Es una tremenda persona, una luchadora que viene desde abajo. Esperemos que sigamos dando un bonito espectáculo en el atletismo mundial. Sé que en los Olímpicos de Tokio 2020 estará Ibargüen, y será un bonito duelo”.
Ese es el concepto que tiene Yulimar Rojas, la venezolana de 23 años, de la colombiana Caterine Ibargüen.
Ambas viven un presente bien distinto: Rojas no pasa por su mejor momento, su 2018 no fue el mejor, las lesiones la aquejaron y no pudo ratificar su tremendo 2017, mientras que Ibargüen lo ganó todo, se echó al bolsillo la mayoría de los títulos que disputó, lo que le valió ser elegida como la mejor atleta del mundo de la temporada por la Federación Internacional de Atletismo (Iaaf), un galardón que le puso la chapa a un año inolvidable para ella, quizás el mejor de su ya larga carrera deportiva; por eso es también la Deportista del Año de EL TIEMPO.
Ibargüen, por esta época, se cansa de recibir elogios, premios, trofeos, gracias a sus largas zancadas, a la precisión de sus saltos y a los perfectos aterrizajes en el foso de caída en el que se miden el salto triple y el largo, pruebas que dominó a su antojo, sin ningún problema y sin una rival cercana.
A lo largo del 2018, Caterine, nacida hace 34 años en Apartadó, Antioquia, hizo lo que quiso, no solo fue la reina del salto triple, sino que volvió a probar el salto largo, una prueba que dejó de lado competitivamente hace tiempo, pero de la que no se ha olvidado, pues es parte de su entrenamiento diario.
Desde el 2006 viene de la mano del técnico Ubaldo Duany, un cubano que la vio y se ‘enamoró’ de sus condiciones. Se cansó de llamarla, de ofrecerle trabajar con ella. En las pocas veces que hablaron le prometió el sueño en el que ella está, pero Ibargüen no le creyó, creía que era otro ‘encantador de serpientes’ que hay en el deporte, pero finalmente aceptó su propuesta. Ambos comenzaron una ardua labor en Puerto Rico.

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Allá, Caterine se fue a estudiar y a entrenar, a formarse para ser la mejor saltadora del mundo, pero en los primeros meses ella no lo creía. Hoy, cuando es la mejor del mundo, cuando Colombia y el planeta se le rinden a sus pies recuerda que cuando Duany le decía que esos triunfos vendrían no fue consciente de que se podía hacer realidad. “Todo esto se lo dedico a mi entrenador, porque cuando me dijo que llegaríamos a conseguir lo que hoy somos, pues no le creí, era un sueño, pero yo no creí. Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que los sueños se cumplen, con trabajo, sacrificio, mucho entrenamiento, por eso he llegado a donde estoy”, dijo Caterine Ibargüen Mena.
Año de ensueñoDespués de haber sido medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2014, Ibargüen ha tenido un año de ensueño, tomó parte en 14 pruebas y en 12 de ellas fue primera.
Este 2018 ha sido su año más ganador, porque en el 2013 obtuvo 13 triunfos, 10 un año después, 10 en el 2015, 11 en el 2016 y solo cinco en el 2017, lo que dice a las claras de su gran temporada.
Si bien venía de una temporada en la que le entregó el cetro a Rojas, quien la dominó en la Liga de Diamante y en el Mundial de Londres, el dúo Ibargüen-Duany siguió trabajando calladamente, con el objetivo de recuperar el cetro, y lo consiguieron.
Y es que esta temporada ha barrido. Ibargüen ganó cuatro válidas de la Liga de Diamante en el salto triple (Shanghái, Oslo, París y Rabat), clasificó con una pierna a la final de Zúrich, Suiza, y allí ratificó su superioridad para ganar su quinta corona en esa competencia (2013, 2014, 2015, 2016 y 2018).
Su mejor registro lo consiguió en la competencia de 14 metros 96 centímetros, en Rabat. Su 'peor' registro fue el de 14,54 metros, en el Grand Prix Ximena Restrepo, con el que abrió este sensacional año.
Fue en Marsella, Francia, donde se decidió a volver al salto largo. En esa reunión ganó con un registro de 6,87 metros, nuevo récord nacional y un campanazo de alerta que le sirvió para probar en la Liga de Diamante.

Caterine Ibargüen.
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En ese certamen, Ibargüen probó en Lausana, Suiza, fue tercera con 6,77 metros. Luego, en la válida de Birmingham, la atleta colombiana fue segunda con 6,80 metros, y logró su meta: ir a la final en Bruselas, en la que impuso su ley, venció a las favoritas, a las que durante el año dominaron el salto largo en ese evento, y con 6,80 metros fue primera.
Esa gran victoria la consiguió 24 horas después de haber ganado el salto triple en Zúrich, en una hazaña, porque ningún deportista en la historia de la Liga había ganado en un mismo año dos competencias, y Caterine Ibargüen lo hizo.
El 2018 lo terminó como lo comenzó: en el primer lugar del cajón del podio, pues se impuso en el triple y en el largo de la Copa Intercontinental, un plus más para considerarla como la mejor de la temporada.
Caterine Ibargüen fue clave para Colombia en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, que tuvieron como sede en Barranquilla, unas justas inolvidables para el país y para la ciudad organizadora por lo que significaron.
Días antes, en la inauguración de las justas, la gran estrella fue la cantante Shakira, pero en la pista del estadio de atletismo, Rafael Cotes, otra atracción se hizo presente y con sus saltos iluminó dos noches: Caterine Ibargüen.
También hizo añicos las ilusiones de sus rivales, que se contentaron con tenerla a su lado, con competir al pie de ella, porque sabían que las aspiraciones de ganarle eran mínimas por no decir que no existían.
A la colombiana la inscribieron porque sus actuaciones en el salto triple y en el salto largo eran dos medallas de oro fijas, y respondió, sin atenuantes, sin trabajos, sin problemas ganó el triple con 14,92 metros y el largo con 6,83 metros. ¿Algo más?
Su nombre figuró, sin extrañeza, en la lista de las 10 atletas aspirantes a ser elegidas las mejores del mundo por la Iaaf.
Después del corte, Ibargüen aseguró un lugar dentro de las cinco candidatas. Quizás había mejores que ella, con más triunfos, con mejores marcas, pero la Iaaf se definió por la colombiana, la escogieron y eso fue un sacudón más para ella, porque era la quinta vez que figuraba en la lista de nominadas y siempre se había quedado por fuera.
Lo conseguido por ella en este sensacional 2018 es meritorio, tanto, que hasta el gobierno nacional tuvo la oportunidad de premiarla.
El presidente de Colombia, Iván Duque, le entregó la Gran Cruz de la Orden Nacional al Mérito a Caterine Ibargüen.
“Tú ejemplo es un ejemplo de grandeza, de deseos de triunfo y de superación, de enfrentar las adversidades, de hacer de la alegría un motor del talento y, debo decirlo, la historia tuya es una historia de inspiración para millones de colombianos”, expresó Duque en la ceremonia cordial.
Caterine ha dicho que tiene dos grandes retos: batir la marca mundial del triple y ganar el oro en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y ya trabaja en eso.
El primero no es tan fácil como se dice, porque la marca está en 15,50 metros, en poder de la ucraniana Inessa Kravets, quien la estableció en 1995.
La mejor marca de la atleta nacional es de 15,31 metros, lo marcó en la válida de Mónaco del 2014, pero desde que ganó el oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en el 2016, con 15,17 metros, Caterine no ha podido superar la barrera de los 15 metros.
“Mi gran reto y lo que me va decir a mí que soy la mejor del mundo, es el récord. Cada año esa es mi barrera, cada año me levanto con esas ganas de conseguir el récord del mundo, pero no puedo ser egoísta, este 2018 me dio cosas muy positivas, muy grandes”, declaró en días pasado y, seguro, que para eso trabajará, aunque los números digan que está lejos.
Por estos días, Caterine se ha dedicado a repasar su futuro, en el que recuerda lo que ha ganado y la opción que tuvo de retirarse el año pasado.
También hay tiempo para gozar el presente, con los triunfos del 2018, contemplando los galardones que ha obtenido y visualizando el futuro, lo que viene, ya sus últimos años en el deporte activo.
Y en ese tema, pues hay cuatro eventos de gran importancia: primero, los Juegos Panamericanos del 2019, en Lima, Perú, en la que Colombia aspira a, al menos, el oro en el salto triple.
Después, hará lo posible por recuperar el metal dorado en el Mundial de Doha, sin dejar de lado la defensa del título en la Liga de Diamante que, sin duda, está en sus planes.
Todo lo anterior le servirá para apuntarle a su verdadero objetivo, al más grande, con el que quiere irse del atletismo dejando huella: los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
“Creo que la visualización mía va a estar hasta Tokio 2020 que es mi compromiso con mi país, con el Comité Olímpico, el compromiso conmigo misma. Hay que seguir en esta labor ardua, trabajando como siempre, pero con mucho más entusiasmo y profesionalismo, porque lo que viene no será fácil. Seguro que haremos lo mejor posible con el fin de ganar, de superar los retos que nos hemos puesto para las próximas temporadas”, señaló.
Mientras tanto, comparte con los suyos, con su ‘cuerda’, con los que le han ayudado a tener un 2018 soñado, de grandes retos propuestos y superados, el año de su consagración, una temporada inigualable, la mejor de su carrera.
Fueron 12 meses que no olvidará y que le ayudarán a ser mejor, a aumentar su rendimiento para vencer a su gran rival, una Yulimar que ha sentenciado que volverá fuerte en el 2019, pero a la que no le será fácil ganar, porque al frente tendrá a una Caterine Ibargüen que salió fortalecida en un 2018 en la que, sin duda, fue la mejor del salto triple, del salto largo, del país y del mundo.
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