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El repechaje, un salvavidas para la Selección Colombia (Último tango)

El problema no es solo Reinaldo Rueda. Hay que preguntar también por los jugadores. Análisis.

Jorge Barraza
Con seis partidos y 557 minutos de sequía, Colombia ingresó -de la mano con Paraguay- en el poco honroso cuadro de selecciones del mundo que no marcan goles. Comparte la lista de ineficaces con territorios como Anguila, Seychelles, Bahamas, donde están enterados de que la pelota es redonda, no mucho más. Y aclaremos que Anguila tiene 14.000 habitantes.
No obstante ello, la reputación de los futbolistas colombianos se mantiene incólume y lustrosa: son “las estrellas que triunfan en Europa”. Los jugadores, todos, son seres muy afortunados. Esto nos recuerda al “inmenso talento de Coutinho”, un volante lánguido y apático, de cierto buen dominio de pelota, que lleva años fracasando, pero al que, siempre que se lo menciona, se recita el remanido “inmenso talento”. Es como un prefijo. Para llamar a Colombia hay que marcar 57 primero, para referirse a Coutinho, va antes el “inmenso…” Un talento invisible, pero que le permite a Cou ser objeto de transferencias supermillonarias y cobrar 16 millones de euros anuales (libres de impuestos).

¿Qué jugadores de Colombia marcan real diferencia?

Lo que habría que preguntarse es que, fuera de Ospina, Barrios, Cuadrado y Díaz, cuáles son estrellas y cuáles triunfan. Hablemos seriamente, en términos futbolísticos y no de marketing o redes sociales. Al margen de ese cuarteto de indiscutibles, hay buenos elementos como también tienen otras selecciones. O están los casos de James y Falcao, cuya parábola física es claramente declinante. Pero las culpas recaen siempre en el técnico, antes Queiroz, ahora Rueda, en Jesurún, en “el periodismo que primero los endiosa y luego los despedaza”… Nunca en los jugadores. Entonces, bien, mantengámosles el cartel de “estrellas”, pero por favor no les digamos “romperredes” ni “cañoneros”, ni “artilleros”, guardemos esos epítetos para los Lewandowskis, Haalands y Mbappés…
Carlos Queiroz (esta tarde su Egipto juega los cuartos de final de la Copa Africana), tiene su fuerte responsabilidad, no supo armar un equipo competitivo. Dispuso de mucho tiempo, pero no dejó ninguna base, nada, cero. Reinaldo Rueda, la suya: tomó al enfermo con anemia de juego y de gol y no lo mejoró mucho, apenas lo recompuso defensivamente y lo hizo pelear. Y lo de Jesurún, en todo caso, será que eligió mal al entrenador para empezar el proyecto. Pero ellos no entran a la cancha.
Perú ganó el encuentro 1-0 contra la selección Colombia, por el clasificatorio al mundial de Qatar 2022. 28 de enero 2022.

Perú ganó el encuentro 1-0 contra la selección Colombia, por el clasificatorio al mundial de Qatar 2022. 28 de enero 2022.

Foto:Foto: Miguel Bautista

Hay cuentas que deben pagar los protagonistas. Si el equipo carece de funcionamiento, alguna vez hay que salvarlo individualmente. Perú tuvo una sola: el pase de Cueva fue brillante y la definición de Édison Flores, espectacular. Le cabe un tirón de orejas a Ospina, pero el remate del número 20 fue un latigazo, violento, rasante y, lo más importante, iba entre los tres palos. No se resbaló ni la tiró afuera ni se la entregó en las manos al arquero. Hizo todo bien y liquidó. Eso se les pide a algunos de los atacantes colombianos. Que definan una. Alguien que gane un rebote, un cabezazo, que acierte con un disparo. Que alguno haga un gol de goleador. ¿Qué es un gol de goleador…? Uno nacido de la nada, con una media vuelta inesperada, anticipando al marcador, desviando una pelota hacia la red, metiendo la punta del zapato. Algo que provenga de la perspicacia, de la astucia o la repentización.
Hay un problema individual de ejecución, está clarísimo. Que se va agudizando a medida que los partidos sin goles aumentan, porque luego se convierte en karma, en obsesión, en presión insoportable. Y hay otro, más grave, colectivo: este equipo no tiene generación de juego. La situación de gol aparece de tres formas: 1) por el mano a mano, eludiendo rivales. Bochini decía: “Si gambeteo a uno, un compañero queda libre de marca, si gambeteo a dos ya es situación de gol”. Porque se limpia el camino de rivales. Pero en Colombia, salvo Luis Díaz, nadie encara, son todos pases. Y no pases filtrados, sino laterales. 2) Por movilidad. La dinámica constante ofrece opciones de descarga y genera espacios, y los espacios, oportunidades. 3) Por cambio de ritmo. La aceleración produce desequilibrio.
El problema es que esta Colombia es monorrítmica, y a un tren cansino, arranca a veinte y sigue a veinte. En tres cuartos de cancha hay que acelerar para poder sorprender. Habría un cuarto factor, que es el remate de media distancia, sin embargo, eso ya responde a virtudes individuales. El gol peruano no se cuenta como funcionamiento porque nació de la casualidad, una pelota perdida en el medio por Chará, con todo el equipo adelantado, atacando a la desesperada y ofreciendo huecos gigantes atrás que en condiciones normales no se dan.

Para trabajar en la generación se necesita tiempo. Y Rueda no lo tiene ni lo tuvo nunca. Enfrentó a Perú con dos entrenamientos previos. Es imposible trabajar tácticamente

Para trabajar en la generación se necesita tiempo. Y Rueda no lo tiene ni lo tuvo nunca. Enfrentó a Perú con dos entrenamientos previos. Es imposible trabajar tácticamente. Las orquestas se arman con ensayos. Gareca lleva siete años en Perú. Y muchos de sus jugadores actuaban o actúan todavía en el torneo local. Los tuvo o tiene a mano. ¿Qué sucede entonces…? Que se repite una y otra vez la misma fórmula, un volante que sube con la bola, abre a la derecha para Cuadrado o a la izquierda para Mojica y estos lanzan un centro (muchas veces defectuoso) y a un rival que espera abroquelado atrás, como en este caso Perú, es como arrojarle bombitas de chocolate, una delicia.
Así y todo, Colombia dominó amplísimamente. Las estadísticas hablan de 68% de posesión amarilla, que suena exiguo. Nos pareció que fue mucho más. Y tuvo infinidad de aproximaciones, aunque ninguna situación de gol clara. Pero buscó por aire, mar y tierra y tuvo una entrega y una generosidad totales. Tiene razón James en pedirle respeto a la gente, ellos dejaron todo. El compromiso está fuera de duda. Y debe ser la derrota más injusta de la historia. Aunque este juego no sabe de justicia o injusticia, impera la tiranía del gol, y tal vez por eso es tan apasionante. Una digresión: James puso el alma y tiene lo que los otros no, la chispa, lástima que ya el físico le impide encender el fuego. Otra: Ospina no estuvo feliz en el gol, pensó que Flores pateaba cruzado y descuidó el primer palo, también digamos que tuvo decenas de tardes y noches felices.

Los errores que tienen en problemas a Colombia

Este es un plantel calificado, no superior a los de Brasil, Argentina, Ecuador o Uruguay, sí apto para pelear un puesto mundialista, pero el proceso nació mal y perdió posibilidades. Ramón Jesurún no era del todo afecto a Pekerman y decidió cambiar. Lástima que Queiroz no era el hombre. Tampoco es que sobre material. Esta gente no pudo con Brasil ni de ida ni de vuelta, con Argentina en casa, tampoco con Ecuador y Uruguay, no fue capaz ante Bolivia allá, no le dio para vencer en doble cruce al peor Paraguay de la historia, ahora pierde con Perú… Pero nunca escuchamos a los futbolistas decir “es culpa nuestra”. Siempre es de los otros.
Aún quedan nueve puntos por delante, sí, pero cuidado hay que ganarlos… Ahora va con la ventaja de las ausencias de Argentina, que se quedó sin diez jugadores, seis de ellos titulares: Cuti Romero, Otamendi, Tagliafico, Paredes, De Paul y Messi. Es la oportunidad de volver a sumar, aunque ahora debe hacerlo de a tres. Brasil, Argentina y Ecuador ya están adentro, Uruguay se reacomodó y es difícil que se caiga. El cuarto puesto es un recuerdo de un pasado mejor. Colombia ya no depende de sí misma. Ahora hay que asumir el repechaje.
Último tango...
Jorge Barraza
Para EL TIEMPO
@JorgeBarrazaOK
Jorge Barraza
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