Llegó el día definitivo, cuando la Selección Colombia sabrá si sigue en carrera hacia el Mundial de Catar, a través del repechaje, o se despide definitivamente de la cita mundialista. Para este partido decisivo, ahora contra Venezuela, el país le prende velas a dos de sus mejores jugadores, a Luis Díaz, el sensacional futbolista de Liverpool, y a James Rodríguez, el gran referente de los últimos años. A ellos se aferran el equipo y el país para hacer más probable la victoria y el milagro de la clasificación a la repesca.
Para algunos, James es el pasado y Díaz el futuro. Para otros, ambos son el presente, los dos hombres más determinantes para conseguir la hazaña de vencer a Venezuela, que ahora sí es una hazaña. Tenerlos juntos es un lujo, son jugadores que con sus diferentes habilidades hacen más posible que el equipo logre el triunfo, como pasó en la pasada jornada contra Bolivia, cuando fueron, junto a Cuadrado (ausente por amarillas), los mejores del equipo en la victoria 3-0. Mucho más Díaz, que hizo gol y asistencia y tuvo un desempeño sobresaliente, como se esperaba, con su velocidad, su desequilibrio y sus ataques feroces.
Pero también James, que fue ubicado por Reinaldo Rueda unos metros más atrás de lo habitual, para que desde allí, con camino más despejado y visión más clara del ataque, pudiera elaborar el juego del equipo. Y James hizo gala de sus pases largos y cortos, por arriba y por abajo, y de su pegada que no termino en gol pero amenazó.
“Vamos a entregar todo en la cancha. Colombia no se rinde”, escribió ayer James en sus redes sociales, una voz de optimismo, de motivación en momentos que el país necesita ese grito de batalla de su símbolo.
Es, sin embargo, la hora de la verdad para ambos. Porque de Díaz se espera mucho. El país no lo quiere ver fuera del Mundial, no ahora cuando cumple un papel estelar en el Liverpool de Inglaterra, donde brilla con su juego irreverente. Este es su mejor momento, aunque el 2021 fue muy bueno, pero es ahora cuando alcanza una cúspide en su nivel, en su nuevo club. Y si bien estuvo en deuda (como todos) en esos siete partidos sin victoria que tienen a Colombia en este problema, en este drama, Díaz es hoy la mayor esperanza. Hoy justamente cuando toca ganar.
James es James, con sus altas y sus bajas, con sus ires y venires. James no necesita estar deslumbrando en su club Al Rayyan, aunque eso sería lo ideal, para asumir un rol protagónico en la Selección Colombia. Así ha sido casi siempre. Cuando regresa, se transforma. James tuvo una larga ausencia del equipo nacional, casi un año, cuando las lesiones y sus diferencias con Reinaldo Rueda para la Copa América lo alejaron del seleccionado. Pero volvió. Siempre vuelve.
Y ahí está, de nuevo como la otra gran esperanza. Díaz, une. Y sí, James divide. Pero quién duda de la capacidad de ambos, de lo que significan, de lo que han hecho vestidos de amarillo. Díaz con su estelar Copa América en Brasil el año pasado. James y los recuerdos del Mundial del 2014. Díaz a sus 25 años y una carrera brillante por delante. James y sus 30 y un futuro incierto. Pero son ellos, juntos, los que pueden guiar a este equipo a conseguir la hazaña, el resultado que se necesita, y ya que la suerte entre y escoja.
Se conocen, se admiran mutuamente. Cuando Díaz hizo su gol contra Bolivia, el que le quitó la presión al equipo, ambos fueron a celebrar juntos, bailaron y sonrieron y se abrazaron. Sin duda James se alegra de lo que hace su compañero.
Hace poco, el exfutbolista extécnico y escritor Jorge Valdano habló de ambos, y dijo de James: “Es un jugador imaginativo, muy técnico, y desequilibrante”. Y luego habló de Díaz, todo en declaraciones a Blu Radio: “Me ha sorprendido, es tremenda la velocidad con la que se ha adaptado al Liverpool. Es una de las apariciones más impresionantes del fútbol internacional de los últimos tiempos”.
Es la hora de la verdad para ambos, que no se quieren quedar afuera del Mundial de Catar. Resta esperar que hoy saquen a relucir su esfuerzo, su talento y su convicción. La Selección los necesita.
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