Kobe Bryant, quien murió el domingo en un accidente de helicóptero, es el segundo basquetbolista más grande de la historia de la NBA, solo superado por el legendario Michael Jordan, el mito de los Bulls de Chicago.
Bryant se ubica por encima de otras leyendas fenomenales como Kareem Abdul-Jabbar, Magic Johnson, Larry Bird, Wilt Chamberlain, Karl Malone o el aún vigente LeBron James, quien el sábado pasado, en la víspera de la tragedia, rompió la marca de Bryant (33.643 puntos) como el tercer mayor anotador de la historia de la NBA.
Como escolta, a la ofensiva fue un poderoso lanzador en largo (¡logró 1.827 triples, increíble para un jugador de su puesto!) y, con el paso de los años, como pasa en otros deportes de conjunto, su experiencia y calidad lo llevaron a ser un gran base, un armador exquisito y efectivo de juego.
Una vez hablé con él. Fue en una entrevista colectiva telefónica. Después de esperar casi 30 minutos, pude preguntar. Estaba tan nervioso que me quedé en silencio.
Recuerdo mucho que él me saludó y se dio cuenta de mis nervios: “Hola, Felipe –dijo y soltó una amable risa–. Tranquilo: pregunta sin problemas”.
Le pregunté sobre cómo había manejado el éxito y el fracaso en su carrera deportiva. “Me llevo, después de 20 años como profesional, el espíritu que representan esas manifestaciones físicas. Por tanto, vivirán siempre conmigo la comprensión de la perseverancia, de cómo tratar con el fracaso, cómo manejar los éxitos, la comprensión de cómo comunicarme con los demás, la comprensión de cómo entender a los demás, la empatía, la compasión y cosas por el estilo. Esas son las cosas que voy a llevar conmigo para siempre”, contestó.
Ese día confirmé su importancia para el baloncesto, más allá de los datos. Kobe Bryant tuvo el corazón y el carisma del verdadero caudillo. Siempre fue un triunfador, una inspiración, un líder.
Más allá de los 20 años en los que triunfó con sus amados Lakers, y de todos sus títulos y récords, lo que más conquistó fue la admiración de las personas, quienes lo ven como un ejemplo de perseverancia, de lucha, de triunfo.
Pero ¿cuál fue la importancia de Kobe Bryant en la NBA y en el deporte mundial?
Bryant obtuvo el trofeo MVP (Jugador Más Valioso) en la temporada 2007-08. Sus títulos como mejor anotador, en 2005-06 (35,4 puntos por partido) y 2006-07 (31,6 puntos por partido).
Los espectaculares números de Bryant pasan por el meridiano de sus cinco títulos de la NBA ganados en 2000, 2001, 2002, 2009 y 2010. Y fue escogido dos veces como el MVP de las series finales del 2009 y 2010. Además, por llevar al dream team (el equipo de ensueño) estadounidense a dos oros olímpicos (Pekin-2008 y Londres-2012).
En sus 20 temporadas como profesional, siempre con Los Ángeles Lakers, fue elegido 11 veces en el mejor quinteto de la NBA y participó por elección popular en 18 Juegos de Estrellas.
En toda su carrera, Bryant logró 121 partidos anotando 40 puntos o más. El récord de puntos en un partido de la NBA lo tiene Chamberlain, con 100, en 1962. El único que se ha acercado de verdad a esa marca fue Bryant. En el 2006 le anotó 81 puntos a Toronto Raptors.
En el Olimpo del baloncesto, el desaparecido Bryant –aún no creo que haya muerto– está por debajo de Jordan, pero arriba de los demás.
FELIPE VILLAMIZAR M.
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter: @FelipeVilla4