La historia de Anthony Zambrano es parecida a la de tantos otros deportistas en el mundo entero. “Quiero comprarle una casa a mi mamá para que viva tranquila”, le dijo a EL TIEMPO al ganar la colosal medalla de plata de los 400 metros en el Mundial de Atletismo.
Es la marca y el mayor logro técnico del deporte colombiano del año.
La historia se repite de Maicao a Manila, de Turbo a Kingston, de Tumaco a Singapur: para una infancia pobre y llena de necesidades, el deporte es casi siempre la única esperanza legal de progreso en la vida. Bien lo dijo el ya fallecido José Sulaimán, quien fuera el presidente de hierro del Consejo Mundial de Boxeo: “Mientras exista la pobreza, existirá el boxeo”. Duro.
Bien lo dijo el ya fallecido José Sulaimán, quien fuera el presidente de hierro del Consejo Mundial de Boxeo: “Mientras exista la pobreza, existirá el boxeo”. Duro.
Como Zambrano, Javier Durango, ‘El Flecha’, el boxeador de ficción de David
Sánchez Juliao, decía: “Esos manes, los egipcios, ‘nojoda’, hacían unas pirámides tablúas, cipotúas, del porte de la house que le voy a hacer yo a mi mother cuando sea champion, ¿sabecomo’e?”.
Sí, sabemos cómo es: el país tiene el desempleo más alto en años (10,7 por ciento), el dólar vuela a 3.500 pesos y el último índice de personas en situación de pobreza multidimensional fue 19,6 por ciento según el Dane...

Anthony Zambrano, atleta colombiano.
EFE
Hace como 20 años logré sentar en la misma mesa del Club Colombia Open a algunos de los tenistas más importantes de Suramérica: Javier Frana, Fernando Meligeni y Mauricio Hadad. Recuerdo que afirmaron, entre otras cosas, que por ese entonces el deporte no era visto en las clases medias de nuestros países como una opción laboral y profesional viable, pues los padres trabajadores esperaban mayor seguridad y estabilidad para sus hijos si eran abogados, médicos o ingenieros.
Sin embargo, esa percepción ha venido cambiando en nuestra clase media (¿quizás porque se ha empobrecido...?), y ahora contempla una posibilidad de futuro para sus hijos en el deporte y los ve en los espejos de Mariana, Juan Sebastián, Robert o Faryd...
Pero esa frase de Zambrano, ese “quiero comprarle una casa a mi mamá para que viva tranquila”, que le dijo a EL TIEMPO, sigue siendo el motor del deporte en esta sociedad: con él, además de huirle a la pobreza, evaden el tráfico de drogas y su consumo, los capos y ‘sayayines’, las balas, la cárcel o la muerte.
La historia de Zambrano se ha contado tantas veces en tantos otros y desde hace tanto tiempo.
Hoy, con apenas 21 años y según las cifras extraoficiales de premios que habría ganado en el Mundial de Doha por sus plata y bronce, Anthony ya tiene el dinero para comprarle a su mamá, Miladis Zambrano, una casa ‘tablúa’, ‘cipotúa’, para que viva tranquila.
Merecido... ¡para ambos!
GABRIEL MELUK
Editor de Deportes@MelukLeCuenta
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