El retiro de los deportistas parece ser visto como un tema normal, algo que la vida les pone en el camino y que hay que cumplir, pero no es así. Atletas de gran reconocimiento mundial se resisten a irse del concierto internacional, de dejar sus victorias atrás, a pesar de que los años, el estado físico y su rendimiento no sean los mejores.
Los casos del ciclista Chris Froome, los tenistas Serena Williams y Roger Federer y el automovilista Fernando Alonso, para citar algunos, son ejemplos de lo que los deportistas viven a diario, pensar en dejar la actividad que les ha dado todo y dedicarse a otro tema o profesión, pero no es una determinación que se tome de la noche a la mañana.
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Froome, quien ganó cuatro veces el Tour de Francia (2012, 2013, 2015 y 2016), se impuso en el Giro de Italia (2017) y dos veces en la Vuelta a España (2011 y 2017), era el mejor ciclista del mundo, aspiraba a su quinta corona en Francia, pero el 12 de junio del 2019 sufrió un fuerte accidente del que se recuperó para la vida, para el deporte, pero perdió la opción de seguir ganando.
Las múltiples fracturas que sufrió lo obligaron a pasar varias veces por el quirófano y su condición física quedó mermada.
Hoy, a sus 35 años, el británico del Israel disfruta de sus últimos pedaleos, muy distante de los primeros lugares de las clasificaciones y pensando más en cómo será su ida de la actividad.
“La sobrecarga de trabajo es lo principal. Hay mucha labor de años encima de ellos. Si hablamos del ciclismo, hace años se acababa la temporada con el Tour de Francia; hoy no, la exigencia es mucho mayor. Se corre hasta noviembre y en enero ya se arranca otra vez”, dijo el médico, Camilo Pardo.
Y agregó: “La exigencia hace que la salud se toque. Se ha tecnificado el deporte, pero las exigencias cada vez son mayores para el organismo y por tiempos prolongados. La vida útil del atleta es mucho más corta, ha bajado, se ha mermado y es imposible que las lesiones y la edad permitan que se siga en el alto rendimiento”.

Chris Froome
Roger Federer es un claro ejemplo del no querer irse del deporte. Tiene 40 años y un exitoso y extenso palmarés. Cuenta con 20 títulos de grand slam, durante 310 semanas fue el número uno del escalafón, incluida la cifra de 237 semanas consecutivas como el mejor del planeta. Tiene a su haber ocho victorias en Wimbledon, cinco en el US Open, seis en Australia y un Roland Garros.
El último triunfo en un ‘grande’ fue en el 2018, cuando ganó en Australia, pero viene luchando con las lesiones que no lo dejan en paz.
Se recupera de una tercera operación de la rodilla derecha, pero ha superado una mononucleosis, dolores de espalda y problemas en los meniscos.
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“La vida productiva de un atleta es muy corta. Cuando está en la etapa más productiva de su vida, pues, se acaba. Tomar la decisión de no seguir es complicado, no es tan sencillo. Eso implica procesos de desentrenamiento, qué haré con mi vida de acá en adelante. Hay que trabajar lo que se hará, el futuro”, le dijo a EL TIEMPO el psicólogo deportivo Fernando Rivera.
“A los atletas con grandes triunfos se les hace difícil irse, porque siguen con la consigna de ser los mejores, su rasgo psicológico es querer ser mejor. El que contrate a un atleta de esos y lo ponga a barrer, pues, el edificio estará siempre limpio, porque son disciplinados, autosuficientes, y eso les permite ser mejores”, señaló Rivera.
“Es clave ver el retiro del alto rendimiento como una transición. La carrera del atleta involucra etapas, de transiciones. Todo tiene un arranque y un final, no por toda la vida se es deportista de alto rendimiento. Hay que saber que eso se va a acabar”, indicó Launa Prato, psicóloga del IDRD y que trabaja el tema del retiro de los atletas.
Para ella, hay que diferenciar cuando un abandono de la actividad se hace de manera voluntaria de cuando es forzado, porque se manejan variables distintas.
“Se intenta con la psicología que sea un proceso, que no se haga de la noche a la mañana, por eso se viven etapas. Hay personas que en dos años están adaptadas a la nueva vida, pero hay personas que tardan más. ¿De qué depende que sea más llevadera? Una de las claves es la planificación: cómo me voy a retirar y qué haré después”, indicó.
"Cuando el retiro no se planifica, cuando se centra en su deporte, pues, es más complicado, será un abismo".
Serena Williams ya tiene 40 años. El tenis femenino ha vivido de sus triunfos. No existe en estos momentos una tenista con sus estadísticas, pero el ocaso de su carrera es evidente.
Williams tiene 23 títulos de grand slam, está a uno de igualar el registro de la australiana Margaret Court, pero le ha sido imposible. Su última victoria en un ‘grande’ fue en el Abierto de Australia del 2017. Ha jugado, después eso, dos finales del US Open y de Wimbledon, pero no ha conseguido su máximo objetivo.

Serena Williams.
Archivo / EL TIEMPO
No solo es su edad, arrastra con las lesiones que en el último tiempo la han puesto contra la pared y su rendimiento ha bajado enormemente.
Serena Williams trabaja a diario, el desgarro en el tendón de la corva no la dejó estar en el último US Open, el torneo de su país, el que anhela volver a ganar, pero sabe que obtener el triunfo no es fácil y que está más cerca del adiós que de un presente exitoso.
A esos atletas que, a pesar de las edades –no tan aptas para ser competitivas o que conllevan lesiones crónicas–, no se quieren retirar y lo hacen porque trabajaron toda la vida en eso, aunque tienen todo el dinero del mundo, se les hace difícil dar un paso al costado.
“Hay deportistas que van construyendo sus empresas, productos, marcas personales y estudian para la vida después. Cuando no se planifica, cuando se centra en su deporte, pues, es más complicado, será un abismo”, declaró Prato.
Fernando Alonso tiene 40 años. El automovilismo es uno de los deportes que da la opción de que la carrera de un pilo sea más larga, pero no deja de inquietar que a sus 40 años, con dos títulos de la Fórmula 1, Alonso siga, así los resultados no sean los mejores o los de otras épocas.
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Se fue de la máxima categoría, volvió, pero no ha logrado concretar actuaciones rutilantes. Acumula 32 victorias, 97 podios y 22 poles, pero también se resiste a decirle adiós a la actividad.
Para los especialistas, irse de un momento a otro, casi que obligado por una lesión o accidente, podría traer consecuencias graves a nivel emocional si es que no hay un plan de trabajo para afrontar esas decisiones.
El tema es tan delicado que puede conducir a sufrir cuadros de depresión, ansiedad, sueño, trastornos de alimentación, alcoholismo, drogadicción y hasta pensar en el suicidio.
“Si no tienen un proyecto de vida claro, pues el tema de desmotivación es duro. No tienen nada que hacer y terminan mal con su vida, arruinados. Para los grandes es complicado el retiro, les cuesta porque siguen en la necesidad de ser el hombre a batir, así no estén en las mejores condiciones. Se vuelven competitivos contra todo”, agregó Rivera.
Jackeline Rentería es doble medallista olímpica. La luchadora colombiana obtuvo una presea de bronce en las justas de Pekín 2008 y repitió en Londres 2012.
Las lesiones la llevaron a bajar su ritmo de entrenamiento, aunque sus objetivos siempre eran ganar el oro en los Olímpicos, pero no fue posible.
Buscando el cupo a Río de Janeiro, la vallecaucana sufrió la fractura del maxilar inferior, volvió al país, se operó, logró la casilla, pero no pudo desarrollar el plan de entrenamiento indicado y no pudo subir al podio.
No logró ir a los Juegos de Tokio y tomó la decisión de analizar su futuro deportivo, teniendo en cuenta su edad y las dificultades físicas que ha presentado en los últimos períodos.
“El retiro se debe planificar. No hay un proceso que ayude para un retiro digno, tranquilo. Muchos sienten que los están sacando por la puerta de atrás. No hay una ayuda y eso lo hace mucho más complicado”, precisó la luchadora a este diario.
Yuri Alvear, bronce en el judo de los Olímpicos de Londres 2012 y plata en Río de Janeiro de 2016, también le dijo adiós a la actividad.
El aplazamiento de las justas de Tokio la llevó a tomar la decisión, luego de que tuviera que operarse, nuevamente, del ligamento cruzado anterior y del menisco de la rodilla izquierda, y a sus 35 años ahora es entrenadora en el Valle.
“El organismo no responde. Las exigencias son mayores, son atletas que han tenido buenos resultados y a eso hay que sumarle la presión de ganar, de obtener buenos resultados, y esos son factores que aumentan que las condiciones físicas se mermen a través de los años. El fuerte ritmo genera lesiones crónicas, de las que no se paran, no se recuperan, y esa fatiga crónica por sobrecarga los limita”, aseguró Pardo.
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Lisandro Rengifo
Redactor de EL TIEMPO
@lisandroabel