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Alexander Rangel, el pescador del ‘ring’

El púgil cordobés Alexander Rangel se perfila como una de las grandes esperanzas del boxeo colombiano.

El púgil cordobés Alexander Rangel se perfila como una de las grandes esperanzas del boxeo colombiano.

Foto:EL TIEMPO

El joven cordobés es una de las nuevas promesas del boxeo colombiano. Es paciente y sueña en grande.

Javier Arana
El joven boxeador se estremeció. Un relámpago que recibió en el hígado por parte de su rival lo hizo ver luces, pero no se cayó. En centésimas de segundo reaccionó, se movió sobre la lona, respiró y tomó aire, se sobrepuso y asimiló el fulminante derechazo. Mostró su temple en un momento de adversidad en el cuadrilátero.
A pesar de haber perdido algunas peleas, quizás ese ha sido uno de los momentos de mayor angustia que ha vivido la joven promesa del boxeo aficionado, el cordobés Alexander Rangel Madariaga quien, después de ese leve cortocircuito en la pelea contra el argentino Federico Schinina, sacó aliento e inteligencia para derrotarlo sin problemas, por decisión unánime de los jueces por 3-0 (49-45, 50-45 y 50-44) a su más experimentado adversario.
Incluso, el cordobés se dio el gusto de mandar a besar el suelo al ciclón bonaerense en la velada celebrada en el coliseo Bernardo Caraballo, de Cartagena, el pasado 18 de marzo, en una pelea que hizo parte de la cartelera de la Serie Mundial de Boxeo y en la que Heroicos de Colombia aniquiló 5-0 a Cóndores de Argentina.
Rangel en la pelea contra el argentino Federico Schinina, sacó aliento e inteligencia para derrotarlo sin problemas, por decisión unánime de los jueces por 3-0 (49-45, 50-45 y 50-44) a su más experimentado adversario.

Rangel en la pelea contra el argentino Federico Schinina, sacó aliento e inteligencia para derrotarlo sin problemas, por decisión unánime de los jueces por 3-0 (49-45, 50-45 y 50-44) a su más experimentado adversario.

Foto:Yomaira Grandett / ETCE

Rangel se inició en el deporte desde muy niño. Apenas tenía 7 años cuando con un grupo de pequeños jugaba a las metras, canicas o bolistas de uña, como le dicen en su natal Lorica.

Boxeador desde los 7 años

“Mi papá me había comprado una bicicleta y yo montaba y me iba adonde mis amiguitos. Una vez, jugando a las canicas, uno de los chicos se levantó del piso y comenzó a hacer sombra, y esos movimientos en los que parecía esquivar al viento me gustaron. Me causó curiosidad y le pregunté qué era. Me respondió que eso era boxeo. Y de inmediato nos fuimos a inscribir al club del pueblo, claro, con autorización de mis papás”, cuenta pausadamente y pensando cada palabra el actual subcampeón nacional de la categoría de los 69 kilos.
Nacido el 20 de diciembre de 1997, en la capital del Bajo Sinú, Rangel sabe que hasta ahora está dando sus primeros golpes en una ardua carrera, donde para ser el mejor debe demostrar capacidad de sufrimiento, aplomo, madurez e inteligencia.
Alexander maduró muy rápido, pues desde ‘pela’o’ sabía lo que quería. Si a los 7 años lo sedujo el boxeo, a esa misma edad lo abandonó para luego entrar de lleno a este deporte tres años después, cuando se dio cuenta de que el fútbol no iba a ser el deporte que lo ayudaría a mantener su familia. El pugilismo lo llevaba en su sangre.

Como todo niño de mi edad, jugué fútbol. Una vez recibí un duro golpe en la rodilla y eso no me gustó. Esto no es lo mío. Y regresé en forma al boxeo

“Como todo niño de mi edad, jugué fútbol. Una vez recibí un duro golpe en la rodilla y eso no me gustó. Esto no es lo mío. Y regresé en forma al boxeo. Ahí ya me lo tomé en serio, sin dejar los estudios y con el apoyo total de mis padres”, recordó el joven, quien pese a tener ya un buen número de peleas aficionadas y semiprofesionales y recibir puños de todos los calibres, no muestra en su cara ese castigo. Al contrario, su rostro es muy limpio, libre de cicatrices y tiene apenas un tenue recuerdo del acné juvenil que se pierde en su tez y se opaca ante el resplandeciente blanco de sus dientes.
Alexander es muy cuidadoso con su indumentaria y su material de entrenamiento. Los guantes son sus consentidos.

Alexander es muy cuidadoso con su indumentaria y su material de entrenamiento. Los guantes son sus consentidos.

Foto:EL TIEMPO

De las promesas a la realidad

Aterrizó en Bogotá hace cuatro años proveniente de su pueblo natal, cansado de escuchar las promesas que nunca se hicieron realidad. En su trayectoria como boxeador juvenil, comenzó a labrar una carrera sólida, con más victorias que derrotas, pero en la que nunca fueron escuchadas sus peticiones a la dirigencia del boxeo cordobés, donde sus administradores parecían típicos politiqueros de pueblo.

Ellos me dijeron, en tono de advertencia, que no me apoyarían más si los dejaba y que no me darían la baja. Eso no me importó y me fui para Bogotá a lucharla

“Después de un campeonato nacional juvenil celebrado en Cali, íbamos en un bus para el pueblo. Los profesores querían resultados, pero no me daban apoyo. Yo estaba entregando buenos resultados, esa vez terminé segundo, pero me sentía derrotado y sin motivación. Entonces, le dije al entrenador que me iba, que yo no tenía nada más que hacer allí. Ellos me dijeron, en tono de advertencia, que no me apoyarían más si los dejaba y que no me darían la baja. Eso no me importó y me fui para Bogotá a lucharla”, explica el hijo de Oveth y Yeimi.
La amenaza de no dejar libre al muchacho para que pudiera competir por otra liga se hizo realidad, por lo cual Rangel no pudo participar en el que sería su último nacional juvenil, pese a estar ya bajo la batuta de los entrenadores de la Liga de Bogotá, quienes vieron en el chico un prospecto con mucho talento y ganas de hacer bien el trabajo.
El cordobés, de guardia derecha, tiene mucho poder en sus dos manos. Esa es una de sus virtudes en el cuadrilátero.

El cordobés, de guardia derecha, tiene mucho poder en sus dos manos. Esa es una de sus virtudes en el cuadrilátero.

Foto:EFE

“Me dio rabia. Se intentó hacer el papeleo para formalizar mi ingreso a Bogotá, pero inicialmente no me colaboraron. Bueno, finalmente se pudo. Desde el 2015 hago parte de la liga capitalina y gracias a mis buenos resultados ya estoy en la selección nacional. Pero no ha sido fácil. Al principio caminé entre espinas y con muchas necesidades, pero gracias a los entrenadores de Bogotá, el profesor Alexander y el profesor Iznaga, entre otros, ya estamos muy bien caminados en lo que queremos”, comentó Rangel, quien en diciembre del 2016 ganó la Copa Navidad de Bogotá, en su categoría: los 69 kilos, el superwelter, mediano junior o peso mediano ligero.

Boxeo con más técnica

Cuando se refiere a Alexander se trata del ‘Cachaco’ Brand, quien tiene una vida bien labrada en los ensogados, pues fue campeón mundial en la categoría silver supermediano, hizo parte de grupo de colabores de la selección nacional en la Serie Mundial, cuyo cabeza de entrenadores es el cubano Rafael Iznaga, y es entrenador de alto rendimiento de la Liga de Bogotá.
Antes de llegar a la capital del país, su papá, que siempre ha estado vinculado al trabajo de la agricultura y la fumigación, lo puso a estudiar un curso de maquinaria pesada, pero su hijo no encontró el gusto en esa actividad.

Cuando llegué a Bogotá tenía un boxeo muy raro, casi callejero, muy tosco, quería subirme al ‘ring’ y de una acabar con el rival, sin pensar, solo con fuerza y ganas para fulminar

“Cuando llegué a Bogotá tenía un boxeo muy raro, casi callejero, muy tosco, quería subirme al ‘ring’ y de una acabar con el rival, sin pensar, solo con fuerza y ganas para fulminar, entonces los profesores Brand e Iznaga me dijeron que debía ser más pausado y me ayudaron a perfeccionar mi estilo, a moverme más en el cuadrilátero, a evitar que me golpearan, a no recibir golpes innecesarios, y esa tarea es lo que se ha hecho”, cuenta.
Para eso, todas las tardes Rangel entrenaba en la casa que compartía con otro grupo de deportistas, frente a un espejo. Movía su figura y mejoraba cada detalle que debía corregir. Sin duda, el joven púgil cordobés se dio cuenta de que su foco era el boxeo y ahí fue cuando comenzó a perfeccionar su técnica.
Rangel entrena a diario y enfoca todas sus ilusiones, primero en los Juegos Bolivarianos, luego en los Centroamericanos y en los olímpicos de Tokio 2020.

Rangel entrena a diario y enfoca todas sus ilusiones, primero en los Juegos Bolivarianos, luego en los Centroamericanos y en los olímpicos de Tokio 2020.

Foto:EL TIEMPO

“Es un chico que sabe escuchar, que analiza, que cumple con sus deberes, es disciplinado y desde luego tiene poder en sus manos. Es un boxeador con mucha proyección olímpica y sabemos que tiene el talento para dar más. Hay que llevarlo lentamente, pero con aplomo. Hace parte de la selección nacional y ha participado en la Serie Mundial, se ha ganado su cupo gracias a su trabajo y a sus resultados. Hay una joya por pulir y detallar”, dice el exboxeador profesional y ahora adiestrador Alexander Brand, quien además en la Liga de Bogotá cuenta con otros jóvenes que tienen madera en el deporte de las ‘narices chatas’.

Lejos de la mala vida

Antes de tomar la decisión de buscar un nuevo futuro, Rangel confiesa que tuvo una niñez bonita y que siempre estuvo atento a los consejos y recomendaciones de sus padres. Algunos de los amigos con quienes creció en Lorica tomaron otro camino y se malograron a mitad de camino.
“Bueno, yo siempre les hice caso a mis padres y siempre he obrado bien. Varios de los amigos o conocidos que crecieron conmigo fueron atraídos por el vicio, la delincuencia y el paramilitarismo que se vivía en esa época. Hoy, unos se perdieron en ese tramo de la juventud y otros ya no están, y es una pena porque se los tragó la mala vida, la droga o la violencia”, cuenta con algo de nostalgia el loriquero, quien ya hoy, gracias a que hace parte del grupo de deportistas de alto rendimiento, recibe una ayuda económica que le da para tener una mejor calidad de vida y le alcanza, modestamente, para de vez en cuando enviarle sus “cositas y mercado” a la mamá.
En sus ratos de descanso de los fines de semana, ayudaba a su tío con su papá en los quehaceres de una finca cercana al pueblo. “Había sembrados de ñame y yuca. Ahí trabajábamos para ayudar a la familia. Bueno, también con mis amigos nos íbamos al Sinú a pescar. Me iba bien, sacábamos buena sartas de pescado y las llevaba a la casa para que mi mamá preparara sancocho de bocachico cienaguero o frito, con arroz encocado. ¡Ah, qué delicia!”, recuerda Rangel con mucha nostalgia, pues desde que llegó a Bogotá no ha vuelto a su tierra natal, aunque este año les prometió a sus padres darse una vueltica por el pueblo.
En el coliseo de la Liga de Boxeo de Bogotá se entrena a diario este joven cordobés que hace parte de la selección nacional.

En el coliseo de la Liga de Boxeo de Bogotá se entrena a diario este joven cordobés que hace parte de la selección nacional.

Foto:EL TIEMPO

Rangel terminó como tercero en el escalafón de América en la Serie Mundial, participando con Los Heroicos, tras ganar los dos combates en los que participó (contra Venezuela y contra Argentina). Además, en el Panamericano de Boxeo de Honduras, que se disputó en junio, el cordobés ganó una pelea y perdió otra.

Con los pies puestos en la tierra

Mi objetivo era clasificar al Mundial de Alemania (que comienza hoy en Hamburgo). No se pudo conseguir, tenía muchas ansias, pero no se logró. Hay que seguir trabajando en forma. Ahora me enfoco en los Campeonatos Nacionales de Nariño y en la siguiente meta, que son los Juegos Bolivarianos. Hay que sacar la casta y buscar una medalla. Hay que seguir el ciclo, pensar en los Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, y claro, voy a buscar mi posibilidad en los Olímpicos de Tokio 2020”, aseguró Alexander con ilusión mientras se rascaba la punta de su quijada en la que aparece una incipiente barba.
Con sus 1,78 metros de estatura, Rangel se considera un boxeador muy ágil y rápido para la categoría, pues tiene un enorme poder en sus dos manos, a pesar de que su golpe fulminante lo tiene en su puño derecho. En sus ratos libres, lee historietas, escucha música –desde vallenatos hasta champeta o hip-hop– y comparte con su novia, una llanera que también practica el boxeo de manera recreativa y se distrae en su consola de videojuegos con Fight Night Champion y otros simuladores de combates de boxeo.

Con la humidad de siempre

Gane o pierda soy el mismo, así soy yo, hay que tener humildad y dar siempre lo máximo. A nadie le gusta perder, pero si es así, hay que pasar la página y ya. Esto es de no desfallecer. Sueño con ganar medallas en los campeonatos del ciclo olímpico, pero saltar al profesionalismo no me deslumbra, eso se da paso a paso, golpe a golpe, como el nocaut, no se busca, llega, y para eso hay que tener paciencia”, acota el joven boxeador que aspira, pese al drástico recorte del presupuesto nacional para el deporte, participar con la franquicia de Heroicos de Colombia en la Serie Mundial, aunque el mismo presidente de la Federación Colombiana de Boxeo, Julio Torres Roca, ha dicho que prácticamente es inviable la permanencia en ese campeonato semiprofesional.
Por lo pronto, Alexander Rangel también es monitor de la Liga de Boxeo de Bogotá, donde les enseña a los niños la técnica del deporte. A futuro quiere ser preparador físico porque es consciente de que la vida del boxeador es muy corta, se entrena a diario sin ahorrar una sola gota de sudor, esquivando los golpes que le lanza desprevenidamente el destino, pero con la guardia arriba para lanzar, golpear y salir airoso en su ya prominente carrera.
Yo hace unos años no tenía nada, lo que pasa es que hay que luchar y duro, porque los sueños no están a la vuelta de la esquina. Los sueños sí se cumplen”, remata.
JAVIER ARANA
Redactor de EL TIEMPO
@arana_javier
Javier Arana
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