A Jackeline Rentería le dolió la derrota tal vez más que el golpe que recibió en junio pasado en Polonia, cuando le fracturaron el maxilar inferior, porque en esta ocasión estaba en juego el anhelado oro en Río de Janeiro que había perdido en los Olímpicos de Pekín y de Londres, pero del que se despidió en el segundo combate de la división de los 58 kilogramos de la lucha.
En el primer combate Rentería superó sin dificultades a la peruana Yaneth Covero 6-2, pero en el segundo no pudo, porque Yuliya Ratkevich de Azerbaiyán la derrotó 7-3 y el sueño se acabó.
“Los primeros segundos fueron claves. Desde el comienzo, la niña me metió 4 puntos, me sorprendió; nos fuimos a 4-2. Ella terminó la acción, yo no. El trabajo táctico que realizamos con el entrenador David Gutiérrez y Mario Izquierdo fue positivo. De ahí en adelante tratamos de buscar la pasividad, porque sabíamos que la labor física de la rival no era la mejor, pero no se dio nada”, señaló.
Jackeline llegó con todo; por momentos se vio desesperada y no le alcanzó el esfuerzo para más.
“Siempre tuve la medalla en la mente, pero no me voy a vencer porque es un deporte de luchadoras. No puedo ponerme a llorar con lo que pasó, tengo que rescatar lo positivo, aprovechar y analizar los errores”, declaró una Rentería que cuando perdió lloró, como hace cuatro años en Londres, pero esta vez no entró al camerino tapándose la cara con la bandera colombiana.
La lesión de junio no fue la culpable de lo que pasó, a pesar de que tuvo que parar su preparación para la cirugía, pero la colombiana no le quitó el cuerpo a la responsabilidad.
“La lesión es algo que hace parte del proceso de preparación; eso nos ayudó a trabajar en otras cosas, a mejorar en otros aspectos, en defensa, en la resistencia. Lo pasado es pasado; es triste asimilar este resultado, pero el camino continúa”, dijo.
Mostró su tristeza por lo que pasó, no solo por su derrota, sino por la de su compatriota, paisana y gran amiga Carolina Castillo, que también llegó a la segunda ronda en los 48 kilos.
“Estoy en un momento difícil, pero lo asimilo. No fue en Río, pero en Tokio se puede lograr”, precisó Rentería, que llegará a los Olímpicos de Tokio con 34 años, una edad justa y madura
“No descarto nada, esos serán mis últimos Olímpicos. Me voy triste porque tenía otras metas, pero nada más se puede hacer”, dijo Rentería, quien se subió al bus de los atletas a seguir lamentando la derrota de este miércoles.
LISANDRO RENGIFO
Enviado especial de EL TIEMPO
Río de Janeiro