RESUMEN DE AGENCIAS