Tremenda lección de participación ciudadana, respeto por los derechos civiles, defensa de la vida, ¡de simple ética!, la que dan los deportistas en Estados Unidos frente a los deleznables ataques policiales racistas que cobraron la vida de dos afroamericanos, George Floyd, en mayo, y Jacob Blake, la semana pasada. Las estrellas deportivas han interrumpido el desarrollo de sus torneos de baloncesto, béisbol, fútbol y tenis para protestar con vehemencia por esas injustificables muertes.
Los deportistas, ídolos de la sociedad, levantan su voz inconforme, le piden a la comunidad reaccionar frente al horror y ponen su rodilla en tierra porque están en pie de lucha. Protestan.
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Como actores sociales, como reconocidas figuras públicas de alto impacto, por su referencia masiva, por su fuerza mediática han entendido que tienen la responsabilidad de difundir su mensaje de rechazo, de ¡basta ya!, y su repudio se ha visto, escuchado y sentido en todo el mundo.
Es ridículo y limitado, muy limitado, deslegitimar su valiente y decidido reclamo con el argumento de que son deportistas, que se dediquen a lo suyo, que no se metan en asuntos políticos.
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“Odio cuando la gente dice que los deportistas no deberían involucrarse en política y simplemente centrarse en competir. En primer lugar, se trata de una cuestión de derechos humanos. En segundo lugar, ¿qué les da más derecho a hablar que yo? Según esa lógica, si trabajas en Ikea, ¿solo puedes hablar de muebles?", le contestó con vehemencia a un periodista la tenista Naomi Osaka tras renunciar a la semifinal del Abierto de Cincinnati en protesta por la muerte de Blake.
En el programa radial El Alargue, de Caracol Radio, lanzaron una pregunta: ¿los deportistas pueden y deben opinar de política? ¡Pues claro! Evidentemente, sí.
Y aquí sí que falta que en su condición de actores sociales y referentes levanten su voz y hagan un llamado a la reflexión y se manifiesten en un país en el que, según recopilación de la revista Semana, en este año van 36 masacres, que, según su conteo, han dejado al menos 163 muertos.
Decir que los deportistas, o cualquier otra persona, por su oficio no pueden ni deben opinar sobre política o la realidad social o la visión de país es una falta de respeto y la demostración de que aún existen mentes totalitarias y retrógradas. Esa es otra manera de callar, de censurar, de violentar los derechos.
Peor aún quienes, incluyendo varios de nuestros más importantes ídolos deportivos, se escudan en la neutralidad, en ese ’aguatibismo’ tan nuestro, tan colombiano; en ese no comprometerse que no es más que el afán de no quedar mal con nadie.
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Rueda en internet una frase que, supuestamente, dijo o escribió Dante Alighieri: “Los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en tiempos de crisis moral”.
Aquí nos acostumbramos a que los deportistas más importantes, más queridos y de más alto vuelo, no tengan opinión política y se les justifica con la excusa facilista del no dividir, del no polarizar, cuando, por el contrario, esa es la verdadera razón y el ideal de las democracias.
La lección de los deportistas estadounidenses es tremenda.
Igualitos a los de acá...
Meluk le cuenta...
GABRIEL MELUK
Editor de DEPORTES
En Twitter: @MelukLeCuenta
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