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¿Carrascal, a la Selección mayor? ¿Por qué no?

En un partido y medio del Preolímpico, ha abierto el debate sobre si debe ir.

Jorge Barraza
Nadie en el fútbol argentino lo olvida. Copa Mundial Juvenil 2005 en Holanda. Argentina llegaba con aspiraciones; tenía a Lionel Messi, quien ya comenzaba a ser figura del Barcelona junto a Ronaldinho. Incluso había destacado en el Sudamericano jugado en el eje cafetero, donde marcó 5 goles, uno de ellos notable para vencer a Brasil 2-1. De modo que iba al Mundial siendo la luminaria del equipo. La selección albiceleste debutaba versus Estados Unidos.
El técnico Francisco Ferraro decidió no alinear a Messi, una determinación inentendible e inexplicable, más bien insólita. Colocó en su lugar a Oberman, un muchacho que no trascendió en el fútbol y a quien cada tanto lo presentan en los medios, jocosamente, como “el hombre que dejó en el banco a Messi”.
Argentina perdió 1 a 0 ante el cuadro norteamericano, un rival discreto que no pasaría de octavos de final. Ferraro también prescindió esa tarde del Kun Agüero.
Apenas terminado el partido, Julio Grondona, en llamas, bajando de a tres escalones las tribunas, enrumbó al vestuario acompañado por Eduardo Deluca; no dijo ni permiso, lo encaró a Ferraro y le espetó a quemarropa: “¡Lo ponés o te vas…!”. Ferraro dio una extraña explicación, esas salidas que tienen los entrenadores como “lo quise proteger”, o “tenía una molestia en el gemelo”, o “no descansó bien”.
O alguna más del manual de excusas pueriles. A partir de ahí, Messi fue titular y Argentina ganó los seis partidos: 2-0 a Egipto, 1-0 a Alemania, 2-1 a Colombia (campeón sudamericano), 3-1 a España, 2-1 a Brasil y 2-1 a Nigeria en la final. Messi hizo casi todos los goles, deslumbró, fue el goleador y mejor jugador del torneo.
Quince años después, aunque con matices, Arturo Reyes hizo “la gran Ferraro”: sacó a Carrascal. Con el agravante de que el jugador había marcado el gol de Colombia y estaba claro que era la cuota de calidad del equipo. Salió muy temprano, a los 55’, y el juego terminó a los 96’.
O sea, no estuvo en los 41 minutos restantes, cuando más se lo necesitaba para tratar de empatar. Colombia le quitó un problema a Argentina sacando a su jugador más determinante.
El argumento del técnico fue que no lo veía a Carrascal para todo el partido porque llegaba con pocos minutos desde River. ¡Pero tiene 21 años, Arturo…! A esa edad usted y yo jugábamos tres partidos diarios… El goleador y el crack no salen nunca cuando se va perdiendo, es ley del fútbol. Hay nueve más para salir, nueve comunes…
Ese acto fallido (igual al de Ferraro) se potenció 72 horas después frente a Ecuador porque Carrascal lo dejó más en evidencia a Reyes: no sólo hizo un golazo, además gestó otros dos con enorme calidad y fue la luz que iluminó la noche. ¿Qué pudo haber cambiado en el estado físico del muchacho tres días después…? Seguramente nada, pero ahí el DT no se atrevió a sacarlo. Lo que no sabemos es si Ramón Jesurún se allegó al camarín la noche del estreno…
Vaya por delante: los técnicos saben más que nadie de fútbol, pero no están exentos de fallar. En apenas un año y medio, Ernesto Valverde, conductor del Barcelona, le dio 76 partidos a Coutinho, que le hacía poner los pelos de punta al Camp Nou con su apatía, su nada.
Y no le dio uno entero a Riqui Puig, lo mandó al Barsa “B” y durante meses ni lo llamaba a entrenar con la Primera. Imperdonable. Que en dos años no haya "visto" a esta fantástica promesa de crack, no habla bien de él. Riqui es dominio de pelota, visión de juego, atrevimiento, toque, desequilibrio, ganas, barcelonismo... Y todo para adelante. Luego el tiempo dirá si se confirma o no, pero es momento de darle pista.
En un partido y medio Carrascal ha instalado el debate sobre si debe ir a la selección mayor. ¿Por qué no…? Es justo lo que necesita Colombia, desequilibrio, generación de fútbol de tres cuartos hacia arriba.
Le hemos visto en River hacer cosas importantes en los ratos que entra. ¿Por qué no es titular…? Simple: llegó a un equipo muy armado, archicampeón, le toca esperar su turno como debió ponerse en la fila Juan Fernando Quintero hasta llegarle su hora. Gallardo lo lleva bien. A Borré también fue mechándolo de a poco y ahora no lo sacan ni con la orden de un juez.
¿Qué si está pronto Carrascal…? Desde luego, no es un niño, en cuatro meses tendrá 22 años, debutó hace cinco y medio. Cierta vez Omar Pastoriza mandó al campo a un joven de 20 a hacer su estreno.
Un cronista le preguntó si estaría preparado. Recién terminaba el conflicto de Malvinas; el Pato respondió con su lógica de calle: “Si a los veinte años los mandan a la guerra, ¿cómo no van a poder jugar un partido de fútbol…?”
El jugador es como la fruta, cuando está madura hay que arrancarla y comerla. O se pasa. Por estas horas hemos escuchado una música cansona: “Ya lo quieren endiosar”. No, nadie pretende eso, simplemente el fútbol necesita del talento para generar el desnivel, y cuando aparece quien lo tiene, pues adentro, a la cancha.
Por supuesto, hay ejemplos en contrario. En 2007 asistimos al Sudamericano 2007 de Asunción. Subyugó en Colombia un muchacho Juan Pablo Pino, habilísimo, marcó un par de goles notables y, entre la nube de observadores europeos que atestaban la platea del Defensores del Chaco, varios se lo disputaban.
Se impuso el del Mónaco, lo convenció. Se lo llevaron, estuvo tres años y medio en la capital del glamour, no funcionó y luego protagonizó una sucesión de pases y recontrapases por países diferentes hasta desinflarse por completo. La culpa no es del periodista que lo vio hacer malabares asombrosos en Asunción y lo difundió, el problema estaba dentro suyo.
Un futbolista es un combo: sus condiciones, su mente, su disciplina, su fuerza de voluntad, sus lesiones. Si no las tiene no es culpa del periodista. Conste que Pino fue elegido el mejor futbolista de aquel Sudamericano, y estaba regado de cracks como Édinson Cavani, Alexandre Pato, Arturo Vidal.
Lo mismo que decimos de Riqui Puig vale para Carrascal: está en ellos confirmar luego las presunciones, si serán estrellas o no. Y si no lo son, pues, seguirán su camino, nadie morirá. Todos los grandes futbolistas de la historia debutaron pronto, porque la precocidad es inherente al genio. Que esté en la convocatoria del 26 de marzo depende de la valentía de Carlos Queiroz.
Ahora bien, ¿frente a qué estamos…? Ante un futbolista distinto, completo, totalmente diferente al resto de sus compañeros, de otra categoría. Exuberante técnicamente, de gran sensibilidad con la pelota, elegante, siempre erguido.
Nos recuerda muchísimo al Claudio Borghi que deslumbró en Argentinos Juniors y pasó al Milan (luego nunca fue igual). Se siente comodísimo a cinco o diez metros del área porque le queda el partido de frente y puede decidir la mejor opción. Tocador, de buen pase, sabe armar, llegar y definir.
No obstante, los dos goles que hizo en River fueron calcados a los habituales de Falcao: frente a Argentinos Juniors anticipó al zaguero en el punto del penal y fusiló; ante Gimnasia, entrando por derecha y definiendo cruzado. Goles de matador, de 9, aunque Carrascal es 9 y medio. Le gusta tener frecuente contacto con la bola porque sabe resolver con ella, no teme llevarla. No será un goleador sino un jugador con gol.
Es lo que muestra futbolísticamente. Qué habita en su cabeza nadie lo sabe, y eso decidirá cómo construirá su carrera.
Último tango...
JORGE BARRAZA
Para EL TIEMPO
En Twitter: @JorgeBarrazaOK
Jorge Barraza
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