Roger Federer y Rafael Nadal son de los más grandes exponentes del tenis mundial. Sus logros, personalidades ganadoras y vitrinas llenas de trofeos producen emoción en los aficionados de todo el mundo, un fenómeno único en el deporte.
En las últimas temporadas, el suizo y el español no han levantado todos los trofeos que han querido. Las lesiones, los problemas físicos y el ascenso de Novak Djokovic, Andy Murray y Stan Wawrinka los han alejado de los títulos de Grand Slam.
Ahora, cuando por primera vez desde el Abierto de Australia del 2014, Federer y Nadal están juntos en semifinales, los fanáticos sueñan con ver a los protagonistas de una de las rivalidades más grandes de la historia del deporte luchar otra vez por un trofeo.
El camino no es fácil. Federer, quien tuvo que abandonar el circuito por más de seis meses luego de una operación de rodilla, enfrentará en la madrugada del jueves (3:00 a. m. hora local) a su amigo y compatriota Stan Wawrinka en la semifinal.
El suizo, ganador de 17 Grand Slam, se encuentra en la posición número 17 del escalafón y tuvo que superar a dos jugadores entre los 10 primeros (Berdych y Nishikori) para llegar a estas instancias.
Nadal, noveno, ya le ganó a Monfils y Raonic, números 6 y 3 respectivamente, y ahora deberá superar en semifinales al búlgaro Grigor Dimitrov.
Si ambos ganan sus difíciles encuentros, podrían verse las caras en una final de Grand Slam luego de casi seis años, cuando el español se impuso ante el suizo por 7-5, 7-6, 5-7, y 6-1 en Roland Garros 2011.
El último en celebrar un título grande fue Rafa Nadal cuando en el 2014 superó a Djokovic en Roland Garros.
Justamente en Australia, el español superó al suizo en el 2009 en una de las finales más emotivas de los últimos años. Luego de cinco sets, Nadal se proclamó campeón.
Federer, desconsolado, rompió en lágrimas al ver cómo se quedaba sin igualar el récord de 14 títulos de Grand Slam de Pete Sampras y de cómo Nadal rompía con su hegemonía en el circuito.
El choque de estilos y personalidades dentro de la cancha es uno de los mayores atractivos de los encuentros entre ambos jugadores, que suman 31 trofeos de Grand Slam en conjunto.
Motivados por sus últimos resultados y con hambre de ganar luego de tan larga sequía, primero deberán superar sus encuentros de semifinales si quieren verse las caras en el último partido.La garra española contra la elegancia del suizo es el banquete que todos los fanáticos del deporte quisieran degustar una vez más en una final.
SALOMÓN ASMAR
REDACCIÓN ELTIEMPO.COM
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