Después de dos mundiales en los que Colombia no solo clasificó, sino que fue protagonista y superó la fase de grupos, ahora corresponde ver la Copa del Mundo por televisión. El equipo no cumplió el objetivo y tendrá que replantear muchas cosas para volver a meterse en la élite del fútbol.
Pasaron 18 partidos y Colombia igualó su peor cosecha de puntos desde que las eliminatorias se juegan en el formato todos contra todos. En la ruta hacia Sudáfrica 2010, cuando quedó afuera con una fecha de anticipación, se había quedado con 23. Esta vez repitió esa cifra, aunque con mejor diferencia de goles. Igual, es fracaso.
La responsabilidad de los directivos
En orden cronológico, la primera responsabilidad de la eliminación del Mundial de Catar 2022 corre por cuenta del comité ejecutivo de la Federación Colombiana de Fútbol, con Ramón Jesurún y Álvaro González a la cabeza. Más allá de que tenían decidido desde de Rusia 2018 que José Pékerman no seguiría, prefirieron jugar cuatro partidos amistosos para llenar las arcas al mando de Arturo Reyes.
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En esos juegos estuvo la misma base de jugadores que trabajó con Pékerman, salvo la primera oportunidad para Luis Díaz, quien jugó 12 minutos contra Argentina. Esos encuentros tuvieron más una finalidad comercial que deportiva, porque sin un proyecto y sin saber qué tipo de técnico iban a contratar, pues difícilmente podrían dar señales de progreso.
Finalmente, la Federación presentó el 7 de febrero de 2019, 219 días después de la eliminación de Rusia, al portugués Carlos Queiroz. Y ese lapso, en el fútbol actual y con tan poco espacio para trabajar, es regalar un tiempo valiosísimo.
Queiroz también tiene su cuota de responsabilidad en la eliminación. Fue un equipo que fue de más a menos. Ilusionó en la Copa América de 2019, cuando jugó un gran partido contra Argentina y le ganó 2-0, y luego, terminó eliminado en cuartos de final contra Chile, al empatar sin goles y quedar afuera en lanzamientos desde el punto penalti, sin derrotas en los 90 minutos y sin recibir goles en contra. Más allá de que a muchos podía no gustarle su estilo de juego, Queiroz parecía ir por buen camino.
Sin embargo, los amistosos posteriores a esa Copa América empezaron a dar síntomas de un problema que iba a acentuarse más adelante: fueron seis amistosos en los que Colombia solamente marcó cuatro goles, en los que le costó generar opciones (tuvo tres juegos seguidos en blanco) y hubo un partido con llamativos errores defensivos que terminó perdiendo contra Argelia (3-0). Luego vino la pandemia y Queiroz se quedó un año sin poder trabajar con el equipo.
Sin anestesia, Colombia quedó de frente a la eliminatoria con la memoria táctica de 2019. Y tras un buen comienzo, algo se rompió en los partidos contra Uruguay, en Barranquilla, y Ecuador, en Quito. Fueron dos goleadas, 0-3 y 6-1, que resultaron determinantes y marcaron para mal el rumbo del equipo. Y allí aparecen, siempre en orden cronológico, otros responsables directos de la eliminación: los jugadores.
Se habló de peleas internas, de que hubo golpes en los camerinos y de que el equipo se rompió por dentro. Y allí, la Federación decidió cortar por lo sano y cambiar el fusible más fácil: sacar a Queiroz y buscar otro entrenador. “Los jugadores no merecen esta situación, muestran más ganas y calidad de lo que los resultados reflejan. El responsable soy yo y no quiero que responsabilicen a los jugadores que visten la camiseta de la Selección y que le han dado mucha gloria a Colombia días atrás”, dijo Queiroz, cargando con la culpa tras la catástrofe en Quito.
El 14 de enero de 2021, Reinaldo Rueda asumió para su tercer periodo como seleccionador nacional, el segundo como técnico en propiedad. Y una nueva ola de covid-19, de entrada, lo obligó a esperar 140 días para dirigir su primer partido, un triunfo 0-3 contra Perú que ayudaba a enderezar en algo el camino en la eliminatoria.
La Copa América de 2021, con Rueda en el banco, no fue tan buena desde los números como la de Queiroz e incluso también tuvo partidos de bajísimo nivel. Pero el gran juego que se hizo contra Brasil y el tercer lugar en el torneo hacían pensar que había cómo ilusionarse, incluso sin contar con los dos referentes de la Selección en los últimos años, James Rodríguez y Falcao García.
Sin embargo, había grietas. La situación de James Rodríguez, dejado de lado antes de la Copa, y su respuesta pública desmintiendo los problemas físicos que argumentó Rueda, cayó mal. Y luego, la Selección comenzó a perder puntos que en las recientes clasificatorias fueron fijos, como los de La Paz y Asunción. El déficit de puntos crecía y a eso se sumó la peor racha de toda la historia de las eliminatorias, 684 minutos sin gol, que costaron puntos claves en casa contra Uruguay, Ecuador y Paraguay.
Lo de ayer es anécdota. Cuando un equipo depende de otros resultados para buscar un objetivo es que la tarea no se hizo. Todos tienen culpa: los jugadores, los dos entrenadores y los directivos. Ahora hay que volver a empezar.
José Orlando Ascencio
Subeditor de Deportes
@josasc