Cuando se conoció la noticia, a finales del 2016, sobre la compra de la Fórmula 1 por Liberty Media, las horas de Bernie Ecclestone como gran jerarca de la categoría parecían estar contadas, aunque se había hablado de que seguiría en su cargo por algunas temporadas más.
Sin embargo, su forma de ser, su total autoritarismo y su mandato eran una piedra en el camino para los nuevos dueños. El futuro del inglés fue como un castillo de naipes, que terminó derrumbado hace algunos días. Nuevos aires se avecinan, y su reinado llegó a su fin luego de 40 años de trabajo.
“Me han despedido. Se ha acabado. Eso es todo. Es oficial. Ya no dirijo la empresa. Chase Carey ocupa mi puesto”, señaló el lunes pasado, y afirmó que será “presidente honorario”, pero ignora “qué significa este título”.
Nadie podía creer que este hombre canoso, de 1,60 metros, duro a la hora de dar declaraciones sobre algo que no le gusta, quien vio pasar a muchos pilotos en la F1 y situó la categoría como la más importante del automovilismo mundial, había quedado por fuera del imperio que construyó con mucho carácter.
El hasta hace poco todopoderoso de la F1 nació en Ipswich, Suffolk (Inglaterra). Es hijo de un pescador y asistió a la escuela primaria en Wisset, pero decidió abandonar sus estudios a los 16 años para trabajar en las fábricas de gas locales.
Desde pequeño mostró su gusto por el deporte motor y se fue relacionando con este mundo. Su hobby eran las motocicletas.
La primera experiencia de Ecclestone como piloto fue en 1949 en la Fórmula 3, cuando adquirió un Cooper Mk V en 1951. Participó en un número limitado de carreras, principalmente en su circuito local, Brands Hatch.
Sin embargo, sus deseos sufrieron un duro golpe cuando chocó con Whitehouse Bill y aterrizó en el parqueadero exterior de la pista. Después de este accidente abandonó estas competiciones.
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Fue ahí, por un accidente de la vida, cuando todo le dio una gran giro. Su audacia y olfato para los negocios fueron mayores que su nivel al volante.
Su pasión eran los autos, y ahí quería seguir ligado para toda la vida.
Con el paso del tiempo, el británico se codeó con los más poderosos de la política mundial y no tuvo ningún temor ni se le quebraba la mano para hacer negocios con líderes cuestionados.
Era de cambioEl desembarque de Ecclestone en la Fórmula 1 se dio a principios de 1972, cuando compró el equipo Brabham e inició su control.
En esta nueva posición, conformó la Asociación de Constructores de la F1, junto con Frank Williams, Colin Chapman, Teddy Mayer, Ken Tyrrell y Max Mosley. Su gran salto se estaba gestando, y era cuestión de tiempo para lograr el objetivo que sigilosamente se había trazado.
Bajo el mando del británico, por cuatro décadas, la Fórmula 1 no dejó de expandirse fuera de los circuitos tradicionales donde la categoría brillaba, para ir en busca de gigantescos contratos que dejarían dividendos importantes.
Fue un gobierno de divide y reinarás, en un periodo en el que aguantó críticas de todos lados y generó cambios de todo tipo.
“Yo no llevo mis negocios con base en las opiniones de otros. Más bien me deshago de la gente que insiste en darme su opinión”, fue una de las frases directas que caracterizaron su mandato.
A diario, el mandamás lidiaba con luchas de poder entre diferentes actores de la Fórmula 1.
Su carácter e ideas empresariales siempre los hizo valer por encima de cualquier pensamiento, sin pensar, en realidad, que creaba un autoritarismo causante de enemistades con personalidades a las que él no prestaba atención y, por el contrario, retaba.
Como dueño de los derechos comerciales de la Fórmula 1, primero, y como director ejecutivo, después, Ecclestone supo lidiar con jefes de equipo, escuderías, presidentes de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) y recientemente también con la justicia.
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“Soy muy buen amigo y un enemigo muy, pero muy jodido. Si me la haces, tarde o temprano me la pagarás. O igual no me la pagarás, porque te mandaré unos tíos a que te den una paliza o te descuarticen; pero algún día saldaremos cuentas”, dijo en alguna oportunidad cuando lo señalaban.
Será recordado en la Fórmula 1 por convertirla en el deporte anual más grande del mundo, solo superado por los Juegos Olímpicos y la Copa Mundial de fútbol. Además, les quitó los derechos comerciales del deporte a la escuderías, y al asumirlos construyó una fortuna personal de miles de millones de dólares.
Un tipo polémicoEcclestone dejó en el aire, como parte de su forma de ser, de su esencia, poderosas frases con un sentido político y machista, que en ocasiones le valieron tener que salir a recular.
Entre estas declaraciones están la de aquella vez que se refirió a Adolfo Hitler diciendo que “fue capaz de hacer que las cosas se hicieran”, o cuando comparó a las mujeres con “electrodomésticos”.
Su relación con las mujeres, no obstante siempre estar rodeado de las más bellas del mundo, fue antipática, discriminatoria. Nunca les dio un chance mínimo de poder ascender dentro del automovilismo y no creía que pudieran llegar a la Gran Carpa.
Durante la Advertising Week Europe, en el 2016, Ecclestone afirmó que las mujeres no pueden ser tomadas en serio cuando pilotan un monoplaza. “No conozco a ninguna mujer que físicamente sea capaz de conducir un coche de Fórmula 1 de forma rápida. No deberían ser tomadas en serio”.
Otra de sus salidas polémicas fue cuando habló del mercado al que le querían llegar, deslegitimando a Estados Unidos como punto de referencia. “Somos demasiado sofisticados para el público estadounidense. Hacen una cobertura televisiva como la lucha libre. En el Lejano Oriente tienen mucho dinero y ni idea de qué hacer con él”.
‘Dictador’
Su sucesor, Chase Carey, señaló en entrevista con la BBC que la Fórmula 1 “es un gran deporte, pero claro que puede ser mejorado. Necesitamos un nuevo punto de partida. Lo que aportamos es una mirada nueva. No tenemos otra ambición que hacer un deporte fantástico para los aficionados”.
“Será difícil para él. Ha dirigido este deporte la mayor parte de su vida adulta –añadió Carey–. Él mismo dice que es un dictador. Ha dirigido como un dictador durante mucho tiempo. Este deporte necesita una mirada nueva, pero Ecclestone puede todavía aportar mucho a la F1”.
Para frenar el declive de la competición en los últimos años, Liberty Media quiere aumentar el número de carreras, sobre todo en Estados Unidos.
Este año hay 20 programadas, y solamente una en territorio estadounidense, en Texas, en octubre.
“Bernie es un equipo en sí mismo. Esto no es una organización eficaz en el mundo de hoy para desarrollar las oportunidades en todos los sectores –opinó el nuevo director–. Desde un punto de vista deportivo, la toma de decisiones no era tan eficaz como debería”.
“Es el final de una época, pero es un paso adelante”, señaló Martin Whitmarsh, director general de McLaren durante 24 años, hasta 2014, dos días después del despido del gran jefe de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone.
“Deben concentrarse, en primer lugar, en el espectáculo, es como nosotros intentamos hacer (en Copa de América de vela) y en segundo lugar en el control de los costes”, señaló desde Londres y reconoció que fue “el enemigo principal de Ecclestone en algunas ocasiones”.
En conclusión, Bernie Ecclestone deja un legado impresionante, en el que pasaron muchas polémicas, millones de dólares, cientos de cambios y, en especial, una revolución total en el deporte a motor, que será muy difícil de igualar sin importar las diferentes ideas que se tengan y las nuevas revoluciones que se quieren implementar en la máxima categoría.
Solo queda esperar cuál será el futuro de la Fórmula 1 en manos de Liberty Media.
Mejorar el espectáculo, primer objetivoLos responsables de Liberty Media, nuevo propietario de la Fórmula 1, aceleraron la salida del emblemático jefe Bernie Ecclestone con el objetivo de comenzar a desarrollar lo antes posible un espectáculo diferente e incrementar el potencial de ‘marketing’ de la más prestigiosa de las modalidades del automóvil.
“Es un gran deporte, pero puede ser mejorado, necesitamos un nuevo punto de partida”, señaló en la BBC Chase Carey, antiguo directivo de Century Fox y que se convirtió en el nuevo jefe de la Fórmula 1, nombrado por el grupo de comunicación estadounidense Liberty Media. “No tenemos otra ambición que hacer un deporte fantástico para los aficionados”, añadió.
El nuevo propietario pretende introducir una revolución cultural en un deporte históricamente dominado por los europeos. “Hace mucho tiempo que un cambio era necesario. Mr. Carey, le deseo mucho éxito para volver a hacer grande nuestro deporte”, escribió en la red social Twitter el vigente campeón mundial Nico Rosberg, tras el despido de Ecclestone, de 85 años, que en principio iba a acompañar la transición durante tres temporadas pero que finalmente tendrá el puesto de presidente de honor.
“Creo que Liberty Media puede aportar un poco de pimienta. Quizás podrían ‘americanizar’ todo esto. Son expertos en el ‘show business’ y es lo que necesitamos ahora”, añadió a la agencia alemana SID Rosberg, que se retiró tras lograr su corona mundial.
Levantar las audiencias
El camino hacia el entretenimiento de la Fórmula 1, cuyas audiencias han caído en los últimos años, es compartido por los diferentes actores del medio. “Otra época comienza. Todo va a cambiar. Es una oportunidad para todos nosotros. Los estadounidenses saben qué hacer para crear entretenimiento sin perder de vista el aspecto deportivo”, dijo Toto Wolff, jefe de la escudería Mercedes, a la agencia SID.
“Bernie desarrolló el deporte en los mercados emergentes y Liberty Media, como nuevo dueño de la máxima categoría del automovilismo mundial, probablemente intentará enganchar a la audiencia de los Estados Unidos, gracias a los medios tradicionales y en línea, lo que debería aumentar el atractivo de este deporte para las marcas y las nuevas generaciones”, explicó Alex Kelham, jefe de Sports Group de la firma legal británica Lewis Silkn.
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